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jueves 29 de enero de 2015

Un símbolo inequívoco de narcisismo

Un símbolo inequívoco de narcisismo

Si se ponen en blanco y negro las palabras y la ‘puesta en escena’ de Cristina Fernández -vestida de novia ‘accidentada’-, al darnos sus versiones policiales y políticas antojadizas de la muerte de Nisman, podrá advertirse el agudo narcisismo que la aqueja y, como consecuencia, su falta de escrúpulos personales

El diagnóstico del TRASTORNO NARCISISTA DE PERSONALIDAD que sufre la Presidente, tiene un patrón de conducta muy bien detallado por el prestigioso psiquiatra Enrique Rojas -Director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas de Madrid-, que le adjudica las siguientes características a los pacientes que lo sufren:

1. Tienen un sentido de “auto importancia” casi permanente, que los lleva a exagerar sus capacidades, esperando ser reconocidos como superiores en todo momento, sin logros personales que justifiquen este deseo.

2. Se los ve preocupados exclusivamente por fantasías de éxito ilimitado, poder y brillantez, absolutamente desproporcionados.

3. Creen que son “especiales” y únicos, y sienten que solo son comprendidos o pueden relacionarse con otras personas de alto status.

4. Exigen una admiración sin límites de todo el mundo que depende de sus arbitrios.

5. Son muy pretenciosos y poco razonables al exigir de los demás un trato de favor “especial” para que se cumplan automáticamente sus expectativas.

6. Sacan provecho de quienes los rodean para alcanzar sus metas personales.

7. Carecen de empatía y son reacios a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.

8. Envidian frecuentemente a los otros y creen que los demás los envidian a ellos.

9. Presentan habitualmente comportamientos o actitudes arrogantes y soberbias.

No hay mucho más que agregar. Es un perfecto retrato de Cristina, que a lo largo del tedioso discurso que mencionamos, exhibió a la perfección cada una de las distintas facetas descriptas por Rojas.

Pueden verse así “enquistados” en su personalidad una síntesis de los peores defectos que podrían desearse para alguien que desempeña una función desde la cual decide sobre vida y hacienda de millones de personas.

En distintos artículos escritos durante estos diez años, hemos señalado, partiendo de la opinión de prestigiosos autores mundiales, cuáles son las diversas imposibilidades de la señora Fernández para establecer una buena relación CON NADIE, porque su egocentrismo exultante la ha llevado a una inestabilidad emocional tan intensa que no le permite mantener un contacto sano y apropiado con quienes la rodean.

Según el psiquiatra austríaco Alfred Adler –discípulo de Freud y primero en detallar las características de lo que llamó “complejo de superioridad”-, la conciencia social de estos seres es DEFICIENTE, ya que creen estar por encima de todo y de todos, despreciando reglas y normas mínimas de comportamiento social.

Al narcisista, dice Adler, le resulta muy difícil aprender una conducta distinta, porque sus reacciones emocionales tienen raíces muy fuertes y lo convierten en un paciente que dificulta cualquier trabajo terapéutico (si alguna vez llega a aceptarlo), por el estilo defectuoso que se produce cuando procesa una información, prestando siempre atención desmesurada a los elogios y las alabanzas hacia su persona, según él siempre justificada.

Es muy probable que en vida del ex presidente Néstor, la relación de la pareja Kirchner-Fernández haya sido siempre la que existe ENTRE UN MENTOR Y SU PUPILA, y a la luz del crescendo de acontecimientos trágicos posteriores a su fallecimiento (todavía sujeto a interrogantes), hemos llegado a entender la frase que éste le prodigaba siempre a sus allegados: “no le lleven nunca problemas a Cristina; hablen conmigo antes” (sic).

Los delgados límites que parecen haber existido entre el interés de Néstor por aprovechar al máximo las dotes “histriónicas” y “culturosas” de Cristina y el deseo incontenible de ella para que su difunto esposo la dejara avanzar siempre “un paso más”, sin haberlo conseguido nunca, explican quizá muchos hechos acaecidos en el presente. Como así también, las innumerables referencias habidas sobre pugilatos ocurridos entre ellos en el pasado por la misma razón.

Los giros intempestivos de 180º producidos luego de la muerte de Néstor, tendrían que ver así con una instintiva “vendetta” subliminal post mortem, que se pone de manifiesto cuando Cristina le habla “a” EL y no habla “de” EL como muchos creen.

Por otro lado, cuando endiosa a su marido y lo coloca en un pedestal, puede justificar el origen de un mandato cuasi “imperial” que le habría sido legado por un ser “superior”.

En medio de esta historia de pasiones, no es difícil colegir entonces que Nisman haya pagado con su vida el haber creído en Néstor y tener que rendirle cuentas a Cristina.