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jueves 11 de octubre de 2007

Recuperación no es crecimiento

Confundir ambos conceptos no sólo es un error técnico, sino que también tiene profundas implicancias políticas. Además de ser cuidadosos en las definiciones, es preciso evaluar si a este ciclo de recuperación le seguirá uno de crecimiento genuino o uno de desaceleración de la actividad económica.

El gobierno del presidente Néstor Kirchner muestra como el logro más destacado de su gestión el crecimiento de la economía que en el período 2002-2007 alcanzará el 52% (se estima que la tasa de crecimiento de este año estará en el orden del 8%). Tal afirmación constituye un error de carácter técnico con implicancias políticas, toda vez que se confunde crecimiento con recuperación. En efecto, crecimiento es el acrecentamiento del flujo de bienes y servicios en el marco de una estructura productiva dada. Mientras que la recuperación es el proceso por el cual se produce aquello que como consecuencia de una crisis dejó de producirse en función de la capacidad instalada, lo cual es propio de una economía basada en el “stop and go”, que todavía caracteriza a nuestro país.

Con ese marco de referencia metodológica, para que haya crecimiento genuino debe registrarse una corriente dada de inversión que sirva de apoyo a la mayor producción ulterior. Si la inversión es de características tales que produce la modificación de la estructura productiva, se está frente a un proceso de desarrollo económico, tal como ocurrió durante los años 1946-52 y 1958-61.

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(Clickear en la imagen para agrandar el gráfico)

Como puede observarse en el gráfico, el análisis de la evolución del PBI en el período 1993 a 2007 demuestra claramente cómo, luego de haberse alcanzado un pico en 1998, el país comienza un sendero que lo conduce hacia una profunda crisis –consecuencia de graves problemas en la balanza de pagos que son el epílogo de un endeudamiento inédito entre nosotros– que encuentra su piso en 2002, con una caída del 21% del PBI en relación al máximo de cuatro años antes.

A partir de tal caída, comienza la recuperación de nuestra economía de una forma acelerada, hasta alcanzar un diferencial del 52% superior en los cinco años transcurridos desde entonces. A pesar de la magnitud de la cifra, no es exacto que la misma sirva de apoyo a quienes señalan que éste ha sido un período excepcional de crecimiento sin antecedentes históricos.

Alejados de una perspectiva cortoplacista, puede apreciarse que entre el año 1998 y el año 2007, la economía argentina creció un 24%, valor que ponderando la tasa de crecimiento demográfica arroja apenas un 14% por habitante, registro notoriamente insuficiente para alcanzar los niveles de bienestar propios de los tiempos que corren.

La cuestión a dilucidar es si esta recuperación es el prólogo de un ciclo de verdadero crecimiento o si, en cambio, seguirá una desaceleración marcada de la actividad económica. Para dar una respuesta afirmativa, es necesario que la política económica de acá en adelante procure la desaceleración de la inflación presente hasta hacerla converger a valores fluctuantes en el 3 a 5% anual, único medio para aspirar a la elevación de la tasa de inversión en bienes que multipliquen la capacidad potencial del sistema. Ello solo podrá ser posible si se advierte que se ha agotado la estrategia subyacente en la recuperación apuntada, basada en un excesivo nivel de consumo (privado y público) que, por no encontrar correspondencia en una mayor oferta de bienes, ha desembocado –como no podía ser de otra manera– en una tasa de inflación estimada de no menos del 18% en 2007.

Para no ser reiterativo, me permito remitir al lector a mi última nota dedicada a la agenda del próximo gobierno. © www.economiaparatodos.com.ar

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