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domingo 26 de junio de 2011

Las opciones económicas del próximo gobierno

Más tarde o más temprano alguien tendrá que asumir el costo político de decir que se acabó la fiesta artificial de consumo. Qué haría un nuevo gobierno kirchnerista o un gobierno de la oposición.

El proceso económico normal, sin inventos raros, indica que para que un país pueda tener salarios reales cada vez más alto debe seguir la siguiente secuencia: 1) crear condiciones institucionales para atraer inversiones, 2) el ingreso de capitales que se hunden en inversiones en el sector productivo genera más demanda de mano de obra, 3) esa mayor demanda de mano de obra incrementa el salario, 4) las inversiones en bienes de capital aumentan la productividad de la economía y ese aumento de productividad permite pagar salarios más altos, conduciendo a un mayor consumo.
Este es el proceso lógico que ignoró el kirchnerismo. Fue directo a aumentar el consumo. Para lograr ese objetivo de generar un consumo artificialmente alto usó varios mecanismos (consumo de stocks de capital, impuesto inflacionario, mayor presión impositiva, confiscaciones, etc.) y tuvo de su lado la suerte de la santa soja. Es más, a pesar de todas las barbaridades económicas que se dijeron en el 2008 para impulsar la 125, entre ellas estaba el argumento de que era necesario diversificar la producción de granos por cuestiones ecológicas, lo cierto es que en la campaña 1999/2000 la soja representó el 34% de la producción de los principales granos (trigo, maíz, girasol y soja). En la campaña 2009/2010 la soja representó el 62% del total de producción de granos. En otras palabras, si el objetivo era desojizar la producción de granos, lo único que consiguieron fue incrementar la producción del yuyito, mientras la producción de trigo bajó de 15,3 millones de toneladas a 7,5 millones. Hoy se produce la mitad de trigo de lo que se producía 10 años atrás.
Ahora bien, otro dato a tener en cuenta es que en las últimas campañas las exportaciones de soja crecen más por el precio internacional que por cantidad producida y no se ve que en un futuro inmediato pueda producirse otro salto de productividad en la soja. Es decir que para seguir financiando su política populista el gobierno tendría que aposta a que la soja siga subiendo de precio. Quienes hayan leído el documento de trabajo que hicimos con Dick Schefer sobre si el actual precio de la soja es sustentable, saben que ese escenario es poco probable.
Para imaginar el futuro económico que nos depara el escenario electoral, tenemos que tener en cuenta los problemas que se han generado y las posibles “soluciones”.
En primer lugar, sabemos que al poner el acento en el consumo y despreciar la inversión, el gobierno tiene que seguir buscando mecanismos de financiamiento para sostener el mayor consumo o bien aplicar el temido ajuste. Como el kircherismo no va a asumir el costo político del ajuste, entendiendo por costo del ajuste decirle a la gente que llegó el momento de la verdad y que hasta ahora habían consumido por encima de las posibilidades reales y que la fiesta se acabó, el economista solo puede trabajar por descarte y ver qué puede hacer el próximo gobierno.
¿Cuáles son sus opciones? Aumentar impuestos es poco probable. No hay mucho margen para seguir expoliando a los contribuyentes. Puede colocar deuda interna desplazando al sector privado del mercado crediticio, pero eso le enfriaría la economía, así que esta herramienta tiene bajas chances de ocurrir. Colocar deuda en el exterior es posible pero pagando altas tasas de interés. Más impuesto inflacionario es otra opción, pero se corre el riesgo que se le desmadre la inflación. ¿Qué le queda? Confiscar algún stock o flujo del sector privado. La realidad es que mucho stock de activos líquidos no hay, por lo tanto la opción que quedaría pasaría por confiscar algún flujo, por ejemplo, estatizar el comercio exterior de granos.
Las opciones de política económica que entran en el menú del kirchnerismo son básicamente las mencionadas. Más inflación y nuevas confiscaciones de flujos, lo cual implicará desestimular más la inversión. Si estatizaran el comercio exterior de granos seguramente terminará pasando lo mismo que pasó con la carne. Se impidió la exportación de carne vacuna, los productores liquidaron sus rodeos y, durante un tiempo hubo carne barata, pero en el largo plazo ocurrió lo que tiene que ocurrir cuando uno comete gruesos errores en economía. Hoy el precio de la carne es prohibitivo, por eso el consumo bajó de 75 kilos por habitante por año a 55 kilos y, encima, los frigoríficos están en crisis porque no tienen materia prima para trabajar. Sencillamente no hay vacas para faenar. Esto lleva a problemas de ocupación en el sector. Lo mismo ocurrirá con la soja si el gobierno estatiza el comercio exterior. Al principio tendrá más recursos para financiar el populismo, pero luego, el desestimulo hará que se produzca menos soja (igual que los casos de carne y gas) y se habrá matado a la gallina de los huevos de oro.
Es decir, las opciones de un eventual tercer mandato kirchnerista solo pasan por arruinar más la economía para sostener, con parches, un consumo artificialmente alto por otro tiempo más hasta que todo termine en una nueva crisis económica. Obviamente que este camino requerirá de un autoritarismo creciente.
¿Y por el lado de la oposición? Francamente no veo a ningún candidato dispuesto a hacer el trabajo sucio de sincerar la economía en términos nominales. Esa historia de que van a hacer un plan económico para bajar la inflación gradualmente a un dígito en el plazo de 4 años es un cuento chino que los economistas sabemos que no puede funcionar. No es lo mismo dominar una inflación del 5% anual que una del 25 o 30 por ciento anual y, encima, con una batería de subsidios que se come el presupuesto. Es comprensible que los políticos no se animen a decir que para dominar la inflación van a tener que tomar medidas muy duras, porque si dijeran eso la gente no los votaría, pero cualquier persona medianamente informada en temas económicos sabe que en algún momento se acabarán los boletos de colectivo, tren y subte baratos así como la energía y el gas. Recomponer solamente este tema implica pagar un costo político importante.
Pero también tenemos un gasto público infinanciable, por eso el gobierno confisca activos, nos mata con impuestos, inflación y se come las reservas del Central. ¿Pregunta? Alguien de la oposición se animará a anunciar una baja del gasto público en términos nominales. En 2001 López Murphy lo intentó y los medios y dirigentes políticos le saltaron a la yugular. Además, ven lo que pasa en Grecia y les agarra pánico.
Trabajando por descarte para imaginar el futuro económico, analicemos las opciones. Sabemos que hay dos factores de producción: 1) mano de obra y 2) capital. Hoy día las empresas tienen costos laborales que no se corresponden con la productividad de la economía y medidos en dólares son más altos que en la convertibilidad. Por el lado del stock de capital hubo consumo (rutas en mal estado, sistema energético colapsado, menor cantidad de cabezas de ganados, etc.). ¿Puede haber más inversión en stock de capital? Para eso tendría que regresar los capitales al país y tener previsibilidad en las reglas de juego. Con el kirchnerismo no regresarán y con la oposición se tomarán su tiempo para ver si aplican políticas económicas sensatas.  
No veo que en un próximo gobierno, kirchnerista o no kirchnerista, vayamos a tener un aluvión de inversiones en el sector real de la economía que reemplace el consumo como motor del crecimiento.
¿Entonces? La única opción que queda será hacer barato uno de los dos factores de producción. Como el costo de capital no pueden reducirlo por el riesgo argentino, solo queda bajar los salarios.
Y aquí viene el gran punto: ¿alguien se animará a bajar los salarios en términos nominales? Si la respuesta es no, el lector ya sabe cómo termina esta historia: caída del salario real con otra llamarada inflacionaria. En el caso del kirchnerismo posiblemente esa llamarada se postergue un tiempo con la estatización del comercio exterior. En el caso de la oposición tendrá menos margen de acción si es que pretende diferenciarse del oficialismo en cuanto a la arbitrariedad de las medidas que se adoptan.
El final de esta historia ya lo conocemos. La única duda que me queda es cuánto colchón social tiene hoy la Argentina para que la gente acepte pacíficamente el nuevo choque contra la realidad. Hoy la pobreza y la indigencia son demasiados altos como para bancarse otra llamarada inflacionaria al estilo 1975, 1982, 1989 y 2002 sin que se produzca un alto grado de conflictividad social.
El kirchnerismo nos ha metido en un gran problema. Si gana CFK las elecciones de octubre heredará su propio Frankestein económico. Si gana la oposición tendrá que lidiar con el monstruo económico que crearon Néstor y Cristina.