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jueves 13 de abril de 2006

Taiwán profundiza su lucha contra la corrupción pública

Como resultado de una reciente normativa, todos los funcionarios políticos taiwaneses deberán no sólo declarar sus bienes sino también entregarlos en fideicomiso para que durante sus mandatos públicos sean administradores por profesionales independientes.

Según establece una norma, realmente de avanzada en la lucha por la integridad, que acaba de ser sancionada por el Poder Ejecutivo de Taiwán, todos los funcionarios públicos que allí sean políticamente designados -esto es, los no-electos- deberán, al tiempo de asumir su cargo, transferir sus bienes a un fideicomiso especial.

Los que estaban ya en ejercicio de su cargo deberán hacerlo, a su vez, dentro de tres meses de sancionada la nueva normativa, sin excepciones. Incluyendo al propio primer ministro y a otros 131 funcionarios del Ejecutivo, del Banco Central, de la Comisión Electoral, de la futura Comisión Nacional de Comunicaciones y a los embajadores.

Esto coincide con lo que voluntariamente hiciera, en su momento, el presidente de Taiwán, Chen Shui-bian, en cumplimiento de una de sus promesas electorales específicas.

Los bienes incluidos en los respectivos fideicomisos serán administrados por profesionales independientes. Los afectados pueden, no obstante, instruir a los administradores para que procedan a su venta o a su liquidación, lo que, al ocurrir, deben informar explícitamente al organismo de contralor (el llamado “Yuen de Control”)

Tanto los bienes como el dinero en efectivo, las acciones y los bonos -respecto de los que (para defender la liquidez personal) no se requiere que sean necesariamente incluidos en el fideicomiso antes aludido- deben ser objeto de una declaración especial detallada, que deberá ser presentada al tiempo de asumir la función respectiva.

¿Se imaginan si algo similar a esto se pusiera también en práctica entre nosotros, los criollos? Es posible que como consecuencia de ello se produjera toda una estampida de algunos de los más conspicuos representantes de nuestra clase política. Aquellos que tan pronto como llegan al cargo comienzan a vestirse ostentosamente con toda suerte de corbatitas de Hermès, Ferragamo y similares. O camisas de voile. O -en su caso- trajecitos femeninos, de colores soft que, a simple vista, no condicen con el primitivismo social o la rusticidad personal, de lo que ellas, de pronto, cubren. O manejan vehículos 4×4, de alto precio (“Fully equiped”, es obvio).

Lo de Taiwán es para aprender e imitar. ¿Ocurrirá? Apuesto a que no.

¿Se imaginan, lectores, a todos los bienes inmuebles que -como fruto de las cobranzas a docenas de débiles deudores alguna vez realizadas profesionalmente, durante la era militar, por nuestro actual presidente- integran ahora su patrimonio personal, de pronto transparentados y administrados por un tercero? Yo no. A pesar de que ésta es, presumiblemente, una etapa seria de la política argentina, según nos dicen. Aunque sabemos que no es, para nada, así.

Por delante hoy hay solamente más de lo mismo”y, en verdad, la actualidad luce bastante peor de lo que vivimos anteriormente. Al menos para la República, como nos dice la Carrió (a la que -sin embargo- preferimos no escuchar). Como si estuviéramos frente a un imparable deterioro moral de todo y todos, burdamente escondido o ridículamente disimulado mediante toda suerte de escondites, biombos, cortinas de humo, intimidaciones patoteras y disfraces. © www.economiaparatodos.com.ar




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