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lunes 17 de diciembre de 2007

Reflexionando acerca de los límites

La necesidad de ponerles límites a nuestros hijos exige que pensemos acerca de su significado y función, así como en la manera de establecerlos para que sean efectivos.

A menudo, y frente a temáticas de lo más diversas, escuchamos hablar de la “necesidad de poner límites”. Cabe preguntarnos: ¿Qué son los límites? ¿De qué manera los pongo para que sean efectivos?

Frente a un tema tan amplio comenzar por definirlos nos ayudará a guiar nuestra reflexión: el límite es un ordenador, un marco, una barrera que contiene, guía, previene y protege. Estos límites para ser efectivos deben reunir determinadas características.

Tienen que ser:

• Claros: es decir sin dobles mensajes, sin palabras confusas y apuntando a lo que queremos.
• Coherentes: debemos transmitir lo que vivimos, no contradecirnos, es decir ser coherentes entre nuestro actuar y nuestro decir. También es fundamental la coherencia entre los padres. Debemos consensuar una pauta y luego transmitirla a nuestros hijos.
• Firmes: la firmeza implica toda una actitud, que no es enojo, sino convicción, expresada en mi postura corporal, en mi tono de voz, etc.
• Continuos: es decir constantes, perseverantes en el tiempo.

Debemos tener claro los adultos que los límites organizan, ayudan a madurar emocionalmente y por sobre todas las cosas tranquilizan.

Los niños, los jóvenes, a pesar de oponerse, se sienten “cuidados”. Crecer implica enfrentarse a otro que es “adulto” y que me plantea las normas de convivencia sociales y familiares. Si ese adulto no actúa como tal, ese enfrentamiento no se da y por añadidura tampoco se da la maduración esperada y la introyección de las normas.

Es muy importante que nuestros hijos nos vean como adultos con límites, desde lo cotidiano y con nuestro ejemplo los transmitiremos. Somos modelo inevitable e indefectiblemente. Nuestros hijos nos miran todo el tiempo. Recordémoslo.

Si como adultos vivimos en la inmediatez, en la satisfacción inmediata sin poder “postergar”, esto mismo estaremos inculcando en nuestros hijos.

Sin dudas que nuestra actual sociedad posmoderna propicia estas actitudes, pero debemos ser nosotros , los padres y adultos, los que mostremos otra faceta, en donde la reflexión anteceda a la acción, dónde actúe de acuerdo a mis convicciones, a mis valores y no impulsivamente.

Incurriremos en un grave error si con nuestros hijos todo lo satisfacemos “ya”, si colaboramos en “correr” todos los obstáculos del camino. La vida no está libre de “obstáculos” y seguramente “me hará esperar” en muchas oportunidades, por lo tanto tenemos que acompañar a nuestros hijos, guiarlos, no resolver por ellos, ni dejarlos solos.

Seamos adultos comprometidos con la educación en límites con nuestros hijos, nos estaremos comprometiendo con la sociedad, generando los cambios que como argentinos queremos y precisamos. © www.economiaparatodos.com.ar

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