Y el Clarín, estridente sonó
Quizás algún televidente haya reparado en lo siguiente: si Clarín realmente está incumpliendo la ley, ¿por qué no acudir a la Justicia en lugar de hacer un video? Respuesta: mal que les pese, el diario de la corneta no está incumpliendo ninguna ley.Como condimento extra para sazonar el nudo de patadas y pases sin destinatario que conforma nuestro fútbol, el Ejecutivo nos regaló en el entretiempo un colorido video que, como maestra ciruela, nos lleva de la mano –“¡Prestá atención!”, “¡Adiviná!”, “¿Entendés?”– por un tema complejo como la Ley de Medios, interpretándolo de manera digerida (y dirigida) para los televidentes poco informados. Y también para aquellos a quienes les importa un rabanito el tema y sólo esperan que Julio Ricardo vuelva a confundir los nombres de los players.
El video de marras, mostrado en “Fútbol para Todos” (¿o Spot contra Todos?), es una filípica con olor a azufre contra el Grupo Clarín, gran ballena blanca de este gobierno. Antes de analizar el mensaje desenfocado del spot, soltemos unas líneas para aplaudir el titánico poder de síntesis del aparato de propaganda oficial, que viene desarrollando hazañas en el rubro de la compactación intelectual, logrando explicar temáticas largas y difíciles como la coparticipación, la ley de medios, la destrucción de las estadísticas, el cepo al dólar, o el revisionismo histórico, con videos de tres minutos. Grosos. Espero ansioso algún spot que me explique bien lo de los fondos de Santa Cruz, o uno que revele por qué Boca juega espantoso.
Retomando, quizás algún televidente haya reparado en lo siguiente: si Clarín realmente está incumpliendo la ley, ¿por qué no acudir a la Justicia en lugar de hacer un video? Respuesta: mal que les pese, el diario de la corneta no está incumpliendo ninguna ley. El 7 de Diciembre (7D ¿con “D” de Discurso Dirigido?) lo único que vence es la medida cautelar que Clarín elevó, por considerar –con todo derecho– que el mamarracho legislativo es inconstitucional. A partir del 7D la Corte puede prorrogar la cautelar hasta expedirse sobre la cuestión de fondo (si son o no inconstitucionales varios artículos de la Ley de Medios) o bien darla por terminada. Si la Corte tomase este segundo camino, todavía el Grupo Clarín tendría un año a partir de allí, para desarrollar el proceso de adaptación a la norma, según la mismísima Ley de Medios. El resto es cartón pintado. Cantos de sirena para los lechuguinos que consideran herejía cualquier crítica hacia nuestra Primera Mandataria y Vice de Dios.
Dos cuestiones más. En primer lugar, me comprometo firmemente a afiliarme al FPV, a militar en Kolina, a convertirme en CiberK o a tatuarme la cara del Tío Cámpora en una nalga, si algún compañero me explica por qué Néstor Carlos autorizó en 2007 la fusión de Cablevisión-Multicanal, dándole un tremendo poder económico al Grupo que ahora denostan. En segundo lugar, quiero advertir que la suerte de Clarín no es relevante por sí misma, sino como símbolo de la libertad de prensa. Ni uno está defendiendo “sólo a Clarín”, ni –sobre todo– el oficialismo está atacando “sólo a Clarín”. Recordemos que el kirchnerismo también ha cargado contra La Nación, que no posee ni una sola licencia de radio o tevé. ¿Acaso porque el formato sábana hace que leer la Nación en el café o en el biorsi sea más difícil que retroceder en ojotas? Ni hablar de Perfil, con quien el Gobierno Nacional incumple un fallo de la Corte Suprema, que obliga a no discriminar al diario con la pauta oficial.
Cualquier medio que cierre por una embestida gubernamental –se llame Clarín, Página12 o el diario de un club de barrio– es algo que debería alarmarnos. Como dice la famosa cita de Voltaire “Detesto lo que escribes, pero daría mi vida para que pudieras seguir escribiéndolo”. El discurso único es el plano inclinado por donde se resbala la democracia.
Fuente: Fundación Libertad