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jueves 9 de agosto de 2007

Sospechas e ignorancia con el índice de precios

Sin entrar a analizar las intenciones y verdaderas razones de la administración kirchnerista para manipular los índices publicados por el INDEC, los métodos utilizados para lograrlo demuestran una completa ignorancia sobre estadística matemática.

En un reciente trabajo, Gustavo Lazzari, director de políticas públicas de la Fundación Atlas, brindó un interesante enfoque al preguntarse por qué el Gobierno dibuja el índice de precios.

Sus respuestas a ese dilema encontraron cuatro motivos fundamentales, encuadrados en lo que podríamos llamar manipulación de los datos:
1º. para frenar los aumentos salariales, de manera que si las paritarias aceptaban el incremento oficial del 16,5 % pudieran anunciar que los salarios crecían 10 % más que la inflación publicada.
2º. para disminuir los intereses de los bonos ajustables por CER, tal como lo confesó la candidata oficial a la presidencia de la Nación ante empresarios españoles, a quienes señaló que cada punto de inflación nos costaba u$s 421 millones más.
3º. para que el número de personas debajo de la línea de pobreza sea menor, ya que si los precios dibujados son bajos parece que con el mismo ingreso nominal se pueden comprar más bienes y servicios.
para que el indicador de crecimiento económico sea mayor y permita que la estimación del incremento del rubro servicios nos demuestre un crecimiento interanual a tasas chinas.

Estos motivos tienen la finalidad exclusiva de influenciar en la próxima contienda electoral de manera que la tapa de los diarios muestre el éxito radiante del proyecto que ahora ha dado en llamarse “modelo de acumulación con matriz multisectorial de gran valor agregado”, frase compuesta por conceptos sucesivamente añadidos en forma similar a los propulsores y tanques de combustible de los cohetes espaciales.

Sin embargo, si ésa es la intención subyacente en el manoseo de los índices de precios, el camino elegido nos señala otro asunto tanto o más importante que el comentado. Se trata de una fundamental cuestión de ignorancia.

Porque, si en lugar de obrar con ignorancia, hubiesen actuado con inteligencia, habrían podido echar mano de las posibilidades que brinda la estadística matemática. Es decir que podrían haber dispuesto la confección de muchos índices de precios tal como lo hace el Instituto Brasileño de Geografía e Estadística, fundado en 1934 por el gran estadístico Mario Augusto Teixeira da Freitas.

Este serio y confiable organismo técnico brasileño publica no uno, sino siete índices de precios, elaborados según diferentes metodologías científicamente aceptadas y aplicadas uniformemente con los períodos transcurridos desde 1934.

Índices de precios simples

La primera lección de la estadística matemática nos enseña que los números índices pueden determinarse de manera simple o ponderada.

Los índices simples son aquellos que no tienen en cuenta el peso ni la participación de distintas cantidades de bienes consumidos. Es decir, se limitan a consignar precios exentos de cantidades.

Estos índices simples se calculan de diversas maneras, sujetas a metodologías universalmente reconocidas:
a. como una mera suma de precios reales para distintos productos, como ser: alimentos, indumentaria, servicios y bienes de consumo durable. El método toma el resultado de esa suma para un mes determinado y lo equipara a una base igual al número 100.
b. como un promedio aritmético de precios relativos, relacionando el precio de cada producto para un mes determinado con el precio del mismo producto en el mes tomado como base y promediando luego todos los datos relativos.
c. como una mediana de precios, ordenando todos los precios relativos para cada mes y calculando cuál es el promedio entre el más alto y el más bajo. Ese promedio se denomina “mediana de una serie de precios”.
d. como un promedio geométrico de precios, que es una variante del método de promedios aritméticos, con la diferencia de que, en lugar de sumar los precios de los distintos productos, se los multiplica y al resultado se les extrae la raíz con exponente “n”.
e. como un promedio armónico de precios relativos, que consiste en determinar la media aritmética de la razón inversa de todos los precios relativos.

Con estos cinco métodos alternativos, el secretario de Comercio Interior tendría un primer abanico de datos mensuales, concordantes y explicativos de situaciones reales variadas.

Índices de precios ponderados

Pero, si quisieran avanzar en un camino de mayor precisión científica, correspondería ponderar cada uno de los precios relevados por los encuestadores del INDEC por la cantidad realmente consumida. Para ello, se podría utilizar la encuesta de hogares existente, que indica cuál es la cesta o canasta de bienes que componen el consumo habitual de una familia que vive en Capital Federal o en las capitales de provincias.

Esta cesta de cantidades de distintos productos puede permanecer fija e inmutable a través del tiempo para multiplicar cada producto por el precio correspondiente. El método se denomina “Laspeyres” en homenaje al estadístico alemán Etienne Laspeyres (1834-1913), que lo ideó para conocer cuál es el precio actual de una canasta de bienes que se consumía en un tiempo pasado, denominado período base. El método se caracteriza porque supone invariable las cantidades y tipos de productos consumidos. El índice de Laspeyres, utilizado por el INDEC hasta la intervención de enero pasado, permite comparar con un mes determinado una serie de datos extendida hacia el pasado o hacia el futuro.

Como generalmente se afirma que la gente modifica sus hábitos de consumo –cambiando aquellos productos que suben de precios por otros que se mantienen estables, o introduciendo productos que la publicidad les muestra como más atractivos y novedosos– surgió otra fórmula alternativa que se denomina “Paasche”, en homenaje a otro estadístico alemán, Hermann Paasche (1851-1925), quien estableció una metodología diferente que consiste en modificar la cesta o canasta de productos consumidos mes a mes según las preferencias de los consumidores, de manera que se pueda determinar qué precios hubiera tenido en el pasado la canasta de bienes que hoy se está consumiendo. Esta muestra cambiante es multiplicada por los precios de todos los artículos para compararlos con los precios que tenían en el período considerado base.

Cada uno de estos métodos tiene sus pro y contra. De todas maneras, los índices de Laspeyres y Paasche pueden combinarse entre sí, de modo de calcular un tercer índice denominado “Índice ideal de Fisher”. Para obtenerlo, se debe multiplicar ambos cálculos y sacar la raíz cuadrada del resultado de esa multiplicación. Así, se obtiene un tercer índice matemático que promedia geométricamente el índice de una canasta rígida (Laspeyres) con el índice de una canasta flexible (Paasche).

Índices de precios ajustados

Aun más: si se alega que los índices de precios están afectados por circunstancias estacionales –como por ejemplo el precio de las naranjas en verano o el precio del tomate y la lechuga en invierno–, entonces se pueden realizar ajustes estacionales o índices de precios desestacionalizados, los cuales tienen en cuenta esas fluctuaciones periódicas para suavizar su incidencia en el cálculo mensual del índice.

Para eliminar esas oscilaciones más o menos regulares, se pueden emplear diferentes métodos estadísticos: uno, denominado de los promedios móviles, se logra sumando la serie de doce meses, añadiendo el nuevo mes que va a medirse y restando el del año anterior. Tales promedios actualizados van dejando atrás los precios de hace más de un año e incorporan los precios de los nuevos períodos a medida que avanza el tiempo.

Otro método alternativo, más complejo, consiste en determinar el ajuste de las oscilaciones de precios por medio de curvas de series potenciales que permiten eliminar las tendencias de largo plazo sobre los precios. El ajuste de la tendencia puede realizarse con el criterio de una simple línea recta que une la serie de altibajos en los precios o, también, con una curva potencial de segundo grado, denominada parabólica.

Asimismo, pueden utilizarse otras curvas para ajustar datos de un índice de precios: la de Gompertz, activamente empleada en el cálculo actuarial, y la exponencial o logística de Pearl-Reed.

De manera que si los funcionarios del gobierno tuvieran un poco de conocimiento básico de la estadística matemática, se habrían abstenido de obrar como actuaron al destruir la confiabilidad del INDEC. En vez de recurrir a la intervención prepotente y grosera, podrían haber ofrecido un abanico de nueve índices de precios distintos para explicar la realidad del “modelo de acumulación con matriz multisectorial” que su coeficiente intelectual les permita.

Hubiésemos ganado en serenidad, confianza y previsibilidad, para que cada cual pudiese elegir aquella serie de datos que según su particular apreciación se corresponde con la realidad que vive.

Para ello, en lugar de insolencia, deberían haber obrado con respeto. En lugar de prepotencia, tendrían que comportarse con humildad. En lugar de cinismo, hubiesen actuado con recato. En lugar de agredir, habrían sido tolerantes. En lugar de acusar a otros, tendrían que examinar las propias culpas. En lugar de alentar el odio, predicarían el perdón y la reconciliación.

Y ése es el verdadero cambio que esperamos pueda ocurrir en esta Argentina encaminada hacia una elección de vida. © www.economiaparatodos.com.ar

(Para conocer más sobre el modo de cálculo de estos índices, consultar una nota anterior del mismo autor.)

Antonio Margariti es economista y autor del libro “Impuestos y pobreza. Un cambio copernicano en el sistema impositivo para que todos podamos vivir dignamente”, editado por la Fundación Libertad de Rosario.

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