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jueves 9 de noviembre de 2006

Planeta ski

Deer Valley, en Utah, es un ski resort que hace las delicias de los aficionados a este deporte. Pero, además, constituye un lugar cuya belleza impacta incluso a quienes no esquían.

El vuelo de Delta Airlines desde Atlanta, Georgia, atraviesa el cielo norteamericano como una flecha desafiante del reloj. Cada kilómetro que el Boeing 767 le come al recorrido es un minuto más de vida para disfrutar en el destino.

A las doce del mediodía, hora local, del día siguiente a salir de Buenos Aires, tocamos el suelo de Salt Lake City, la famosa ciudad de las películas del Oeste y de los mormones. Plantada al pie de las montañas y en las costas del lago salado –al que le debe su nombre–, la capital de Utah es una típica ciudad americana: de calles amplias, un downtown caracterizado por un puñado de edificios altos y deliciosos barrios de chalets que trepan las laderas.

Se cuenta que, aquí, John Smith y sus primeros seguidores mormones encontraron el lugar elegido por la Providencia para levantar la verdadera Ciudad de la Luz. De costumbres ascetas y un rigorismo particular, los mormones se establecieron en este lugar para afianzar sus creencias. Hoy, Salt Lake está poblada, paradójicamente, por más no-mormones que mormones. En sí, no son más de 180.000 habitantes. Pero la cifra es engañosa. Desde Provo, por el sur, hasta Ogden, por el norte, viven, en esa franja, aproximadamente dos millones de personas, en una serie de comunidades contiguas que el hiperfederalismo norteamericano hace que tengan nombres y autoridades propias. Salt Lake se halla en el medio de todas ellas.

A unos pocos kilómetros de allí, un paraíso, mezcla de naturaleza y deporte, se levanta para el goce de los deportistas y la admiración de todos. Deer Valley, considerado en 2005 el mejor centro de ski de los Estados Unidos por los lectores de la revista Ski Magazine, celebra sus 25 años en medio de una demostración impresionante de recursos y comodidades para los esquiadores.

El resort fue sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002 y está situado en el ex pueblo minero de Park City, una pequeña comunidad a punto de morir hasta que alguien la revivió con la idea de convertirla en un paraíso de esquiadores.

Deer Valley es reconocido en el planeta ski como uno de los centros con mejor atención al cliente, con mejor calidad de nieve y con mejores niveles de alojamiento y lugares para comer. Las pistas aparecen repartidas entre cuatro montañas abastecidas por sistemas de elevación de última generación y por impresionantes cañones fabricantes de nieve.

Quienes frecuentan Deer Valley coinciden en destacar la filosofía del centro, consistente en ofrecer una experiencia completa de vacaciones dentro y fuera de las pistas. “Nuestra meta es –dice Christa Graff, gerente de Relaciones Públicas del lugar– ofrecer una primerísima calidad de servicio desde que el huésped llega hasta que se va, ayudándolo en su registro, ofreciendo tours de cortesía, tickets para los medios de elevación y comidas de primer nivel mundial.”

Al llegar, personal de Guest Service lo recibirá al bajar del auto. El centro tiene tres “lodges” –Snow Park, Silver Lake y Empire Canyon– construidos siguiendo los modelos de las clásicas construcciones de hoteles de parques nacionales del siglo XIX. Abundancia de madera y piedra rodeadas de hogares inmensos que dan calor del modo que a las personas más les gusta: quemando leña.

Allí se puede desayunar y almorzar. Se puede disfrutar un chocolate humeante al bajar de las pistas y es posible comprar mil recuerdos en las tiendas de regalos.

Deer Valley cuenta con una escuela de ski para aquellos que comienzan en este apasionante deporte. Y tiene una abundantísima oferta de equipos para alquilar, de modo que no hay que preocuparse por cargar con el equipo propio desde casa.

Cuando Park City moría porque el negocio minero ya no rendía lo suficiente, alguien apareció con un sueño. ¿Por qué no convertir los rústicos alrededores preparados para hombres duros y entrenados para vencer a la naturaleza en un centro de diversión y deporte que sirva de base a aquellos que quisieran dominar la montaña no con trépanos sino con esquíes? El sueño se hizo realidad y no sólo Park City logró sobrevivir, sino que también se convirtió en un lugar admirado por los habitantes del “planeta ski”.

¿Por qué no soñar entonces con visitar Deer Valley? De precios más competitivos que sus rivales de Colorado, la aventura puede aparecer más cercana de lo que parece. © www.economiaparatodos.com.ar

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