Congelamiento: qué pasará el día 61. Nota publicada originalmente el 17 de febrero
Dudo que vayamos a ver un descongelamiento de precios, porque eso sería la racionalidad económica, algo que no forma parte del modelo Nac&Pop
Supuestamente el congelamiento de precios impuesto por el gobierno es por 60 días, así que ahora todos se preguntan qué ocurrirá el día 61. Anticipo la respuesta y el que tenga ganas que lea la fundamentación que sigue. El día 61 no se levantará el congelamiento. En todo caso se profundizará.
¿Por qué continuará el congelamiento de precios? En primer lugar porque está en el espíritu del gobierno regular la economía. A cada distorsión que genera el gobierno, le responde con otra regulación distorsiva más agresiva. En segundo lugar por la dinámica del modelo económico. En 60 días ni por casualidad van a poner orden fiscal y disciplina monetaria, así que la presión inflacionaria “contenida” con el congelamiento será tan grande que no se animarán a descongelar cuando llegue el día 61.
Veamos el espíritu regulatorio del gobierno. A mediados de 2005 Lavagna ya había intervenido en los precios de los lácteos y Página 12 anunciaba medidas parecidas para las carnes rojas http://bit.ly/Yw9SO3. Recuerdo a Néstor Kirchner diciendo que los productores ganaderos no iban a lucrar con el hambre del pueblo argentino y por eso limitaban las exportaciones de carne. Hoy hacer un asado cuesta una fortuna.
A los controles sobre lácteos, carnes y trigo le siguieron otros como el caso de los pollos. Ya no recuerdo si fue Felisa Miceli o algún otro que se sentó en el sillón de ministro de Economía, que dijo que el gobierno no controlaba precios sino que controlaba rentabilidad de las empresas. Luego vino Moreno y empezó con los aprietes y más controles y llegamos ahora con este congelamiento de precios.
Con las importaciones hicieron lo mismo. Empezaron con las declaraciones juradas de necesidades de importación, nombre ridículo si los hay porque nadie jura no tener necesidad de importar, después establecieron otra regulación más y, finalmente, las importaciones terminaron dependiendo del humor con que se levanta Moreno cada día.
El cepo cambiario tuvo una trayectoria similar. Comenzaron con el pedido de autorización a la AFIP. El argumento era que la AFIP tenía que revisar la capacidad contributiva del comprador para justificar la compra de dólares. Otra ridiculez porque la AFIP no puede controlar el ejercicio en curso y, además, solo tiene información de la capacidad contributiva del ejercicio anterior que no necesariamente tiene que ser igual al que está en curso. En el ejercicio anterior el comprador de dólares podía no tener capacidad de compra, pero en el que está en curso sí. Pero bueno, para qué gastar tiempo en explicar lo inexplicable. Lo concreto es que los controles para la compra de dólares fueron cada vez más estrictos hasta que prohibieron totalmente la moneda norteamericana y todas las otras porque, según Kicillof, los dólares son para invertir y no para darse lujos. Luego se supo que el secretario veranea en el exterior.
Los ejemplos anteriores solo pretenden mostrar que lejos de ir levantando las regulaciones o de establecerlas transitoriamente, el gobierno las transforma en permanentes y las hace cada vez más duras. Es decir, no retrocede en los disparates. Los confirma y los acentúa. La razón para acentuar los controles es que nunca corrige los problemas de fondo. Solo trata de disimularlos con regulaciones, prohibiciones y controles. Al no resolver los problemas de fondo, siempre tiene que terminar regulando con mayor intensidad para seguir escondiendo los resultados económicos.
Ahora bien, veamos la dinámica. El BCRA sigue expandiendo dinero a un ritmo del 35 al 40 por ciento anual. Esa expansión monetaria es, en gran medida, resultado del déficit fiscal. Decía antes que difícilmente en 60 días el gobierno vaya a poner orden fiscal y disciplina monetaria, más bien incrementará el gasto y la emisión para financiar su populismo de cara a las elecciones.
Al seguir emitiendo, Moreno tendrá que controlar no solo los precios de los supermercados, sino también los de las empresas que abastecen a los supermercados. El razonamiento es muy sencillo. Si el supermercado vende un producto a $ 10 y luego tiene que pagar $ 15 por reponerlo, pierde su capital de trabajo. De manera que los supermercadistas le dirán a Moreno que controle a los que les venden los productos.
Moreno, creyéndose todo poderoso, llamará a las empresas que producen los bienes que les venden a los supermercados y les dirá que también les congela los precios. Pero, por ejemplo, el que produce lácteos le dirá a Moreno: mirá, a mí me aumentó el transporte y los envases para fraccionar la leche. Andá a hablar con el del transporte y los envases. Entonces Moreno irá a hablar con el que transporta los lácteos y le dirá que le congela los precios. Pero el transportista le dirá: a mí me aumentó el seguro, los repuestos del camión y la nafta. Entonces Moreno irá a hablar con las compañías de seguro, la de repuestos para camiones, con las petroleras, con Moyano, si es que lo atiende, y con el que fabrica el sachet para vender la leche. Y éste último le dirá: mirá esto es un plástico derivado del petróleo, andá a hablar con Mahmud Ahmadineyad, el presidente de Irán por el tema del precio del petróleo. Probablemente Moreno frene ahí porque ese tema lo está tratando Timerman en su magistral tratado por el atentado a la AMIA.
En definitiva, dado que el déficit fiscal continuará por el populismo del gobierno, es inevitable que el Central siga generando inflación. Como Moreno cree que los precios suben cuando en realidad la moneda se desvaloriza, tendrá que congelar todos los precios de la economía. Si tiene éxito en congelar todo, paraliza la producción y genera un fenomenal desabastecimiento porque nadie querrá perder su capital de trabajo. Si no tiene éxito, la inflación seguirá su curso, unos precios subirán más que otros e igual habrá desabastecimiento y racionamiento de productos.
Por eso, llegado el día 61, lo más probable es que lo veamos a Moreno luchando contra todos los sectores productivos para congelar los precios, estableciendo más regulaciones. Además, si el día 61 liberara los precios, las remarcaciones serían fenomenales para hacer un colchón antes que el gobierno vuelva a congelar los precios.
En síntesis, el día 61 vamos a ver una economía más regulada, ahogada la producción, con desabastecimiento de productos y mucho, pero mucho malhumor social y dudo que vayamos a ver un descongelamiento de precios, porque eso sería la racionalidad económica, algo que no forma parte del modelo Nac&Pop.