Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Scroll to top

Top

jueves 28 de junio de 2007

Nuestro drama contemporáneo… en dos actos

La Justicia investiga un posible caso de corrupción sindical en relación a un crédito del Banco Mundial, mientras el presidente ve la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio.

Lo más granado de la “patria sindical” en apuros ante los estrados judiciales

Según informan los medios, el juez federal Norberto Oyarbide abrió recientemente la investigación de una causa que puede hacer mucho ruido, porque es grave.

La que investiga un aparente peculado, delito que se refiere a la malversación de los fondos públicos, penado con hasta diez años de prisión.

Los dineros que se investigan son los provenientes de un gigantesco crédito que fue oportunamente otorgado por el Banco Mundial, de 350 millones de dólares. De ser cierto, sería un escándalo ciertamente mundial, con actores que merecerían el repudio también universal.

Los nombres que aparecen en los medios son los clásicos: los de lo más rancio de nuestra oligarquía sindical, como los del veterano Armando Cavalieri o el del sempiterno bancario Juan José Zanola, audaz y multifacético.

Patético reproche de Néstor Kirchner

La puesta en escena fue populista, al máximo. Como suele ocurrir. Las cosas sucedieron en Río Turbio.

Porque Río Turbio es chico y, por ende, políticamente “manejable”. Muy particularmente cuando las cosas y el escenario se arman cuidadosamente, con un anticipado anuncio de salarios para los mineros, que conforman allí el grueso de los trabajadores locales.

Insólitamente, ése fue el lugar que un Néstor que lucía perturbado eligió para condenar a quienes agredieron, en un restaurante de Río Gallegos, a su hermana Alicia, la ministra de Desarrollo Social, que ahora procura convertirse en gobernadora de la provincia de Santa Cruz. Por aquello de que es necesario “cuidar la estancia”.

La condena es correcta. Pero la reflexión presidencial olvida cuánto hizo, él mismo, para fomentar el ambiente de agitación y crispación que, con el tiempo, naturalmente degeneró en la presunta agresión a su hermana.

La lista de sus responsabilidades es la que sigue. Es larga, aunque sólo parcial, y tiene que ver con rasgos tristes, de los que la actual “Patria Patotera” –que Néstor Kirchner ha constituido y comienza a ser repudiada– es responsable.

Veamos lo realizado por Kirchner, hasta ahora, en una síntesis que está lejos de ser exhaustiva y que usted, lector, puede seguramente ampliar, si lo desea, con otros “cargos”:

• Sembrar la intimidación y las amenazas, convertidos en instrumentos políticos de constante empleo.

• Recurrir a la utilización de piqueteros adictos y hacer pública una escandalosa recompensa a algunos de ellos, consistente en altos cargos en el gabinete nacional.

• Impulsar la siembra permanente de tensiones sociales, recurriendo a la “lucha de clases” cual alumno esmerado de Marx. Como resultado, inundó a la sociedad de odios, rencores y resentimientos, y lastimó su plexo social, de manera de hacer imposible la reconciliación.

• Rehusarse a hacer cumplir la ley, tal como exige nada menos que el compromiso que todos nuestros presidentes asumen al jurar y asumir sus cargos. Esto, sumado a la actitud populista que parte del supuesto de que hay delitos, pero nunca necesariamente delincuentes, desde que la sociedad, y no ellos, sería la responsable de sus actos, lo que inevitablemente desemboca en un clima de abusos y delitos, de anomia, y en una creciente falta de respeto hacia los demás.

• Privilegiar la prepotencia tanto en el andar interno, como en el externo.

• Hacer gala de una mala educación constante, de una falta de la más elemental civilidad, y ser responsable de los más diversos desplantes a terceros, como estilo de gobierno frente a propios y ajenos.

• Recurrir a los insultos, presiones, descalificaciones y a la demonización permanente de todos y cada uno de sus rivales o adversarios; con sayos, etiquetas de toda índole y acusaciones inspiradas en “carpetas personales” que contienen el saldo de una gigantesca cadena de espionaje que ha caído sobre las más diversas personas.

• Impulsar la concentración de poder efectivo en derredor del Ejecutivo, transformando al Parlamento en un mero “sello de goma” y sometiendo, al propio tiempo, al Poder Judicial a través de una reforma del Consejo de la Magistratura que le quita independencia y pone ciertamente en peligro su imparcialidad.

• Permanecer en un marco de corrupción extendida, que empieza a aparecer por todas partes.

• Predicar la adopción del “vudú” económico, como evangelio cuyas consecuencias comienzan a estar a la vista.

• Incitar los ataques a la Iglesia Católica, tratando de desprestigiarla, pintándola arteramente como una institución retrógrada e intentando dividirla.

• Practicar la llamada “borocotización” legislativa, sin fronteras morales.

• Predicar una visión selectiva del pasado que, como lo han señalado nuestros prelados, se empeña en desfigurar la verdad con “una visión sesgada” de las cosas sórdidas del pasado.

• Impulsar la vinculación –cada vez más íntima– con el primitivo Hugo Chávez y ser responsable de la larga lista de desplantes y conflictos internacionales acumulados por nuestro país.

• Cultivar la vinculación incestuosa con algunos de los medios más importantes de comunicación masiva, que aplauden cada paso (aun los en falso) que se da desde el poder y amplifican cada presunto éxito del Gobierno.

• Hacer un manejo escandaloso de la publicidad en las campañas electorales.

• Vivir con una educación en estado de caos, en todos sus niveles. Una salud pública sin medios. Y un sistema de transporte aéreo caótico.

• Generar una inseguridad personal realmente gigantesca –a lo largo y ancho del país– que, no obstante, según el Gobierno, no es tal.

La lista es larga y puede seguir extendiéndose, pero lo antedicho es suficiente como para sugerir que este patológico presidente no puede acusar a nadie de agravios, ni tirar la primera piedra. Porque el daño social acumulado en estos cuatro años es realmente difícil de empardar.

Esto no se puede ignorar, para pretender –como Néstor– estar “sorprendido” por el atropello que habría sufrido su hermana y socia política. Menos aún, para creer que él “no tiene nada que ver”, desde que es responsable directo de haber instalado en la Argentina una profunda crispación social, acompañada de una cuota creciente de intolerancia que alimenta ahora el rechazo que aparece en los resultados electorales, que seguramente se repetirán. © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

\"\"
Se autoriza la reproducción y difusión de todos los artículos siempre y cuando se cite la fuente de los mismos: Economía Para Todos (www.economiaparatodos.com.ar)