Alarma en el Gobierno: Moreno no logra juntar dólares y analistas ya anticipan la «venezuelización» de la economía
Cepo cambiario, cerrojo a los productos importados, soja en niveles récord y aun así el saldo entre lo que se exportó e importó es el más bajo desde 2001. Es la única caja verde que le queda al Gobierno y está en peligro. Es por ello que los analistas anticipan que «lo peor está por venir»
A comienzos de 2012, cuando ya estaba en plena vigencia el cepo, el Gobierno había lanzado una advertencia contundente.
Y fue el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, el encargado de comunicar la delicada situación cambiaria que atravesaba la administración kirchnerista: «Las cosas son muy claras. Hay que prepararse para un mundo en crisis. Si el superávit comercial es de entre u$s10.000 y u$s12.000 millones, la fiesta puede seguir. Si estamos por debajo de los u$s10.000 millones vamos a estar complicados. Y si llegamos a estar debajo de los u$s6.000 millones, olvídense».
Y este cuadro de situación, lejos de quedar encapsulado en 2012, está más vigente que nunca este año. Y son varias las razones por las cuales la advertencia de Moreno cobra mucha más relevancia hoy día: las reservas del Banco Central están en una progresiva caída, el déficit energético se viene disparando de manera acelerada, los gastos por turismo en el exterior crecen a niveles récord y la «súper soja» parece ya no tener las espaldas suficientes como para soportar todo el peso del saldo comercial.
No es para menos: a pesar de que el ritmo de liquidaciones de granos alcanzó una nueva marca histórica y de que el agro se está beneficiando con precios internacionales considerablemente elevados, el superávit se «desangra» mes a mes.
Según datos oficiales, durante los primeros cuatro meses del año, el resultado entre exportaciones e importaciones dejó un magro y preocupante saldo de apenas u$s2.300 millones.
Para ponerlo en contexto, esto representa un peligroso derrumbe del 43% respecto al mismo período de 2012. Esto, en la plaza doméstica, se traduce como una baja de casi u$s2.000 millones en relación con enero-abril del año pasado.
Además, otro punto que encendió las luces de alarma es que se trata del superávit más bajo que se haya registrado desde 2001, es decir desde el colapso de la convertibilidad.
Pero lo que más preocupa, sin dudas, es la película hacia adelante: considerando la última década, durante los primeros cuatrimestres de cada período se «recolectó» el 32% promedio del superávit de todo el año.
Así las cosas, tomando como base los magros u$s2.300 millones obtenidos hasta ahora, esto implica que al trazar la proyección hasta diciembre, durante este 2013 quedaría un preocupante saldo de apenas u$s7.200 millones.
Y esto es peligroso porque el superávit comercial se transformó en la última gran fuente de divisas estadounidenses contantes y sonantes, teniendo en cuenta que otras ventanas de ingreso, como la inversión extranjera, hoy exhiben una performance muy mediocre, debido a los efectos del cepo cambiario.
«El año arrancó muy mal para el Gobierno. Los dólares que entran no están alcanzando. A este ritmo, las cuentas no le están cerrando. Por eso es que prevemos un endurecimiento aun mayor de los controles. Se vienen meses muy difíciles para las empresas», advirtió Mauricio Claverí, economista de la consultora Abeceb.
La visión del experto es que los faltantes de bienes de consumo, maquinaria e insumos importados, volverán a ser un tema crítico y que, incluso, generarán mayores problemas que el año pasado, durante el pico de los controles aduaneros.
«El Gobierno va a priorizar el asegurarse de todos los dólares posibles aun frente al malhumor que pueda generar entre la sociedad el problema de la escasez de bienes del exterior. La decisión tomada por el Ejecutivo será la de avanzar con controles aún más fuertes», recalcó el experto.
La administración K en alerta roja
Hay un consenso cada vez más difundido entre los analistas de que, por primera vez en diez años de gestión K, el superávit comercial (exportaciones menos importaciones) caerá por debajo de los u$s10.000 millones, un nivel a partir del cual, tal como confesó meses atrás el propio Moreno, hace prever que el Gobierno va a estar «complicado».
Y esto cobra relevancia porque ese colchón es la última gran fuente de plata fresca que le queda al Ejecutivo para hacerse de dólares.
El otro dato que preocupa es que cualquier número inferior a ese piso implicará el nivel más bajo desde 2001.
En diálogo con iProfesional, el economista Agustín Monteverde, aseguró que «únicamente con un enorme esfuerzo el Gobierno va a poder conseguir un saldo mayor a los u$s8.000 millones. Pero para ello va a tener que cerrar las importaciones con mucha más fuerza que hasta ahora».
De confirmarse en diciembre la cifra postulada por Monteverde, esto implicaría un derrumbe del 35% respecto a los niveles de 2012.
Factura energética mata «súper soja»
Para el Gobierno, que ahora está prácticamente contando cada centavo de dólar para que le cierren las cuentas, el gran talón de Aquiles es el déficit energético que, según Monteverde, está creciendo de manera «explosiva».
No es para menos: para algunas consultoras, la necesidad de importar más gas y fueloil podría disparar el «rojo» en más de un 200%.
En diálogo con iProfesional, Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica, alertó que «el déficit energético va a ser fenomenal. En 2012 alcanzó los u$s2.700 millones, pero este año podría trepar hasta los u$s8.500 millones. La economía entró en la fase aguda de falta de dólares, el BCRA no logra incrementar reservas y este rojo es uno de los principales motivos».
Por su parte, Monteverde destacó el hecho de que «el Gobierno no puede dejar de importar energía. Esto, en un escenario con menor entrada de divisas, va a terminar ajustándose por algún lado».
La «artillería» que prepara el Ejecutivo
En este contexto adverso y de vacas flacas en materia de disponibilidad de billetes verdes, la administración kirchnerista empezó a trabajar en diversos frentes, al tiempo que prepara «artillería» pesada de cara al segundo semestre.
Para los expertos es un hecho que, conscientes de que no logrará superar la meta de los u$s10.000 millones, fue que el Ejecutivo impulsó el «operativo blanqueo».
«Está claro que la expectativa oficial plasmada en el Presupuesto 2013, que hablaba de un superávit comercial por encima de los u$s13.000 millones, ya quedó demasiado lejos», destacaron desde Econviews, al tiempo que recalcaron que «esto pone en evidencia los verdaderos motivos detrás del plan de blanqueo de divisas impulsado por el oficialismo».
Días atrás, durante una cumbre con empresarios del sector petrolero, Moreno los presionó para que se sumaran a la iniciativa. En ese encuentro, incluso, les aseguró que sólo consideraría un «éxito» el plan de exteriorización de capitales si ingresa el 2% de los u$s200.000 millones que se estima están fuera del sistema financiero o en el exterior.
Así las cosas, si el Gobierno maneja esta pauta de u$s4.000 millones para el blanqueo -y el Presupuesto pautaba para este año un superávit comercial de u$s13.000 millones- está claro que desde el Ejecutivo se están preparando para un posible derrumbe de ese colchón verde que trae el Comercio Exterior.
El problema es que, según la estimación de los economistas del Banco Ciudad, difícilmente se llegue a esa cifra perseguida por Moreno.
Para la entidad, si la moratoria impositiva del 2009 generó un blanqueo de u$s4.000 millones fue porque se trataba de un escenario más favorable que el de hoy día. Así las cosas, en esta oportunidad, estimaron que la administración K debería conformarse con un número sustancialmente inferior, lo que, en términos de Moreno, implicaría un fracaso.
El resultado del plan de blanqueo es crucial considerando, no ya el superávit comercial, sino también teniendo en cuenta la caída de las reservas del Banco Central, el déficit estructural de Aerolíneas, los problemas de financiamiento de YPF y los próximos vencimientos de deuda, que están a la vuelta de la esquina.
Cabe destacar que el pago de vencimientos de capital del Bonar VII, en septiembre próximo, succionará unos u$s2.000 millones, a lo que habrá que sumar el pago de intereses por el Boden 2015, que le quitará al Gobierno u$s200 millones más.
Así las cosas, el panorama está dado como para que desde el oficialismo desplieguen más artillería pesada para cuidar los pocos billetes verdes que entran a la plaza.
En este sentido, Claverí recalcó que «las empresas se van a tener que preparar para meses muy duros en materia de cierre a las importaciones. Van a empezar a faltar insumos y productos que van a perjudicar tanto a quienes fabrican en el país como a los consumidores».
El analista destacó el hecho de que «el ajuste que se viene ya no reconocerá entre sectores sensibles. La situación va a ser muy complicada para todas las compañías que requieran de dólares para traer productos del exterior, ya sean bienes de consumo como de capital e insumos».
Este lunes, de hecho, la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba en conjunto con otras dos entidades industriales de esa provincia, emitieron un duro comunicado en el que plantearon la «preocupación frente a las consecuencias que traen aparejadas las trabas a las importaciones de insumos y componentes esenciales para las industrias, y que impactan de manera directa en la pérdida de competitividad».
«Las restricciones y las demoras en los tiempos de aprobación de trámites complican los procesos productivos ya que las empresas desconocen si podrán contar -en tiempo y forma-, con partes, piezas e insumos importados necesarios para poder terminar su producción y cumplir con los clientes locales e internacionales», añadieron, dejando en claro que el cerrojo está volviendo a castigar al «Made in Argentina».
Desde la Cámara de Importadores (CIRA), fuentes que pidieron off the record también se mostraron preocupados por una política de control aduanero que está empezando a afectar a la industria nacional, a contramano del discurso oficial.
En los últimos días, incluso han crecido las denuncias de faltantes de todo tipo de insumos y equipos para las empresas que fabrican en el país. «Hay miles de productos frenados y esto afecta a la industria», alertaron fuentes a iProfesional.
El largo listado de bienes que son demorados por el Gobierno alcanza a:
Equipos y componentes para la industria petrolera, petroquímica y gasífera.
Artefactos de iluminación.
Insumos para la construcción.
Aditivos para la industria láctea.
Válvulas de seguridad
Instrumentos de medición para industria farmacéutica.
Implementos de seguridad vial para obras públicas.
Para agravar más el panorama, Claverí aseguró que ya se está registrando un endurecimiento del llamado «plan 1 a 1», que consiste en que cada empresa se maneje como una unidad de negocios superavitaria. Es decir, que cada dólar de importación sea compensado por otro dólar exportado.
«Todos estos programas están volviendo a foja cero. Las empresas que en 2012 obtuvieron superávit, este año tendrán que volver a mostrar números positivos. Y aquellas que quedaron en rojo, no pueden traer ningún producto más hasta que no compensen ese déficit anterior con más exportaciones», disparó Claverí, dejando en claro el duro panorama que enfrenta el empresariado por delante.
Panorama tan duro que un ejecutivo del rubro vitivinícola, confió a iProfesional que lo llamó el propio Moreno para decirle que no le autorizaba una importación de apenas u$s100.000 en el año, pese a que su empresa había hecho todos los «deberes».
Monteverde coincidió con que vendrá un cierre de las fronteras aun más duro: «Vamos hacia una venezuelización de la economía», fue el crudo diagnóstico del experto, para quien las novedades no sólo vendrán por el lado aduanero, sino que también habrá medidas por el lado del dólar.
«Es muy posible que en los próximos meses el Gobierno termine optando por el desdoblamiento cambiario», disparó Monteverde, para quien esta medida tendrá como finalidad evitar que el turismo en el exterior siga succionándole divisas, al tiempo que buscará dinamizar las exportaciones, sector duramente castigado por el atraso cambiario.
«Si se avanza en esa dirección, el desdoblamiento va a tener distintas bandas de precios. Podría haber un dólar oficial para los sojeros, otro para los industriales, uno diferente para los importadores de vehículos y otra cotización para el turismo», auguró.
Sin embargo, el analista dudó del éxito de una medida de esta naturaleza: «Sería sólo para comprar tiempo, no es una solución de fondo».
El problema que ve Monteverde para los próximos meses es que «menos reservas y más pesos circulando en la economía para financiar el gasto electoral y reponer parte de los dólares que se van, origina más estrés cambiario. Y este estrés deriva, en el mejor de los casos, en un deterioro de la actividad. En el peor de los escenarios, podría haber riesgos para el sistema bancario».
Fuente: http://www.iprofesional.com