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jueves 5 de junio de 2008

Reacomodamientos políticos

El desgaste del Gobierno como resultado del conflicto con el campo está provocando que algunos aliados del kirchnerismo comiencen a tomar distancia del ex mandatario y la actual presidenta.

La abrupta caída en la imagen del gobierno, verificada a partir del inicio del conflicto con los productores agropecuarios, se explica, esencialmente, porque el manejo que el kirchnerismo ha hecho de todo el problema ha sido exactamente el opuesto al que la población del país hubiese esperado. En lugar de abrir una instancia amplia de diálogo y negociación de buena fe, el kirchnerismo eligió la mezquindad, la ambigüedad y el cinismo de aparentar un diálogo que nunca tuvo el propósito de contemplar el punto de vista de la otra parte. La población del país percibe esa conducta y por eso la imagen del gobierno se erosiona.

El conflicto con los ruralistas está poniendo de manifiesto que el kirchnerismo ya no expresa apropiadamente los sentimientos mayoritarios de la población del país. El kirchnerismo ha perdido representatividad y por eso sus aliados empiezan a alejarse, empezando por aquellos que están menos comprometidos, como los intendentes “radicales K” y los dirigentes peronistas con mayor vinculación con el campo y menor dependencia económica del gobierno, como el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti y el senador por Santa Fé, Carlos Reutemann. Otros, prudentemente, están evaluando si conviene abandonar el barco kirchnerista y esperando el momento y los argumentos convenientes para hacerlo.

Todo esto es una consecuencia de la negativa del gobierno kirchnerista a dialogar con los productores ruralistas y de su decisión de imponer autoritariamente su política. El problema es que a medida que el tiempo transcurre el desgaste del gobierno por su empecinamiento en sostener su posición es mayor y su margen de maniobra para rectificar el rumbo es proporcionalmente menor. Néstor Kirchner parece creer que su posición política es invulnerable, como si la invulnerabilidad fuera posible en la política, como si cualquier corriente política no estuviera expuesta a desgastarse, equivocarse, perder el apoyo popular.

El kirchnerismo logró un alto grado de apoyo porque accedió al poder en un momento en el que estaba en duda la gobernabilidad del país y, con sus discutibles métodos, logró, al menos, que la situación no se desborde. Sucede, sin embargo, que ese cuadro de situación ha variado. La Argentina de 2008 no es la Argentina de 2003, cuando los desbordes sociales eran mucho más incontrolables. En aquel momento el diálogo era algo mucho más di&ícil porque el clima político y social era mucho más tenso. Entonces, un gobierno como el kirchnerista, dispuesto a “transar” con los piqueteros y con todo tipo de activistas que pululaban como hongos en aquella época, era, pese a todos sus defectos, lo único posible.

Ahora, la situación es otra, el clima social y político es mucho más sosegado, no hay necesidad de un gobierno como el de Kirchner. Se necesita un gobierno con otro perfil, más dialoguista, con menos ánimo de confrontación, con más vocación por administrar con eficacia y organizar la convivencia entre la multitud de intereses y corrientes que forman parte de la multifacética sociedad argentina. El conflicto con los productores agropecuarios es la primera manifestación ostensible del agotamiento de los métodos kirchneristas y por eso no es casual que, a pesar de los perjuicios que provoca, cuente con la simpatía de muchos otros sectores de la sociedad y, en definitiva, no sea visto con malos ojos practicamente por nadie, excepto el gobierno y sus adláteres, como el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich.

A pesar de que la tendencia es declinante, el gobierno kirchnerista se encuentra aún en una posición política fuerte, en buena medida, a favor de la dispersión de sus adversarios pero también porque es muy reciente la aparición de síntomas que ponen en evidencia su debilidad. Este fenómeno, la evidencia de una creciente debilitación de la posición del kirchnerismo, es un dato nuevo de la realidad política. Hasta ahora, el supuesto en base al que todos los actores políticos operaban era que la posición del kirchnerismo era hegemónica. Esa idea ha dejado de estar vigente. Por lo tanto, todos los operadores de la realidad política han comenzado un proceso de reacomodamiento cuyas consecuencias y efectos son aún imprevisibles.

El “tira y afloja” entre el kichnerismo y los productores agropecuarios difícilmente se termine a corto plazo. Si continúa como hasta ahora, a la larga el costo político de este conflicto deberá pagarlo el gobierno pero todo depende de cómo se desenvuelvan los ruralistas, quienes deben tener el tacto de sostenerse en una posición firme pero sin cerrar las puertas a algún tipo de entendimiento en tanto el kirchnerismo les haga llegar propuestas razonables, lo cual es improbable. Pero aún sabiendo que es inútil, por el momento los ruralistas no deben cerrar las puertas al diálogo porque si actuaran de ese modo quedarían desacreditados ante la sociedad. Nada beneficiaría tanto al gobierno como que los productores agropecuarios les den motivo para que el kirchnerismo los acuse de intolerantes, “desestabilizadores”, “golpistas” u “oligarcas”. El desarrollo de este conflicto, por el momento, es desfavorable para el oficialismo. No hay que dar lugar a que encuentre una vía de escape, a menos, por supuesto, que se produzca la inimaginable situación de que el kirchnerismo verdaderamente esté dispuesto a recapacitar, lo cual sería bienvenido aunque impensable…

Mientras tanto, el proceso de reacomodamiento político seguirá su curso y, en la medida en que la imagen del gobierno continúe desgastándose, los apoyos irán desapareciendo y las corrientes opositoras, por dentro y por fuera del peronismo, irán ganando predicamento. Por allí, por la aparición de proyectos alternativos, puede estar la solución al conflicto entre el kirchnerismo y los productores agropecuarios. Estamos en vísperas de que eso empiece a suceder. No será a la brevedad pero los síntomas ya se empiezan a apreciar. Quizá en las elecciones legislativas del año próximo aparezcan manifestaciones concretas de ese reacomodamiento político. Si eso ocurre, la debilidad política del kirchnerismo se habrá tornado manifiesta y los acontecimientos empezarán a transitar por un camino diferente. © www.economiaparatodos.com.ar

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