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jueves 5 de febrero de 2009

Sequía y subsidios

¿Es justo que el Estado y, por ende, toda la sociedad se haga cargo de las pérdidas de los productores agropecuarios? Por otro lado, ¿cómo podría no hacerlo después de haber expoliado las ganancias durante años?

La sequía que afecta al campo ha dado lugar a la aparición de un aluvión de reclamos de parte de la dirigencia rural hacia el gobierno para que se le den subsidios a los productores afectados y el gobierno está accediendo a hacerlo, lo cual implica que toda la sociedad –es decir, todos habitantes del país- deberá hacerse cargo de las pérdidas del campo. El presidente de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi expresó sin ambages que "el Estado esta vez va a tener que ser socio también en las pérdidas".

Esto es absolutamente injusto. No hay motivo para que quienes no son productores agropecuarios tengan que absorber las pérdidas del campo. Con ese criterio, también habría que subsidiar las pérdidas de la industria, de los bancos, del comercio… ¿Por qué habría que subsidiar al campo y no al resto de la economía? Es cierto, obviamente, que no hay recursos para subsidiar a todos los sectores pero, entonces, si no hay para todos, lo que corresponde es no subsidiar a nadie porque, de lo contrario, se está vulnerando el principio de igualdad ante la ley.

Pero el argumento de Buzzi tiene un sustento que, si bien está reñido con los principios de la sana administración economica, tiene sentido político… Hace años, desde 2002 exactamente, que el estado viene literalmente robándole a los productores agropecuarios por medio de las retenciones a las exportaciones en momentos en que la rentabilidad del campo era muy elevada. Entonces, ahora, es coherente que la dirigencia agropecuaria pida subsidios.

El gobierno está en un callejón sin salida. No corresponde que le den subsidios al campo pero el kirchnerismo no tiene argumentos para negárselos. ¿Cómo podría no compartir las pérdidas, como dice Buzzi, después de haber expoliado las ganancias durante años? Esto no tiene solución satisfactoria, seguramente se llegará a algún acuerdo “atado con alfileres”, pero el mal ya está hecho y no hay ahora manera de repararlo.

Si el gobierno no hubiese confiscado arbitrariamente las ganancias de los ruralistas durante la época de las “vacas gordas”, los productores no tendrían ahora argumentos para reclamar al estado –es decir, al conjunto de la sociedad- que se haga cargo de las pérdidas provocadas por la sequía… Una sequía es un imponderable que forma parte de los riesgos empresariales inherentes a la producción agropecuaria, del mismo modo que un aumento extraordinario en el precio de los commodities, como el que hubo en los últimos años, forma parte de las oportunidades favorables que el negocio implica. Pero el kirchnerismo eligió socializar las ganancias y eso le “da letra” ahora a los dirigentes ruralistas para demandar que se socialicen las pérdidas.

Si el gobierno no hubiese socializado las ganancias, los productores dispondrían ahora de un “colchón” que les permitiría superar este mal momento sin recurrir al estado y, en el caso de que ilegítimamente lo hicieran, habría argumentos para decirles “ustedes ganaron mucho dinero y se les respetó el derecho a disponer de sus beneficios, no pretendan ahora que el resto de la sociedad pague las consecuencias de una situación desfavorable”.

Pero, además, si durante la época de las “vacas gordas” el gobierno hubiera respetado el derecho de los productores a disponer libremente de la totalidad de sus ganancias, esos beneficios se hubiesen volcado hacia el sistema financiero y, desde allí, podrían haber permitido la financiación de proyectos en otros campos de la economía. Así, las ganancias del campo hubiesen operado como un elemento dinamizador de toda la economía y ahora no estaríamos observando la retracción general que los indicadores señalan. El problema es más complejo porque, para que todo esto se concrete, hubiese sido indispensable que el gobierno garantice la propiedad y la vigencia de normas jurídicas confiables pero, aún simplificando mucho un problema que técnicamente encierra una cierta complejidad, lo evidente es que esta sequía pone de manifiesto, una vez más, la imprevisión, la miopía y la improvisación con la que el kirchnerismo se ha desenvuelto.

Quizá lo único valioso que se pueda extraer de esta situación sea una enseñanza hacia el futuro. No hay proceso económico eterno. Si a un sector de la economía le va muy bien durante un cierto período, no hay que impedir que ese sector obtenga ganancias extraordinarias porque nunca las condiciones que posibilitan beneficios tan elevados duran eternamente. El propio mercado lleva la economía hacia un punto de equilibrio. Y además, esas ganancias, mientras se producen, desencadenan beneficios generales para todo el desenvolvimiento de la economía, en tanto se les permita circular libremente, porque el propio mercado va orientando los capitales hacia las actividades donde existe una demanda dispuesta a consumir los bienes en los que esos capitales hayan sido invertidos. Como corolario de este proceso, el hecho de que el estado haya respetado la libre disponibilidad de las ganancias deslegitima ética y políticamente cualquier reclamo en el sentido de que se solidarice en las pérdidas, evitando de ese modo que el conjunto de la sociedad tenga que pagar por lo que pierde un sector específico.

El kirchnerismo siguió –como siempre lo hace, por otra parte- el camino erróneo en relación a este tema y ahora no tiene argumentos para rechazar los reclamos de los productores agropecuarios, que, naturalmente, defienden sus intereses, aunque eso implique vulnerar los derechos del resto de los habitantes del país, de modo recíproco al que antes debieron padecer ellos cuando los Kirchner se quedaron con sus ganancias en la época de las “vacas gordas”. Ojalá, al menos, lo aprendamos para oportunidades futuras… © www.economiaparatodos.com.ar

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