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lunes 11 de septiembre de 2006

Un gobierno que hace de bombero

Por más que intenten demostrar lo contrario, la economía no está bajo control y el estallido está a la vuelta de la esquina. Los focos de incendio que surgen cada semana no hacen más que recordar que la bomba puede estallar en cualquier momento.

A juzgar por lo que viene ocurriendo en los últimos meses, lejos de tener la situación económica bajo control, el Gobierno se asemeja más a un bombero que a un constructor. Sin plan de largo plazo y basando toda su estrategia en un dólar alto financiado con expansión monetaria, los focos de incendio que se producen hacen que el presidente Néstor Kirchner tenga que estar permanentemente con el casco puesto y el matafuegos en la mano. Y no es que Kirchner tenga enemigos que le quieren incendiar el país, sino que su política económica es propia de un pirómano.

La aceleración de la inflación lo llevó a tratar de frenar la suba del índice de precios con controles y “acuerdos”. En su momento, con la suba de la hacienda, trató de apagar el fuego prohibiendo la exportación de carne, lo cual le generó otro foco de incendio que fue la certeza de que invertir en la Argentina es sumamente peligroso dadas las reglas que imperan.

Cuando el Gobierno no había terminado de apagar el fuego de la carne, tuvo que ver qué hacía con el precio del trigo. Cuando “frenó” el problema del precio del trigo, le saltó otro foco de incendio en los alquileres. En este caso, quiso apagar las llamas tirando nafta súper y casi genera una catástrofe de proporciones. De manera que dio marcha atrás con los controles de alquileres y se lanzó al utópico proyecto de anunciar un plan para conseguir créditos hipotecarios a tasas bajas que se traduzcan en una cuota similar al de un alquiler.

Mientras el Gobierno continúa intentando apagar el fuego de los alquileres, acaba de surgir otro foco de incendio con el tema energético, dado que ya todos empiezan a advertir que, si en el verano hace mucho calor, tendrán que producirse cortes de energía al más puro estilo Alfonsín al final de su mandato. ¿Quién puede invertir en un país en el cual no sabe si al enchufar la máquina va a tener energía para hacerla funcionar? Pero es así: el nuevo modelo productivo no depende de condiciones institucionales para poder funcionar adecuadamente, sino del clima. Si hace frío y la gente prende la calefacción, tenemos problemas energéticos. Si hace calor y la gente prende el aire acondicionado, tenemos problemas energéticos.

Y mientras Kirchner está tratando de apagar los focos de incendio que se le producen en el campo económico, se le arma otra fogata por el tema seguridad. Una gigantesca movilización le hace recordar que el Gobierno no está cumpliendo con su función de brindarle seguridad a la población.

Pero, encima, mientras la gente marcha pacífica y voluntariamente, el funcionario público Luis D’Elía arma una contramarcha que, por sus características y su discurso, hace recordar a Herminio Iglesias, aquel famoso puntero peronista de la provincia de Buenos Aires que en el cierre de la campaña electoral de 1983 no tuvo mejor idea que quemar un ataúd con las iniciales de la UCR. El mismo Herminio Iglesias que decía “conmigo o sinmigo”. El mismo que, cuando le preguntaron qué iba a hacer con el erario público, respondió que “iba a seguir siendo el mismo, de 8.00 a 12.00”.

Y mientras D’Elía nos permite rememorar los tiempos de Herminio Iglesias, a Kirchner se le produce otro incendio con el gas oil, combustible que en el interior del país escasea notablemente.

Mucha gente me dice que uno puede no estar de acuerdo con las políticas que aplica Kirchner, pero resaltan que el hombre es muy inteligente y habilidoso para controlar el poder. No lo sé, pero quienes me dicen eso sobre Kirchner son los mismos que antes me decían que Duhalde era un gran estratega político y que, como buen ajedrecista, tenía en la mente varias jugadas por anticipado. Lástima que al gran estratega le cantaron jaque mate en dos jugadas.

Claro, mientras tanto todos están encandilados con el aumento del PBI. Ese dato me hace acordar al famoso gol de los 25 toques que hizo la Argentina durante el Mundial de Fútbol en Alemania. Lo pasaron por televisión mil veces y parecía que con ese gol nuestro país se transformaba en firme candidato a ser campeón. Ese solo gol ya era suficiente para demostrar que éramos los mejores. Pero no lo fuimos.

Lo mismo pasó en el Mundial de 2002. Teníamos al equipo de mayor capitalización porque, sumando el valor de los pases de cada jugador, la Argentina tenía la selección más cara del mundo. Éramos imparables. Lástima que nos volvimos en la primera ronda.

Y hace dos domingos, Argentina salió a la cancha con Messi, Riquelme y Tévez. Los magos del fútbol mundial. Los brasileros nos hicieron tres goles.

Así como nos creemos los fenómenos del fútbol mundial, hasta que algún rival nos hace caer en la realidad, con los datos del PBI pasa lo mismo. Creemos que podemos seguir creciendo a tasas fenomenales sin inversiones, distorsionando los precios relativos, cerrando el país a la competencia externa, tolerando que funcionarios públicos violen el derecho de propiedad y pateando para adelante una crisis energética que cada vez está más cerca. Nos creemos los fenómenos de la economía mundial haciendo exactamente todo al revés de lo que hicieron los países que lograron desarrollarse.

En síntesis, no nos engañemos: la economía no está bajo control como pretenden vendernos, porque si estuviera bajo control Kirchner no tendría que estar corriendo atrás de cada foco de incendio que se le viene produciendo.

Que yo sepa, ningún estadista reconstruyó un país corriendo atrás del precio del bife de chorizo, del valor de los alquileres o de la cotización del trigo. Cuando esos temas se transforman en una cuestión de Estado, quiere decir que estamos en problemas. © www.economiaparatodos.com.ar

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