Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Scroll to top

Top

jueves 30 de noviembre de 2006

¿Paralelismo o casualidad?

Una vez más, las clases terminan y las escuelas se llenan de estudiantes que concurren a rendir una gran cantidad de materias que no han aprobado durante el año escolar.

Llega el final del año académico y, con él, vuelve a repetirse (o profundizarse) la problemática de la enorme cantidad de alumnos que se “llevan a examen” un respetable número de materias (me refiero a más de cinco asignaturas).

Lo primero que hay que analizar es si este sistema de promoción de curso que se pensó cuando la inmensa mayoría de los alumnos aprobaban sus materias durante el ciclo escolar debe seguir vigente si los guarismos se han invertido, es decir, si vale la pena continuar con el mismo sistema de promoción cuando la excepción se ha convertido en norma, o ha llegado el momento de buscar otro más adecuado a la realidad.

Otra cosa que hay que tener presente es que en los niveles primario y secundario no es el objetivo único que los alumnos adquieran unos contenidos académicos, sino que también ejerciten una serie de habilidades intelectuales y volitivas. Así, por ejemplo, durante el año escolar muchos profesores piden que los alumnos realicen tarea escolar en sus hogares, con ánimo de fomentar la autonomía para el estudio y la voluntad de ponerse delante de un libro sin nadie que controle en ese momento. Esto no puede evaluarse en un examen. Siguiendo con el ejemplo, una persona con gran habilidad para el dibujo que no haya presentado ningún trabajo durante todo el año probablemente apruebe el examen de Plástica con buena nota, pero sin cumplir con otros objetivos tan importantes como dibujar bien: respetar consignas, esforzarse por cumplir la tarea o practicar con frecuencia. Es muy común ver en aquellas escuelas de un solo turno donde la materia Educación Física se dicta en contraturno a muchos alumnos “rindiendo examen” de la mencionada asignatura, realizando actividad física por un poco más de una hora ya que se quedaron “libres” por inasistencias a esa materia. No parece ser el único objetivo buscado que un alumno sea capaz de realizar 20 abdominales, o que conozca de memoria el reglamento de fútbol, sino que haga actividad física durante todo el año, que obviamente no ha hecho aunque saque 10 por tener excelentes cualidades naturales.

Resumiendo, aun aquellos alumnos que aprueben sus exámenes en diciembre con buenas notas estarán en inferioridad de condiciones, tanto intelectuales como volitivas, con respecto a aquellos que han aprobado promocionando la materia. El único beneficio que brinda rendir exámenes finales de alguna materia es enfrentar una situación estresante y, por tanto, aprender a manejarla, pero esto podría realizarse también para aquellos alumnos que promocionan todas las materias, y de hecho algunas escuelas lo hacen en los años superiores para que los chicos se vayan entrenando con vistas a la universidad. También hay que tener en cuanta que un alumno que se lleva muchas materias y las aprueba estudiando sólo dos semanas es un pésimo ejemplo para los que habitualmente cumplen con su trabajo.

Hay un viejo adagio educativo que he citado en varias oportunidades y versa de la siguiente forma: “Explicamos lo que sabemos, pero enseñamos lo que somos”. Y me preguntaba… esta nueva cultura de dejar para la última instancia la aprobación de un curso escolar, ¿no tendrá nada que ver con lo que sucede, por ejemplo, en el Congreso de la Nación, donde en esta época, a punto de terminar el período de sesiones, se aprueban más leyes en una sesión que las que se aprobaron en todo el “año legislativo”? ¿Tampoco tendrá nada que ver con la cantidad de moratorias que el Estado (nacional, provincial o municipal) propone habitualmente para pagar impuestos, tasas o aportes adeudados y en las cuales, como siempre sucede, el que pagó en fecha sale perdiendo y “es más vivo” el que no pagó? ¿Será esto pura casualidad o habrá un paralelismo entre lo que hace la sociedad joven y la sociedad adulta? ¿Estarán nuestros jóvenes copiándonos o será que cuando crecemos seguimos utilizando los mismos parámetros de la adolescencia? La verdad es que ignoro la respuesta.

El sistema de promoción que hoy está en vigencia parece no servir a los objetivos de la educación. Tenemos que cambiarlo para mejorar la calidad educativa, no importa cuál sea la “ley marco” que gobierne el sistema educativo formal. © www.economiaparatodos.com.ar

Federico Johansen es licenciado en Ciencias de la Educación (UBA) y miembro del equipo de profesionales de la Fundación Proyecto Padres.

\"\"
Se autoriza la reproducción y difusión de todos los artículos siempre y cuando se cite la fuente de los mismos: Economía Para Todos (www.economiaparatodos.com.ar)