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jueves 4 de octubre de 2007

Papelón venezolano

Sin lograr conseguir el apoyo internacional necesario, Hugo Chávez debió retirar la candidatura de su país al Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas.

El año próximo, la Argentina, Brasil (que va por su reelección) y Chile, salvo imprevistos, ocuparán los tres asientos asignados a América Latina en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Venezuela, que pugnaba con esos países por ingresar, acaba de anunciar el retiro de su candidatura. Se había inscripto antes que Chile, pero su candidatura se fue desinflando con el paso del tiempo, lo que era ciertamente previsible, atento la naturaleza del régimen de Chávez.

Como sucediera cuando, en su momento, tratara de ingresar al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la patológica Venezuela “bolivariana” no logró obtener el apoyo (esto es, los votos) necesario para poder ser elegida.

En este caso, se trataba de lograr 97 países que estuvieran dispuestos a apoyarla en su objetivo, lo que no se obtuvo. Por segunda vez Venezuela ha sido dejada de lado por la comunidad internacional. Quizás por esto Hugo Chávez, que el año pasado protagonizara un verdadero papelón internacional (por el que luego admitió él mismo el error cometido), al faltar el respeto -a todo y a todos- desde el podio de la Asamblea General de la ONU, en esta oportunidad prefirió quedarse en casa, preparando -con toda minuciosidad- la preocupante gira regional de Mahmoud Ahmadinejad, el radical Presidente de Irán, que incluyera a su país y al grupo compuesto por los más notorios “socios bolivarianos” regionales que ha Chávez organizara, o sea: por Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

Argentina, después del “pedido (a Irán) de colaboración eficaz” con la investigación judicial que se ocupa del atentado terrorista contra la AMIA que fuera formulado por el Presidente Néstor Kirchner en su reciente alocución en la ONU, contestada (como cabía suponer) con la habitual “aspereza” por parte de los divinamente “inspirados” representantes de la teocracia iraní, quedó esta vez fuera del itinerario latino de Ahamadinejad, como era quizás de esperar.

La esperanza de que el Consejo resulte más eficaz en sus esfuerzos por asegurar la vigencia de los derechos humanos en el mundo se están desvaneciendo lentamente a medida que empieza a verse la forma en que la nueva institución (que reemplazara a la anterior Comisión, que terminara desprestigiada por haber sido “usada” (en rigor, “tomada”) por los principales violadores de derechos humanos como mecanismo para evitar ellos mismos ser inspeccionados y, mucho menos, sancionados. Países como Cuba, que se enquistan en estos organismos, jamás aceptan ser visitados por los funcionarios de la ONU encargados de seguir la situación y evolución del respeto por los derechos humaos en su interior (como en su momento procedieran los regímenes militares en Chile y en nuestro propio país). Lo que es lamentable porque frustra -con la complicidad opaca de muchos- la tarea y responsabilidades que están a cargo de las Naciones Unidas.

Aprovecho para destacar que Michelle Bachelet este año visitó a la ONU acompañada no solo de los presidentes de los partidos que integran la coalición de gobierno (o sea de la “Concertación”), sino también por los presidentes de los partidos que conforman la oposición, aglutinada en la llamada “Alianza”, o sea por Hernán Larraín, de la UDI, y por Carlos Larraín, de Renovación Nacional. De este modo señalaba al mundo que Chile tiene un modelo común de inserción al mundo. En lo económico, ciertamente. Pero también en lo que hace a las grandes líneas de su política exterior, lo que muestra madurez. Solo el presidente del Partido Comunista de Chile rechazó la invitación de Michelle Bachelet, porque obviamente no coincide en el exitoso “modelo” chileno que los demás defienden.

Qué distinto de nuestras autoridades. Se imagina, lector, que habría pasado si el matrimonio “que es Kirchner” hubiera invitado a acompañarlos en la “comitiva” a la ONU a López Murphy, Lavagna, Macri, Carrió, Rodríguez Saa y otros? Nos hubiéramos llenado de asombro con la noticia y, mucho más, con la disposición presidencial al diálogo y a “mostrar” siquiera a los dirigentes de la oposición. Más aún a evidenciar las gigantescas diferencias cualitativas que existen entre el matrimonio y ellos, que son obvias. Algún día alcanzaremos el objetivo del país unido, que por ahora está distante. Particularmente después de algunos años de siembra constante de resentimientos, odios, violencia, anomia, faltas de respeto, agresiones, demonizaciones, insidia, descalificaciones, etc.., realizada desde lo más alto del poder. ¿Triste, no es cierto?

Mientras tanto, como ardientes defensores de los derechos humanos somos selectivos en nuestras apreciaciones sobre el tema. Afuera y adentro. Sin advertir cuanta verdad hay en lo que Michelle Bachelet dijera desde el podio de la ONU (que usó por espacio de once de los quince minutos que le correspondían, leyendo pausadamente, por oposición a la lectura apurada, tragándose sílabas y hasta palabras, sin levantar siquiera la vista, realizada por Néstor Kirchner, en su lamentable intento de tratar (como en el colegio) de “comprimir” en el tiempo posiciones y propaganda) “no hay un lugar distante, ni situación ajena cuando se trata de proteger la dignidad de las personas”. Digo esto porque me hubiera gustado una posición mucho más enfática y notoria en relación con lo que sucede con el régimen de Myanmar y su represión de monjes, monjas y personas que pacíficamente reclamaban libertad. Una pena, pero ocurre, como tantas veces, que lo cierto es que no podemos sino levantar -apenas- la mirada un poquito por encima del horizonte más inmediato, lo que define una política exterior como “pequeña”. Para quienes, inevitablemente, están acostumbrados a interpretar el mundo desde la lejana ciudad de Río Gallegos, esto no es realmente demasiado sorprendente.© www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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