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jueves 26 de mayo de 2005

Pablo Avelluto: “El hábito de la lectura está muy caído en la Argentina”

El mercado editorial argentino comienza a recuperarse lentamente, pero ha perdido el lugar de importancia que tuvo en otras épocas. Para Pablo Avelluto, vicepresidente de la Cámara Argentina de Publicaciones, algunas de las causas de la menor demanda de libros por parte de lo habitantes podrían ser la crisis educativa y la pérdida de hábitos lectores.

– ¿Cómo es el panorama hoy del mercado editorial en la Argentina?

– La Argentina fue líder de la industria editorial de habla hispana hasta los años 70. Hoy estamos cuartos, lejos. Detrás de España, que está primera, México y Colombia.

– ¿México y España siempre fueron importantes?

– Sí. Pero, hasta el 70, la Argentina encabeza el primer lugar y les sacaba bastante ventaja a todos los que venía atrás. Toda la generación de escritores importantes como Vargas Llosa o García Márquez se formaron leyendo libros que se editaban en nuestro país. Porque con la llegada del franquismo a España muchos editores republicanos armaron sus compañías en la Argentina. El sector se cayó años después. Y ahora está recuperándose, con problemas pero yendo por un buen camino. Aunque todavía estamos muy lejos de lo que fuimos. Y esto es algo que está muy ligado con el tema educativo: fuimos un país educado y fuimos un país lector. Ahora ya no lo somos tanto.

– ¿Cuántos libros se venden en la Argentina?

– Es muy difícil hacer una estimación del tamaño real del mercado, porque no hay estadísticas serias, sobre modelos de medición internacionalmente aceptados. Recién se las está comenzando a hacer este año. Pero se habla de unos 15 o 20 millones de libros por año.

– Haciendo un cálculo grosero, tendríamos algo así como medio libro por habitante al año…

– Exactamente.

– ¿Qué es lo que más se vende? ¿Qué es lo que más compra la gente?

– Hoy el mercado está particularmente orientado hacia la narrativa. En los últimos años, en particular, hubo un revival de lo que se conoce como narrativa histórica. Es decir, hay una preocupación de algunos lectores por entender el otro lado de la historia argentina. A veces esto toma la forma de novelas históricas, que toma personajes reales y los noveliza…

– Como hizo Félix Luna con Roca o José Ignacio García Hamilton con Alberdi…

– … o María Esther de Miguel con Rosas, claro. Luego está la preocupación de algunos historiadores aficionados o personas cercanas al trabajo de los historiadores, como Felipe Pigna, Pacho O’Donnell el propio Lanata, que están escribiendo libros de historia. Siempre con la idea de que hay otra historia que se puede contar y que no es la que nos contaron en la escuela. Hay también un mercado importante para la novela norteamericana, de autores como Wilbur Smith o Sydney Sheldon. Y hay algunos mega sellers a nivel mundial que también lo son en la Argentina, como “El Código Da Vinci”, toda la saga de Harry Potter o Paulo Coehlo.

– ¿Y los libros de ensayo se venden?

– En ese rubro cayó mucho el libro de investigación periodística, que fue muy exitoso en los años 90, con una ola de títulos de periodistas reconocidos que tomaron casos de corrupción o fenómenos políticos de esos años. Pero hay una especia de saciedad y de hastío de lo que sería la non-fiction argentina.

– ¿Y los lectores quiénes son?

– En su mayoría mujeres. Las mujeres leen más libros que los hombres. Y en la Argentina todavía perdura un público culto –un segmento un poco pequeño para el gusto de los editores– que tiene una memoria de que leer libros es algo importante y que tratan de transmitirle a sus hijos que es bueno leer.

– ¿Y por qué piensa que se lee menos?

– Hay todo un debate respecto a que se lee menos por culpa de la competencia de otros medios, como la televisión. Pero si uno se fija, los países donde los medios electrónicos están más desarrollados son los países que tienen las industrias editoriales más grandes. No es verdad que la gente deja de leer porque mira televisión o navega por Internet. No. La gente consume televisión, consume Internet y lee mucho. Basta con tomar el subte en París o Nueva York para ver la cantidad de gente que está leyendo un libro de bolsillo.

– Pero acá no pasa lo mismo.

– No. En la Argentina el hábito de la lectura está muy caído desde hace varios años.

– Tal vez tendrá que ver con la falta de tranquilidad espiritual para sentarse a leer.

– Para leer se necesitan varias cosas. Pero hay un requisito fundamental que es el más difícil de tener: el silencio. © www.economiaparatodos.com.ar




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