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jueves 16 de febrero de 2006

Mejor es improvisar

El pequeño incidente respecto a la fecha de inicio de clases en el distrito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires demuestra, una vez más, que las autoridades educativas tienden a improvisar por definición, incluso en cuestiones tan previsibles como la fijación del calendario escolar.

Muchos de los eventos que se realizan en el mundo se planifican con años de antelación, ya que, en general, no dependen de otras cosas que no puedan saberse antes. Así, un mundial de fútbol fija fechas y lugares con 8 años de antelación, y a nadie se le ocurre que coincida con Navidad.

Hay otras cosas para las que indudablemente hay que esperar el anuncio de otros eventos para planificarlas. Así, en una escuela, uno no fija determinadas cosas hasta que no llegan las fechas de los torneos de atletismo bonaerenses, las olimpíadas de matemáticas u otras cosas similares. Por esto uno no puede pretender que una escuela le mande con dos años de antelación todas las actividades que realizará y sus respectivas fechas.

Pero si hay algo fácil es agarrar un almanaque (que gracias a Dios no cambia) y fijar las fechas de inicio y terminación de las clases y las vacaciones invernales en el medio, ya que esto puede hacerse con los años de antelación que uno desee, al no depender de factores económicos, climáticos, deportivos, ni ningún otro más que la decisión del funcionario de turno. Uno ya podría estar fijando sin error el calendario escolar del 2014.

Pero, claro, en nuestro querido país lo fácil hay que hacerlo difícil.

La secretaria de Educación del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires asegura que avisó el 28 de diciembre que las clases iban a comenzar el 1 de marzo. Muchos medios aseveraron que esto no era verdad, pero yo le creo. Y precisamente eso es lo que critico. ¿Por qué esperar hasta el 28 de diciembre, si ya podría estar avisando cuándo empiezan las clases el año que viene, o podría haber avisado en junio de 2005 cuándo comenzaban en 2006?

Este pequeño hecho, que no pareciera tener la menor importancia, no hace más que confirmar que las autoridades educativas tienden a improvisar por definición, incluso en aspectos tan previsibles como éste. Ejemplos sobran: nota mínima para aprobar que cambió ya comenzado el curso escolar, evaluaciones que no se saben cuándo son, por nombrar sólo algunos casos.

Pero en este tema, lamentablemente, se sumó otro aspecto que hace que, como siempre, la educación salga perjudicada: un montón de padres dijeron que sus hijos no iban a comenzar cuando correspondía, es decir, lo que le transmitieron a sus hijos es que no iban a cumplir con la ley. Y eso no es bueno aunque supuestamente tengan razón. Incluso llegué a leer en un diario (lamento no recordar cuál ni firmado por quién) que un columnista decía que iba a dejar a su hijo de 11 años que decidiera por sí mismo si iba a la escuela o no, como si se tratara de ir al cine. Y después nos llenamos la boca diciendo que la educación es lo más importante.

Asimismo, las autoridades, presionadas por la situación, se vieron “obligadas” a correr el inicio de clases al día 6 de marzo (estamos siempre hablando de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Menos mal que los medios no dijeron que se esperaba que comenzaran en abril. Aquí también salió perdiendo la educación. Aunque aseguran que los recuperarán en diciembre, no creo que los cinco días perdidos se recuperen nunca.

Esperemos que, a partir de esta experiencia, las autoridades educativas fijen el calendario escolar de los próximos 5 años. © www.economiaparatodos.com.ar



Federico Johansen es Licenciado en Ciencias de la Educación (UBA).




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