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viernes 25 de octubre de 2013

No es Filmus o Solanas

No es Filmus o Solanas

No es “Filmus o Solanas”, es caminar o estancarnos

A pocas horas del comicio legislativo aún parece no estar totalmente claro qué se va a votar. No es que la gente desconozca a los candidatos ni que falte conocimiento sobre el funcionamiento del Congreso, el velo que oscurece el escenario está cifrado en una polémica fútil que convendría dejar de lado.

El debate “Filmus o Pino” encierra mucho más que una simple puja electoral. Hay algo más que una banca en juego.

A pesar que se hayan silenciado los ecos que impulsaban la eternidad de Cristina y que diez años sea un lapso considerable para activar el hartazgo ciudadano, las amenazas no cesaron. Detrás del kirchnerismo acérrimo aflora un populismo enmascarado en otros “ismos” que proponen el cambio al estilo “gatopardo”.

Unos y otros están acabando con el sistema republicano y eso es quizás lo más urgente a considerar. Más que indicar un senador determinado u orientar un punto cardinal arbitrario, el voto ‘dejará hacer’ o pondrá freno al atropello institucional que estamos viviendo.

En ese sentido, no se trata de “Filmus o Pino” sino del deseo de volver a tener un Parlamento en lugar de una oficina de trámites personales para el Ejecutivo.

El domingo, en consecuencia, se decidirá si se ha de levantar un altar al dios de las regulaciones o si se retomará el ejercicio democrático de la negociación y el diálogo pero en el recinto, no en los despachos. No hay mucho misterio ni es verdad que deba importar más, en este momento, conocer la plataforma electoral detrás de las opciones que se han de presentar.

De nada sirve discutir políticas precisas si no están dadas las condiciones necesarias para ser aplicadas. ¿O quién podría aplicar una política educativa concreta en la Argentina cuando la universidad está tomada por barras bravas, y hay un rector atrincherado en un aula? A engañarse a otra parte.

Esta vez lo urgente se une a lo importante y clama por sentido común más que por ideología o simpatía partidaria. No es “Filmus o Pino”, es hegemonía o división de poderes, es democracia o dictadura votada. El próximo 27 de octubre se define un sistema, un estilo que, en definitiva, mostrará si el kirchnerismo tendrá un final constitucional o se dirimirá, como otras veces, en las plazas…

Es verdad que pocos se atreven a imaginar la foto de Cristina entregando el cetro y la banda, es verdad que el daño justifica en muchos casos, el no desearlo; pero es necesario que esa imagen empiece a dibujarse porque de no ser así, las consecuencias serán nefastas para el país.

Hoy, la Argentina está en manos de barras bravas. Al hablar de barras bravas nos referimos a la violencia que oculta el sentido de las formas de expresión de quienes la ejercen. Cualquiera puede ver cercenados sus derechos por un grupo de insurrectos que se adjudican un poder que no tienen. No hay anticuerpos. Vivir en ese estado de indefensión acarrea costos elevados en exceso.

Más allá de los dólares y de los indicadores económicos que miden el crecimiento, después de diez años hay algo contundente: la Argentina perdió calidad de vida, y aunque suene grandilocuente ha perdido también calidad de muerte.

Hoy, se muere por un celular o un par de zapatillas. Hoy, hay sicarios ofreciéndose. Hoy, te quema una incubadora de una sala de primeros auxilios del Estado. Hoy, te sigue matando el cólera… La única diferencia es que no se muestran las estadísticas ni se censan los casos.

Para que no crezca cizaña es menester cortar de cuajo la raíz del árbol. Por eso no se trata de “Filmus o Pino” sino de ser sensatos. Aunque el clima parezca y necesite mostrar que tras la elección, todo será diferente, falta mucho trecho para que eso llegue. Sin embargo, estamos a horas de dar el primer paso, y el primer paso s siempre decisivo.

Ni Filmus ni Solanas son garantía de un lunes 28 con un país serio y decente. Las utopías confunden. Pero la decisión ciudadana es la única guía que hemos de obtener para saber si por una vez al menos, se ha elegido el camino correcto.

Ni Pino va a entregarnos al régimen iraní, ni Filmus va a sumergirnos más abajo de donde ya estamos aunque pueda ser el ancla que nos confine a ese estado. Un paso no es más que eso, un paso. El camino es largo. La decisión más urgente entonces es la de emprenderlo o dejarlo.

En síntesis y para no enredarnos en dialécticas que no aportan nada: no es “Filmus o Solanas”, es caminar o estancarnos.