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jueves 10 de enero de 2008

Macri vs. Moyano

La búsqueda de diálogo con el líder de la CGT propiciada por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es una estrategia novedosa que evita ceder a las presiones extorsivas pero, al mismo tiempo, no recurre a la represión violenta.

La política seguida por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos aires, Mauricio Macri, respecto de la protesta presentada por el líder sindical Hugo Moyano, constituye una auspiciosa novedad dentro del escenario nacional. Hasta ahora, todos los gobiernos habían preferido ceder ante las presiones –muchas veces, teñidas de contenidos extorsivos- practicadas por Moyano. Macri, en cambio, he elegido ponerse firme pero sin cerrar las puertas al diálogo. De este modo, la posición de Moyano, habitualmente airado, intolerante, arbitrario, ha quedado descolocada. Ahora, el líder camionero tiene un serio problema: si profundiza sus métodos habituales estará poniendo en evidencia su incapacidad para la convivencia democrática y si accede a dialogar entrará en un terreno que no domina con fluidez… Macri ha tenido la habilidad de llevar a Moyano al terreno que le conviene a él –a Macri- y donde Moyano es débil. Resulta obvio que, en esta posición, Macri tiene el respaldo de un 60 % de los votos del electorado que lo ubicó en el cargo que ocupa.

Por supuesto que la política que Macri desarrolla implica riesgos. El encuadramiento de un personaje como Moyano en una instancia de diálogo para neutralizar sus métodos cuasi extorsivos requiere mucho tacto, mucha prudencia, mucha firmeza en las instancias críticas y, al mismo tiempo, mucha “muñeca” para no endurecer su posición hasta un extremo que luego pueda tornarse insostenible y lo obligue a Macri a pagar el costo político de tener que ceder, lo cual, obviamente, será ampliamente explotado por los sindicalistas.

Pero por ese mismo motivo la apuesta de Macri es innovadora y auspiciosa. Sería la primera vez que el sindicalismo “duro” es llevado a la instancia del diálogo y forzado a dejar de lado la fuerza como método de acción gremial, sin que eso implique el empleo de mecanismos represivos. Macri –conviene recalcar esto- se metió nada menos que con la “caja” de la obra social de los empleados municipales, es decir, le pegó al sindicalismo en la “línea de flotación”. Es lógico que los sindicalistas intenten defender sus intereses. Pero, si en el afán de sostener esos intereses sabotean el diálogo al que Macri les dio lugar, quienes quedarán absolutamente desacreditados serán ellos mismos. El empleo de métodos violentos y de acción directa puede ser legítimo en el caso de que no haya instancias posibles de diálogo pero, en la medida en que estas instancias estén abiertas –como Macri las ha dejado- la negativa a participar del diálogo opera en contra de quien elige automarginarse.

La política que Macri está aplicando podría tener proyecciones mucho más amplias que la de ser un mero incidente. Si la línea de gestión que Macri está desarrollando resulta exitosa, habrá encontrado una fórmula para “quebrar el espinazo” del sindicalismo “duro”, con el cual todos los gobiernos –democráticos o de facto- han debido transigir, de un modo u otro, desde el primer gobierno de Perón en adelante. Lo que Macri está haciendo, por lo tanto, podría ser revolucionario.

En términos políticos, este curso de gestión parecería ser el primer paso de una proyección de Macri hacia el plano nacional. Quizá sea demasiado pronto para hacer una evaluación de este tipo pero está claro que el camino elegido por el Jefe de Gobierno implica afrontar cuestiones cuyas significaciones exceden el ámbito puramente local. Que un dirigente elija tener y afrontar un conflicto con Moyano es una expresión de una voluntad política específica. Moyano es un referente de un sector que cumple un papel distorsivo dentro de la dinámica institucional del país. Macri parece estar queriendo decir que él se propone corregir esa distorsión…

Es indudable que, si todo esto avanza en la dirección por donde ha comenzado, se convertirá en un revulsivo del escenario político nacional y provocará agitadísimas controversias. Muchos intereses de cuestionable legitimidad pero profundamente arraigados quedarán afectados. Muchos que se suponía “intocables” se sentirán perjudicados. Pero, al mismo tiempo, muchos se encolumnarán en la corriente encabezada por Macri, satisfechos de que ¡por fin! alguien se decida a poner freno a los abusos, arbitrariedades y desbordes del poder sindical.

Esta historia apenas comienza y será, indudablemente, muy larga y tendrá múltiples vicisitudes. Por el momento, es oportuno consignar el fenómeno y comenzar a seguirlo. Seguramente, en adelante, habrá muchas otras instancias para abordarlo desde diferentes ángulos. Macri parece decidido a sacudir la mediocridad de la vida política argentina y vaya si lo está consiguiendo. Resulta claro que, en la medida en que este movimiento avance, comenzarán a aparecer aliados y seguidores que, presumiblemente, podrían converger en un proyecto de dimensiones mucho más amplias que las de la Ciudad de Buenos Aires. Aunque sea pronto para imaginar algo así, la lógica de la dinámica política lleva necesariamente a pensar en esa hipótesis porque el rumbo que Macri ha elegido seguir conduce a hacia esa dirección.

Pero también hay que considerar que quienes se sientan afectados por esta política procurarán por todos los medios salvaguardar sus intereses y, naturalmente, tenderán a nuclearse para sostenerse mutuamente. Por eso hay que esperar intensas controversias alrededor de estas cuestiones. En buena hora que alguien se decida a “poner en jaque” los privilegios sindicales. Si este curso de gestión tiene éxito, se habrá dado un gran paso adelante para sacar a Argentina del estado de postración permanente. © www.economiaparatodos.com.ar

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