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jueves 27 de abril de 2006

Una mujer podría suceder a Chirac en Francia

La dirigente socialista Ségoléne Royal busca convertirse en la primera presidenta francesa. Las encuestas, por ahora, la muestran en ascenso.

En los últimos tiempos, la ola de agitación y violencia de la que han sido testigos las principales ciudades francesas parece haber puesto en evidencia las fracturas que dividen profundamente a una sociedad que luce insegura, confundida, y hasta casi extraviada.

De allí que las miradas de los analistas políticos converjan ahora hacia la próxima elección presidencial, que está prevista para mayo del año próximo.

La figura del actual presidente, Jacques Chirac, que está desde 1995 en el poder, aparece desteñida y sus dos “delfines”, Nicolás Sarkozy y Dominique de Villepin, han sido afectados por ello, así como por las recientes protestas contra el cambio de la legislación laboral pretendido por la administración de Chirac. La desilusión social es, entonces, inocultable. Por diversos motivos. Pero es una realidad.

Por esto, desde el socialismo, una mujer de 52 años, Ségoléne Royal, cree que es el turno de su partido -para retornar al poder- y el suyo propio -para coronarse como la primera mujer que accede a la primera magistratura de Francia-.

Las encuestas -que marcan un ascenso que luce irresistible- están, por ahora, dándole la razón. Elegante y educada, es la única figura política que no está cuestionada fuertemente. Esto alimenta sus ilusiones, y sus chances. Las encuestas sugieren que, si las elecciones fueran hoy, vencería bastante fácilmente al candidato del centro mejor ubicado, Nicolás Sarkozy.

A diferencia de nuestra propia Cristina Kirchner, la candidata francesa tiene ya dimensión internacional y la está apuntalando, razonablemente bien. Cristina, recordemos, intentó apoyar a Michelle Bachelet en la reciente campaña electoral, en Chile. Sin demasiada fortuna. Royal, en cambio, jugó un papel muy eficaz, e inteligente, en la elección trasandina. Actuando sin temor a las objeciones, que las había.

Está previsto que, en junio, Ségoléne Royal aparezca con Hillary Clinton, en la televisión norteamericana. Lo hará seguramente sin demasiados problemas y, como es sumamente culta, en impecable idioma inglés. Tiene no sólo el físico, sino también la presencia necesaria para asumir el papel que quiere hacer. Aunque para algunos también ella sea un caso de buen envase y, en esencia, mal producto.

Royal, proveniente de Poitiers, tiene una actuación regional de la que no abjura desde que no intenta “dar vuelta esa página” en busca de ambiciones mayores y, en cambio, procura construir su futuro sobre la base de un pasado que la ha proyectado al primer nivel de la política francesa.

La educación de Royal es una de primera categoría. No cursó estudios universitarios en facultades de segundo nivel, sino en la misma Escuela Nacional de Administración, una máquina educativa reconocida y eficaz para producir funcionarios de primer nivel, envidiada por todo el mundo.

Entre los hombres, que no están demasiado acostumbrados a ver a las mujeres en la cima de la política, hay quienes, pese a todo, no disimulan su malestar por el empeño que Royal pone en tratar de lograr sus objetivos y la tildan, por eso, de autoritaria. Lo que no es demasiado sorprendente.

Pero la gran pregunta que flota en el aire es si los franceses, como sociedad, están o no maduros para que el famoso gorro frigio rojo repose en cabeza de un presidente mujer. Pronto sabremos la respuesta.

Sin experiencia en cuestiones económicas, ni de seguridad nacional, dará ventaja a quienes la tienen. Entre ellos a su pareja, Francois Hollande, también socialista, que compite contra ella.

Con todo, Royal es una nueva realidad, que ha llegado al escenario para quedarse. Puede ser que ella sea capaz de imponerse en las urnas el año próximo. Particularmente, si el notorio hastío de los franceses con los desgastados “políticos tradicionales” la catapulta a la presidencia de su país. © www.economiaparatodos.com.ar



Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).




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