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jueves 8 de marzo de 2007

Macri, pragmático en el buen sentido

En su pelea por acceder a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri tiene a su favor que transmite una imagen de hombre práctico que sabe gestionar y que resuelve los problemas.

La decisión de Mauricio Macri de presentar su candidatura para la Jefatura de Gobierno de Buenos Aires en lugar de a la Presidencia de la Nación demuestra, no que Macri sea un “miedoso” (como dijo el presidente Néstor Kirchner), sino, por el contrario, que es un hombre corajudo. Para Macri hubiese sido mucho más cómodo presentarse como candidato a presidente, perder con dignidad ante Kirchner y seguir siendo un referente de la oposición, sin responsabilidades y, por lo tanto, sin mayores riesgos. Pero la decisión de presentarse como candidato a Jefe de Gobierno implica, para Macri, un riesgo mucho mayor porque, si pierde, puede quedar en una posición política bastante desairada. Por lo tanto, no es cierto que Macri se haya presentado como candidato a Jefe de Gobierno porque tiene “miedo” de ser candidato presidencial. La apuesta política realizada por Macri es, al mismo tiempo, más riesgosa y más ambiciosa.

¿Qué chances tiene Macri de ganar la elección en la Capital Federal? Es indudable que hay un porcentaje significativo del electorado que apoya al presidente de Boca Juniors en sus aspiraciones políticas. También existe una corriente que lo cuestiona severamente. A Macri se le reconoce su éxito como presidente de Boca y se considera que puede trasladar esa metodología de gestión al plano del gobierno de la ciudad. Se lo cuestiona, en cambio, por razones (en realidad, más que razones son prejuicios) ideológicas, como representante de la “derecha” que se cree que gobernaría para los “ricos” en perjuicio de los “pobres”. El interrogante que se plantea es cuál de estas corrientes tiene más peso: quienes valoran sus aptitudes para desarrollar un eficaz plan de gobierno o quienes lo denuestan por ser de “derecha”. Las urnas aclararán definitivamente ese interrogante. Mientras tanto, vale la pena analizar los términos de la disyuntiva.

Que Macri puede ser un buen gobernante de la ciudad es un argumento verosímil. Macri transmite la imagen de ser un hombre esencialmente práctico. A los efectos de gobernar una ciudad caótica como Buenos Aires, ésa es una aptitud sumamente valiosa. Buenos Aires no necesita ideólogos o intelectuales. Los problemas de la ciudad de Buenos Aires son prácticos, no conceptuales. Hay que resolver problemas que en sí mismos son sencillos, aunque que se tornan complicados por la dimensión en la que se plantean. El caso paradigmático está en el funcionamiento de los hospitales públicos. Se sabe lo que debe hacerse para que los hospitales funcionen satisfactoriamente. Pero es tan grande la cantidad de hospitales que tiene la ciudad, tanta la gente que se atiende y tan compleja la maraña burocrática que dificulta su administración que resulta muy complejo superar los obstáculos que impiden darle eficiencia al sistema. Precisamente, éste es el tipo de situaciones en las que Macri parece ser un hombre idóneo, porque su formación como empresario lo impulsa hacia la búsqueda de soluciones prácticas y racionales frente a problemas de esta índole. Ésa es la gran diferencia y la gran ventaja que Macri establece respecto de los políticos tradicionales, para quienes la administración de la red de hospitales no consiste en curar a los enfermos sino en “reivindicar el derecho a la medicina pública como un medio de inclusión social” y todo ese tipo de argumentaciones retóricas típicas de los políticos izquierdosos. En ese sentido, como dirigente abocado a la búsqueda de soluciones prácticas, reales y concretas y como enemigo de la retórica vacía, Macri es, por cierto, un político de “derecha”. En la película “Solos en la madrugada” había un aviso radial que decía, irónicamente: “sea usted de derecha y sea feliz”. Macri se inscribe en esta línea política.

Más realista que considerar a Macri como de “derecha” sería decir que es un pragmático, no en lo ideológico (un hombre que hoy reivindica el liberalismo y mañana el dirigismo según soplen los vientos electorales), sino un pragmático en el buen sentido de la palabra. El pragmatismo de Macri consiste en analizar los hechos tal cual son y en atenerse a ellos para tomar decisiones. Esto es lo que lo diferencia de los demás políticos, que tienden a enmascarar los hechos tras la retórica de las reivindicaciones ideológicas.

¿Puede un político con este perfil superar los cuestionamientos derivados de los prejuicios ideológicos? Hace cuatro años, Macri perdió frente a Aníbal Ibarra en el ballotage por ese motivo. Doscientos muertos en Cromagnon fueron, entre muchos otros menos espectaculares, el precio de esa elección. ¿Habrá madurado el electorado como para comprender que a una ciudad no se la gobierna con palabras sino con hechos? Eso es lo que está por verse, si bien resulta claro que la imagen política de Macri ha crecido significativamente respecto de hace cuatro años. Macri ha logrado sostenerse en el escenario político, obtuvo un buen resultado en su presentación como candidato a diputado nacional, no ha tenido tropiezos significativos y se ha beneficiado de la inoperancia de sus adversarios izquierdosos, mientras Boca Juniors, su “vidriera” personal, continuó acumulando buenos resultados, más allá de los avatares deportivos.

Hay buenas probabilidades de que Macri obtenga no sólo la victoria sino un resultado abrumadoramente bueno, que demostraría que hay una evolución en las siempre cambiantes demandas del electorado. Macri parecería ser la corporización de ese cambio. Si así fuera, sería un hecho saludable, al que correspondería darle la bienvenida. © www.economiaparatodos.com.ar

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