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viernes 29 de noviembre de 2013

Las reservas del Central caen a zona crítica

Las reservas del Central caen a zona crítica

No se trata de una relación psicológica, como podría ocurrir en pocas semanas, ya que al ritmo de hemorragia de los últimos diez días perforarán el nuevo piso emblemático de u$s30.000 millones, como se contabilizaban exactamente siete años atrás, sino porque bajarían al equivalente a menos de cinco meses de importaciones en valores nominales y por debajo de dos meses si se consideran sólo las tenencias de divisas propias de la autoridad monetaria.

Son valores ciertamente críticos, que reafirman una tendencia singularmente inquietante para los actores económicos, dada las restricciones operativas que prevalecen para la obtención de créditos internacionales, no sólo por el alto índice de Riesgo País, por arriba de siete puntos porcentuales en términos anuales en dólares, sino más aún porque se agregó la aceleración del ritmo de devaluación a una tasa superior a 50% al año.

Un año atrás las divisas de la autoridad monetaria equivalían a 7,8 meses de compras externas de bienes, de las cuales casi 90% imprescindible para sostener la actividad productiva y las necesidades de inversión de las empresas y del sector público, aunque bien medidas no alcanzaban para adquirir 4 meses de importaciones.

Con pocas variantes, esas proporciones eran las que prevalecían antes de la imposición del cepo cambiario y del resurgimiento de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Necesidades de Importación, en octubre de 2011.

Pero desde comienzos del año en curso el proceso tendió a agravarse aceleradamente y se manifestó en la escalada de la brecha cambiaria entre los tipos de convertibilidad de los pasivos monetarios del Banco Central y el oficial, del orden de 60% a más de 100% en la actualidad.

Contención peligrosa
Aunque el factor novedoso en esta desarticulación de las variables monetarias, cambiarias y comerciales con el resto del mundo, provocado por un incontenible gasto público, es que ahora la brecha entre el tipo de cambio de convertibilidad y la cotización del dólar en el mercado libre se amplió a 30%, cuando hasta septiembre último rara vez superaba el 10%, para arriba o para abajo.

Ese punto de giro, que comenzó a generarse en el mes de las elecciones legislativas, se intensificó en la última semana con la llegada de Juan Carlos Fábrega a la presidencia del Banco Central, porque decidió apelar al auxilio del Banco Nación y de la Anses para la tarea regulatoria del mercado cambiario y de bonos dolarizados.

Se percibe en la plaza que esas instituciones comenzaron a ofertar divisas propias para el pago de compromisos comerciales del Gobierno, como importaciones de combustibles, ante las claras carencias de caja de la Tesorería de la Nación, y también a vender títulos públicos dolarizados, para forzar una disminución del tipo de cambio implícito en esas transacciones (“contado con liqui”, en la jerga del mercado bursátil), a un rango de $8,50 por dólar, o menos.

Con esos artilugios, se logró bajar la cotización del cambio libre a $9,74 por dólar, después de haber saltado a poco más de $10 antes de las elecciones legislativas, mientras que la paridad implícita en los indicadores monetarios escaló de 10 a más de 12 pesos en la actualidad, porque mientras el Banco Central no pudo frenar la hemorragia de dólares que provoca el rojo fiscal, la cantidad total de dinero siguió expandiéndose.

El nuevo equipo económico provocó un modesto cambio en las expectativas empresarias, al anunciar una relación más amigable entre sector público y privado y reconocer la necesidad de recuperar competitividad de la industria y de las denominadas economías regionales, así como que avanzará en el retorno al mercado internacional de deuda para financiar obras de infraestructura para mejorar la oferta de dólares.

Sin embargo, en los primeros días en funciones del trío Capitanich-Kicillof-Fábrega, han sido limitadas las medidas concretas y abundaron los anuncios de expresiones de buenos deseos para alcanzar 200 metas de gestión para el próximo bienio.

El intercambio comercial con el resto del mundo sigue siendo superavitario en más de u$s8.000 millones, pese a que el déficit de la balanza energética se amplió en más de u$s4.000 millones. De ahí que trabajar sobre el fortalecimiento del excedente para poder responder a las necesidades financieras y aliviar las tensiones en el mercado de divisas, resultan claramente bienvenidas.

Sin embargo, mientras no se dispongan de acciones concretas e inmediatas que conduzcan a recuperar la solvencia fiscal sin aumentar la presión tributaria, y contener la creación de dinero no deseado, no se podrán evitar las presiones alcistas en el mercado libre de cambios y el drenaje de reservas. Según las estadísticas monetarias,el dólar libre acumuló en las últimas semanas un atraso de más de dos pesos respecto del de convertibilidad teórica.

Fuente: opinion.infobae.com