La mitomanía Kirchnerista
La impunidad, en un sentido amplio del término, es doblemente peligrosa por cuanto no sólo tiende a perpetuar un orden de cosas execrable, sino que, más aún, lo exacerba.Y esto no refiere exclusivamente a desaforados casos de corrupción, sino también a cuestiones que en apariencia (sólo en apariencia) resultan acaso menos significativas, tal como la mentira.
Así como una persona que miente habitualmente a un grupo de pares que no le reprochan ni corrigen termina haciendo de su engaño una actitud regular, de la misma manera un gobernante que miente, roba, manipula, amedrenta y oprime a un pueblo que no despierta ni exige respeto acaba haciendo de su depravación una conducta igualmente sistemática.
Nos enfrentamos a una problemática que, cuando la moral está devaluada, se rige por meros criterios de utilidad. ¿Qué costos tiene mi mentira, comparados a los beneficios que puedo obtener de ella? Tal es la interrogante que se formula este tipo de personas, consciente o inconscientemente, en una suerte de balanza imaginaria. Del cálculo puntilloso, pues, derivan su proceder.
Demasiados años de permisividades, vistas gordas y sumisiones cobardes le han pintado al kirchnerismo un panorama en el que el envilecimiento no paga; no tiene costo alguno y, desafortunadamente, sí jugosos beneficios. Se trata de un proceso perverso que se retroalimenta a sí mismo: una maldad no pagada brinda una cuota de poder adicional que hace que la próxima maldad tenga aún menos riesgos de pagar. Y así indefinidamente. Como se dijo al comienzo, la impunidad no sólo perpetúa, sino que exacerba.
La escalada de mentiras esbozadas por el INDEC constituye un ejemplo ilustrativo de lo anterior. En efecto, con magnitudes crecientes, los tolerados embustes han llegado al paroxismo: de mentiras disimuladas, al comprender que podían sostenerlas con impunidad, pasaron a esgrimir falacias de mayor peso y evidencia; al comprender en segunda instancia que éstas también eran bien digeridas por el pueblo, llegó el turno de las patrañas más burdas, ridículas y hasta obscenas.
“Con $6 un argentino puede acceder a las cuatro comidas diarias” aleccionaron en esta oportunidad los burócratas del INDEC, riéndose en la cara de todos los argentinos, especialmente de los que conocen y padecen situaciones de pobreza. De creer tal cosa, estaríamos en condiciones de afirmar entonces que en nuestro país la indigencia no existe, mentira aún más siniestra todavía que se intenta indirectamente imponer. ¿Qué limpiavidrios o qué cartonero acaso no logra hacerse de 6 pesos diarios? ¿Estarían de acuerdo éstos que con ese monto pueden alimentarse correctamente? Sería interesante escuchar qué tienen para decir al respecto los menos favorecidos, pues son las principales víctimas de esta nueva burla oficial.
Mientras tanto, los altos funcionarios kirchneristas continúan amasando sus fortunas, tal como se desprende de la última declaración jurada que éstos presentaron ante la Oficina Anticorrupción(OA). A los casi 40 millones de pesos de Cristina, se le suma el desproporcionado aumento de la riqueza de Guillermo Moreno en un 91,5% en tan sólo un año, que pasó de tener $512.247 a $981.073; el aumento de casi un 40% en el patrimonio del jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, que supera los 4 millones de pesos; los 10 millones y medio de pesos del canciller Héctor Timerman; los casi 10 millones del ministro de Salud Juan Manzur; los 4 millones del subsecretario de Inteligencia, Francisco Larcher; o los más de 3 millones 700 mil pesos de Mariano Recalde, Gerente de Aerolíneas Argentinas, por citar tal solo algunos ejemplos.
Fuente: La Prensa Popular