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miércoles 17 de septiembre de 2014

La vanidad argentina

La vanidad argentina

Leyendo las aseveraciones de algunos políticos vernáculos, nos vino a la memoria una reflexión de Nietzsche que viene a cuento.

Dice así: “la manifestación de poder de algunos hombres que viven en la incertidumbre es, a la vez, una expresión de venganza contra su situación de miseria. Quieren pasar por más poderosos de lo que son y por ello abusan de las ocasiones: el aumento del miedo que suscitan es para ellos un incremento de poder. Muy pronto se dan cuenta que lo que los mantiene o los derriba NO ES LO QUE ELLOS SON, sino lo que los demás CREEN QUE SON. Éste es el origen de la vanidad”.

Al oírlo al gobernador Scioli -¡tan solo él-, referirse a su “esencia” como una síntesis del peronismo y el kirchnerismo, colegimos que su propia vanidad le ha dictado esta detestable verdad como “útil” a su proyecto político, sin darse cuenta que una gran mayoría de gente NO QUIERE SABER MÁS NADA DE AMBAS COSAS “sintetizadas” (¿) ni en su persona ni en ninguna otra.

Alguna otra vez nos hemos preguntado inquietos, parodiando al filósofo austríaco, “¿qué es más razonable: parar la máquina cuando ya ha realizado el trabajo que se le pedía, o dejar que siga andando hasta que se pare por sí misma, es decir HASTA QUE SE ROMPA?”

Un kirchnerismo con más desesperación que convicciones comienza a recorrer el último tramo de la desgracia argentina: la etapa de una vanidad “ilustre” y frustrada. En el desorden de su retirada intentan esconder así un significado que no tienen.

Por eso suele decirse que cuando se vierten comparaciones arriesgadas ellas no son necesariamente manifestación de malicia, sino LA PRUEBA FLAGRANTE DE QUE A SUS AUTORES SE LES HA AGOTADO LA IMAGINACIÓN.

En Noruega llaman “tiempo de oscuridad” a las épocas en que el sol permanece por debajo del horizonte: durante ese tiempo la temperatura desciende lentamente pero sin cesar. Algo parecido a lo que ocurre cuando la vanidad alcanza el ocaso que corresponde a su irrelevancia, en las pausas que la vida va marcando entre el ascenso y el descenso de una idea dominante.

Es tanta la desazón que sentimos frente a la nueva caída que estamos experimentando, que lo de Scioli parece “de tono menor”. Pero no debemos descuidarnos, porque allí está latiendo el espíritu vanidoso que nos caracteriza y que en el mundo de la política ha pasado a ser casi, casi una psicopatía.

Vivir con sencillez requiere mucha reflexión y espíritu de inventiva, algo que algunos hombres que exhiben los despojos de sus fecundidades mediocres no alcanzan a comprender jamás.

“Quien se pone unos harapos muy limpios va vestido con limpieza, es cierto”, dice Nietzsche, “pero cubierto de harapos”.

¿Cómo pueden las contradicciones regocijar tanto a ciertas personas?

carlosberro24@gmail.com