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martes 19 de abril de 2005

Universidad estatal: ¿ingreso irrestricto y gratuita?

La masividad universitaria atenta contra la calidad de la enseñanza y resta posibilidades a los que realmente quieren estudiar. Por otra parte, no es verdad que la universidad pública sea gratuita: en realidad es financiada por toda la sociedad en su conjunto, incluidos los sectores de bajos recursos que no acceden a ella.

Hay dos temas centrales sobre la universidad estatal sobre los cuales todo el tiempo se debate. El primero tiene que ver con el ingreso irrestricto y el segundo con el arancelamiento. Digamos que los dos temas son: a) ingreso irrestricto y b) universidad gratis.

Veamos primero el tema del ingreso irrestricto. Personalmente, estoy en total desacuerdo con el ingreso irrestricto porque atenta contra la calidad de la enseñanza. Está comprobado que para dar buenas clases el número de alumnos por curso no puede superar los 25 o 30 cursantes. ¿Por qué? Porque dar clases no consiste en que un profesor se pare ante cientos de alumnos y hable durante una hora y media o dos. Eso no es dar clases. Eso es dar conferencias donde la participación del público es mínima. La función del profesor que da clases no consiste en repetir lo que dicen los libros. Para repetir lo que dicen los libros es más eficiente que cada alumno lea los libros en su casa y, en todo caso, de vez en cuando se reúna con el profesor para preguntarle lo que no entendió. Una clase bien dada consiste en que el profesor plantee temas que generen debate entre los alumnos para estimular el pensamiento. El razonamiento de los temas. Un buen profesor dicta clases que van más allá de lo que necesariamente tienen que leer los alumnos como lecturas obligatorias.

Ahora bien, justamente para que el profesor pueda interactuar con sus alumnos es que es los cursos no pueden superar los 25 o 30 cursantes, que es el número en el cual se puede trabajar en serio en clase. Y como el tope máximo para dar buenas clases no puede superar esa cifra, si uno tiene ingreso irrestricto debería dividir a los miles de alumnos que quieren ingresar en grupos de 25 o 30, lo cual daría una cantidad impresionante de cursos que exigirían conseguir docentes capacitados. Cientos de docentes con capacidad como para no limitarse a repetir lo que dicen los libros y transmitir ideas, generar inquietudes y debatir. Y la realidad es que esa cantidad de docentes no existe. Por lo tanto, se terminan armando cursos con 200 o 300 alumnos, sentados en el suelo y sin posibilidad alguna de intercambiar ideas con el profesor. Las clases terminan transformándose, en el mejor de los casos, en simples conferencias que desvirtúan el sentido de cursar una materia.

Si bien es cierto que con el tiempo la cantidad de cursantes va disminuyendo porque muchos abandonan, de todas maneras los perjudicados son los alumnos que quieren estudiar en serio porque no pueden aprovechar al máximo el tiempo que le asignan a las materias que cursan.

¿Quiénes los perjudican? Por ejemplo, los que se anotan en la universidad para hacer política.

Dado que no comparto la idea del ingreso irrestricto, la pregunta es: ¿cómo seleccionar, entonces, a los que ingresen a la universidad estatal? Pienso que un buen sistema consistiría en otorgar los cupos de ingresos a aquellos alumnos que en el colegio secundario hayan tenido los mejores promedios. Hoy en día los chicos que están en el último año del colegio secundario se la pasan viendo cómo va a ser el buzo de egresados que van a usar, organizando el viaje de fin de curso –viaje que encima lo hacen antes de terminar– y preparando fiesta de fin de año. En vez de aprovechar a full el último año, lo desperdician por completo. Si para ingresar a la universidad se tomara en cuenta el promedio de, por ejemplo, el último año del colegio secundario, se estaría estableciendo una regla que forzaría a modificar la conducta anterior. Y si el alumno no cambia su conducta, tiene que saber que no tendrá ninguna posibilidad de ingresar a la universidad estatal.

¿Qué hay sobre la universidad estatal gratuita? Que es falso. Nada es gratis en la vida. Por lo tanto, el verdadero debate no es si tenemos universidad gratuita o arancelada. El verdadero debate es quién paga el costo de mantener una universidad estatal, si es que se da por sentado que tiene que haber una universidad del Estado. Porque una alternativa podría ser que el Estado otorgara becas a los mejores promedios del secundario y que esa beca consistiera en pagarle al alumno el arancel de una universidad privada hasta un determinado tope. Si los padres quisieran mandarlos a universidades más caras, deberían poner la diferencia entre la beca y el mayor costo.

Para mejorar la educación universitaria no hace falta que exista una universidad estatal. Por el contrario, me inclino porque existan universidades privadas que compitan entre si por la calidad académica y, para eso, las universidades deben tener libertad de organizar su programas y sistemas de estudio.

El sistema de financiamiento de la universidad estatal que tenemos hoy en día consiste en una serie de subsidios cruzados donde los sectores más humildes terminan financiando a sectores de clase media y alta para que no paguen el estudio y, lo que es peor, los sectores más humildes terminan financiando a los activistas políticos que se aprovechan de la plata que ponen los pobres con sus impuestos para hacer política de barricada.

En síntesis, si se quiere tener excelencia académica el ingreso no puede ser irrestricto y el debate sobre el financiamiento no es universidad estatal gratuita o arancelada. El verdadero debate es quién tiene que pagar el costo de tener una universidad estatal: ¿el que la usa o el que no la usa? Y si la va a pagar el que no la usa, por lo menos, que la plata no se tire a la basura financiando un sistema ineficiente. © www.economiaparatodos.com.ar




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