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lunes 21 de marzo de 2011

LA HISTERIA K

Los groseros horrores de política económica hacen que los bienes que componen la canasta del IPC suban más rápido que el resto de los bienes. Como de costumbre, antes de reconocer el problema, el gobierno reacciona con medidas histéricas.La política económica del gobierno podría definirse como una política histérica. El diccionario de la Real Academia Española define histeria como: 1) estado pasajero de excitación nerviosa producido a consecuencia de una situación anómala y 2) Comportamiento irracional de un grupo o multitud producto de una excitación.

Esta definición es el reflejo de un gobierno que, además de tener un discurso altamente agresivo, adopta medidas histéricas.

Por ejemplo, cuando el gobierno ve que el saldo de balance comercial comienza a disminuir por sus propios errores y a pesar de los buenos precios internacionales de los productos de exportación, reacciona histéricamente limitando las importaciones.

Cuando quiso demagógicamente tener carne barata, reaccionó histéricamente trabando la exportación, desestimulando la actividad del sector y hoy hay que pagar la carne más cara que cuando quiso bajarla artificialmente.

Cuando vio que los precios se le disparaban en el electoral año 2007, optaron por intervenir el INDEC y destruir su credibilidad.

Cuando ven que el IPC que miden algunas consultaras privadas dan más alto que el que publica el INDEC, reaccionan histéricamente multando a las consultoras.

Para ir directamente al IPC que tanta histeria está generando en el gobierno. ¿Por qué sube tanto? Sobre este tema he escrito en otras oportunidades, pero ahora quiero mostrar otro aspecto del problema.

En primer lugar, el IPC es un índice que mide una canasta de bienes y servicios para una familia determinada. Esto quiere decir que no refleja lo que le ocurre al conjunto de las familias. La canasta de bienes y servicios de una familia de bajos ingresos es diferente a la canasta de una familia de ingresos medio y altos. Ahora bien, justamente el comportamiento histérico del gobierno con el tema del IPC tiene que ver con las groserías que comete en materia de política económica, dado que afecta a los sectores de menores ingresos y se refleja en el IPC. Paso a explicar el porqué.

Los economistas sabemos que en los procesos inflacionarios no todos los precios suben al mismo tiempo y a la misma tasa. La explicación de este fenómeno es la siguiente.

El gobierno decide aumentar el gasto público. Supongamos que aumenta el gasto en construir puentes. También supongamos que financia ese mayor gasto con emisión monetaria. ¿Cuál es el proceso económico que se produce en el medio? La moneda emitida por el Banco Central va a parar a la compra de cemento, hierro, asfalto y demás insumos para construir el puente. Quienes venden cemento, hierro, asfalto, etc. ven incrementada su demanda porque reciben los pesos emitidos por el Banco Central y suben los precios. Esos pesos luego van a parar a manos de quienes les venden los insumos a quienes producen cemento, asfalto, etc. y al incrementarse la demanda suben los precios. Y así sigue el proceso, el dinero emitido ingresa al sistema económico por un sector, el que eligió el gobierno para gastar, y luego va derramándose hacia otros sectores.

Cuando este proceso de aumento del gasto público financiado con emisión monetaria no es puntual, sino que es sostenido como el que estamos viviendo nuevamente en la economía argentina, el dinero sigue fluyendo, ingresando primero por un sector y luego se derrama hacia otros sectores, generalizando el aumento de precios pero a ritmos diferentes.

El primer punto a destacar es que este proceso de aumentar el gasto público y financiarlo con emisión monetaria, no solo genera inflación sino que distorsiona los precios relativos, justamente porque unos precios suben antes que otros y a diferentes tasas. En el ejemplo que doy sobre el puente, el efecto es que si el empresario del cemento cree que esa mayor demanda se mantendrá en el largo plazo, invertirá para ampliar su capacidad de producción. El problema se presenta cuando la inflación se transforma en intolerable para la población y viene el momento de sincerar las variables. En ese punto quien fabrica cemento descubre que buena parte de la demanda adicional que tenía era artificial y que la inversión que hizo en ampliar la fábrica estaba basada en la distorsión de los precios relativos generados por el gobierno al aumentar el gasto y por la inflación generada por el Banco Central.

Hecha la descripción del proceso inflacionario y porqué unos precios suben antes que otros, vayamos al tema actual del IPC.

El gobierno está despilfarrando fortunas en los mal llamados planes sociales. Lo que hace es darle dinero a la gente mediante esos planes, que yo denomino antisociales porque no incorporan a la gente al sistema productivo, para que tengan capacidad de demanda. ¿Y qué compran esos sectores usados por la dirigencia política? Básicamente bienes de consumo como alimentos, algo de vestimenta y cosas por el estilo. Todos productos que tienen peso en la canasta del IPC. Siguiendo la lógica de que en todos los procesos inflacionarios los precios no suben al mismo tiempo, lo que está ocurriendo es que justamente los bienes y servicios que componen la canasta del IPC tienden a subir más rápido que otros bienes y servicios. Por eso el impacto en el IPC que el gobierno insiste en negar y con histeria trata de esconderlo, primero interviniendo el INDEC y ahora multando a quienes publican su propia estimación de IPC.

El populismo que impregna a la política económica del gobierno, apunta a generar una sensación de prosperidad artificial del consumo, por lo tanto, por definición está distorsionando los precios relativos, distorsión que se traduce en un aumento más acelerado de los bienes de consumo que, insisto, pegan en el IPC. En rigor, el gobierno estimuló el consumo con los planes antisociales, con más empleados públicos y con incrementos de salarios en el sector formal de la economía por encima de la productividad. Desvió recursos del paso previo que es la inversión para generar ingresos, directamente hacia más consumo sin inversión. Es más, hizo lo imposible para que no hubiese más inversión. Inclusive generó consumo de stock de capital como es el caso de la infraestructura, particularmente en energía.

Cabe destacar que si el gobierno hubiese financiado este mayor consumo con impuestos, habría mantenido relativamente estable el nivel general de precios porque le habría quitado poder de demanda a unos sectores (quienes pagan más impuestos), incrementando el poder de demanda de quienes reciben esa transferencia de ingresos. Unos precios hubiesen subido y otros bajado. Pero el impacto en el IPC igual se hubiese generado porque, aún financiando el mayor consumo con impuestos, hubiera generado más demanda artificial en los rubros del IPC.

El problema que tiene el gobierno es que no solo suben más rápido los precios del IPC, sino que también suben todos los precios porque financia el gasto con emisión. Tenemos un cambio artificial en los precios relativos y aumento generalizado en todos los bienes y servicios, salvo los que el gobierno tiene pisados como es el caso de los servicios públicos.

En síntesis, el lío con el IPC lo armó el gobierno al no basar el aumento del consumo en incrementos del salario real fundados en mayores inversiones y productividad. Cómo puso el carro delante del caballo y ahora se le complica avanzar, la reacción ante la dura realidad es la de siempre: con un comportamiento histérico.

PD: El comportamiento histérico también se detecta fácilmente en los ciberk que solo saben usar la agresión, el insulto y la mentira como forma de descalificar al que escribe en vez tirar alguna idea mínimamente lógica. Es más, la reacción histérica se acentúa cuando uno demuestra que su discurso social es una pantalla para esconder políticas que solo benefician a unos pocos. No toleran que uno demuestre que sus políticas perjudican a los sectores más humildes. Por eso reaccionan histéricamente.

Cuando escribo para otros medios suelen aparecer ciberk diciendo que yo predije que el dólar iba a llegar a 8 pesos, cuando jamás dije tal cosa por la sencilla razón que no creo que el economista pueda decir con exactitud cuándo y cuánto va a subir el dólar. Si lo supiera no tendría que trabajar. Solo me limitaría a arbitrar con total certeza en los mercados.

También la histeria los lleva a decir que yo defendía la política económica de los 90, siendo que tengo publicadas infinidad de notas en El Cronista y La Nueva Provincia, diarios para los que escribía en esos años señalando la inconsistencia entre convertibilidad y déficit fiscal. Es más, en esos años siempre sostuve que Cavallo había entrado a la convertibilidad con un tipo de cambio muy bajo.

En definitiva, la histeria parece ser el denominador común de los funcionarios k y sus seguidores, sean estos incondicionales o simplemente rentados.