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jueves 2 de julio de 2009

Venezuela y su ingreso al MERCOSUR

El Senado de Brasil realizará en breve una audiencia final para decidir sobre la incorporación del país gobernado por Hugo Chávez a la organización sudamericana.

El próximo 9 de julio, la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional del Senado de Brasil celebrará la cuarta -y última- audiencia pública correspondiente al proceso que precede a la toma de decisión -por parte de esa Comisión- acerca del eventual acceso de Venezuela al MERCOSUR como “miembro pleno” de la entidad.

Brasil y Paraguay, recordemos, son los dos países cuyos respectivos parlamentos aún no han ratificado ese acceso. Que lo demoran, entonces. Las legislaturas (i) de la Argentina, el país que (“compañero de ruta” de Chávez) empuja sin cesar la candidatura venezolana, y (ii) del Uruguay, en cambio, ya la han aprobado.

Brasil se apresta ahora a tomar una decisión sobre dicho ingreso, mientras que Paraguay, por su parte, difícilmente lo haga en el corto plazo, atento el enorme distanciamiento real que existe entre el Congreso del Paraguay y el Presidente Fernando Lugo.

Los rumores periodísticos sugieren que la oposición política brasilera -que ha estado hasta ahora claramente en contra de ese ingreso- optaría por aceptarlo, aunque eventualmente sujeto a una serie de importantes condiciones previas, bien concretas.

Esto supondría un cambio de la posición mantenida en junio pasado por la oposición, expresada entonces entre otros -sintéticamente- por el conocido economista y ex Ministro de Desarrollo, Canciller y embajador del Brasil, Celso Lafer, una de las figuras públicas brasileñas más identificados con la importancia estratégica, comercial y de valores del MERCOSUR, que considera no solo un esfuerzo genuino de integración profunda, sino un mecanismo de convergencia con el cual está directamente comprometido el destino mismo de la región.

Para Lafer, el acceso de Venezuela al MERCOSUR sin una precisa negociación previa de sus condiciones de acceso supondría un verdadero “salto al vacío” en esta materia, confiriendo un “cheque en blanco” a Venezuela, sin discutir aspectos que son esencialmente técnicos.

Esto no sería, nos dice, una postura razonable, ni sensata, en un proyecto de integración de la magnitud y de la envergadura del MERCOSUR, desde así se comprometería su perfeccionamiento y hasta su misma identidad.

Eso no estaría en línea, advirtió, con los tradicionales hábitos cuidadosos normales del Brasil en este tipo de cuestiones.

Al decirlo, cabe recordar, trajo a colación un antiguo y colorido proverbio portugués, que dice: “Abre un ojo para vender y dos para comprar”. Agregando que hay que abrir (grandes) ambos ojos para decidirse a aceptar a Venezuela en el MERCOSUR. No haber seguido ese consejo, sostiene Lafer, llevó al Congreso argentino a buscar ahora un freno al ingreso de Venezuela, antes aprobado a la ligera. En rigor, no al Congreso (que, en la peculiar interpretación de la República que hacen los Kirchner, es apenas un mero “sello de goma” del Poder Ejecutivo).

El proyecto de integración del Presidente de Venezuela, Hugo Chávez -recordó entonces asimismo Celso Lafer- no coincide con el del MERCOSUR. Porque Hugo Chávez concibe la integración como parte de su particular visión de un mundo esencialmente dividido entre amigos y enemigos, lo que debe ser muy preocupante, así como su creciente intimidad con Irán y la dimensión de su enorme militarismo, recostado en la provisión de armamentos por parte de la Federación Rusa.

Incorporar a Venezuela como miembro pleno del MERCOSUR supondría, recordó en su momento, como ha señalado ya el Senador Heráclito Fortes, “transformar al MERCOSUR en una tribuna de proselitismo bolivariano, en el peor sentido”. Porque se generarían así inevitablemente conflictos de concepciones, visiones y hasta de intereses.

A todo ello agregó una referencia a la cláusula democrática del MERCOSUR que fuera formalizada en el Protocolo de Ushuaia, en 1998. Con ella recordó las expresiones soeces de Chávez respecto del Congreso del Brasil, al que calificara de “lacayo del imperio”, lo que considera una clara expresión de su hiper-personal “anti-democratismo”, lindante con el fascismo, expresado en una Constitución de corte cesarista.

En conclusión advirtió entonces y las cosas no parecen haber cambiado para bien, sino, en todo caso, empeorado sustancialmente:

1. Que es preciso, en interés del Brasil, mantener una buena cooperación económica y política con Venezuela.

2. Pero que -no obstante- incorporar a Venezuela al MERCOSUR como Miembro Pleno es, en este momento, una imprudencia a la que cabe calificar de peligrosa, desde que supone comprometer la identidad, la eficiencia y hasta el futuro mismo del MERCOSUR.

No es poco. © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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