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martes 5 de mayo de 2015

Politicas de shock y gradualismo

Politicas de shock y gradualismo

Shock versus gradualismo, es un debate que va ganando presencia entre los candidatos presidenciales. Si bien ningún candidato es explícito sobre este tema, algunos candidatos hablan de, por ejemplo, quitar el cepo y eliminar la inflación rápidamente, otros de tomarse varios meses o toda una gestión presidencial para bajar la inflación a un dígito. Esto no es otra cosa que postura de “shock” por un lado y “gradualismo” por el otro.

 

La oposición a las políticas de shock suelen basarse en que las mismas imponen un costo innecesario a la sociedad. Bajar el gasto público de golpe, por ejemplo, puede generar desempleo y desaceleración de la actividad económica. Por el otro lado, el gradualismo suele quedar a medio camino y las reformas, al quedar incompletas, son inconsistentes y nuevos problemas económicos aparecen en el mediano plazo. El gradualismo, por lo tanto, busca minimizar los costos sociales y económicos durante la transición. La crítica a las reformas en shock, sin embargo, obvian que las mismas también pueden hacerse con un plan de transición que hace justamente del gradualismo una opción innecesaria.

 

Una analogía puede ilustrar el punto. Una muela que causa dolor es retirada en el momento (shock), no de forma gradual. Si el shock no es una mera medida económica aislada, sino que es un plan económico cuidadosamente planeado, entones antes de quitar al muela se aplica anestesia o algún calmante. Si el plan de shock no es cuidadosamente planeado y se hace porque la realidad se lo impone al político, entones es como quitar al muela sin anestesia o calmante. El problema que enfrenta la próxima administración no es sólo encarar las reformas apropiadas para Argentina, sino diseñar un claro plan de transición hasta que las reformas hagan efecto. Esto es distinto al gradualismo donde las reformas se hacen lento, paso a paso, esperando que sus efectos se materialicen gradualmente.

 

Hay, por lo tanto, dos tipos de políticas de shock. Las que posee un plan de transición (plan bien diseñadas) y las que no (plan mal diseñadas.) La crisis del 2001 dejó impregando en la opinión pública que un ajuste fiscal y cambios fuertes (shocks) implican alto costos económicos y sociales. Sin embargo, el manejo que hizo la política Argentina podría ser ejemplo de haber hecho todo lo importante mal: (1) pesificación asimétrica, (2) corralito y corralón, (3) aumento de impuestos, (4) creación de nuevos impuestos, (5) evitar un ajuste racional del gasto público cayendo en default, (6) congelar tarifas sin un plan de salida subsidiando a la oferta en lugar de la demanda, etc. A su vez, estas medidas fueron impuestas por la realidad; Lopez Murphy tuvo que renunciar por proponer un ajuste fiscal notablemente inferior y más ordenado que el que efectivamente sucedió por persistir en el mismo camino de desequilibrios económicos y fiscales.

 

No todos los casos de reformas son tan mal diseñados e implementados como el de Argentina en el 2001. El caso del Milagro Alemán muestra el resultado opuesto. El resultado fue tal que para el momento en que el Plan Marshall entra en efecto, Alemania ya encontraba su economía en recuperación. Las reformas graduales que Argentina llevo a cabo luego del “shock” del 2001 fueron en el sentido contrario al del Milagro Alemán. En Alemania se desregularon precios y se liberó al economía, en Argentina se controlan cada vez más precios y se incrementaron las regulaciones económicas. En su  manual de principios de macroeconomía, Tyler Cowen y Alex Tabarrok se refieren a Argentina como un “desastre económico”; esos pocos países que tienen todo para ser potencia económica mundial pero persisten en esquivar al desarrollo económico. El otro país que aparee como ejemplo de desastre económico junto a Argentina es Nigeria. Japón y Corea del Sur son los dos ejemplos de milagros económicos.

 

Discutir políticas de shock versus gradualismo es útil en la medida que esto implique un plan de transición para navegar las reformas que tarde o temprano van a tener que hacerse, especialmente en lo que respecta desequilibrios fiscales. Y si en lugar de medidas, lo que hay es un plan completo de reforma, entonces correr el riesgo de dejar las reformas a medio camino al elegir el camino del gradualismo parece ser un riesgo innecesario. Es decir, si su dentista es un estadista y la aplica un calmante, ¿para qué quitar al muela gradualmente un lugar de hacerlo en el momento?

 

Nicolás Cachanosky

Assistant Professor of Economics

Metropolitan State University of Denver

Blog: http://puntodevistaeconomico.wordpress.com

Twitter: @n_cachanosky