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martes 18 de junio de 2013

El cuento de la democratización de la justicia para ir a una dictadura

El cuento de la democratización de la justicia para ir a una dictadura

Parece mentira que en vez de estar viviendo en paz y buscando nuestra prosperidad, tengamos que estar pendientes todo el tiempo de frenar los intentos del gobierno por destruir nuestra libertad

Parece de locos que hoy martes 18 de junio, momento en que escribo estas líneas, muchos argentinos estuvimos pendiente de un fallo de la Corte Suprema de Justicia porque estaba en juego, nada más y nada menos, que nuestra libertad. No recuerdo otro momento de la historia en que tanta gente estuviera pendiente de un fallo de la Corte.

No esperábamos un fallo sobre la constitucionalidad de la pesificación asimétrica o el corralito,  estábamos pendiente de un fallo que iba a definir nuestra libertad como ciudadanos, porque el ir por todos del kirchnerismo consiste en ir por la justicia para coparla, y dejar indefenso a los ciudadanos ante los intentos de dictadura que pretende imponer. La idea es darle un maquillaje de democracia a una dictadura. Por eso siempre hablan de democracia. La usan tanto que buscan destruir su verdadero significado.

Como es costumbre en el kirchnerismo, dar vuelta los conceptos es parte de su estrategia. Hablaban de democratizar la justicia. Que la gente vote los miembros del Consejo de la Magistratura, apostando a que ellos van a tener la primera minoría en las elecciones de octubre y, de acuerdo a la ley, obtenían el control de dicho Consejo con lo cual, al primer juez que les emitiera un fallo en contra simplemente lo destituían. Eso es una dictadura disfrazada de democracia.

El kirchnerismo cree que todo tiene que someterse a votación. Es más, mucha gente cree que si alguien obtiene una mayoría de los votos, hay que respetarle todas sus decisiones.

Lo voy a decir directamente: me importan un bledo los votos. Primero están las reglas de juego que establecen derechos básicos como el derecho a la vida, la libertad y la propiedad. Una vez establecidos esos derechos, entonces vemos quién se encarga de administrar la cosa pública, es decir, limitado por la ley se encarga de hacer respetar esos derechos. Luego vemos cómo elegimos a ese administrador. Si tiramos la moneda, por sorteo o por votación, por ponerlo en forma irónica. Lo que quiero significar es que las personas somos preexistentes al Estado y, por lo tanto, el Estado no puede violar nuestros derechos. Un gobierno que viola esos derechos, es un gobierno que pudo llegar por el voto pero es ilegítimo en el ejercicio de sus funciones porque no fue llamado para violar los derechos individuales, sino para administrar la cosa pública. Usar el monopolio de la fuerza para violar los derechos individuales es dictadura, sea que se llegue al poder por votos o con un tanque.

Por eso, el discurso del gobierno sobre la democratización de la justicia era un cuento para ir a una dictadura. Y las dictaduras se establecen para violar los derechos individuales.

Mi visión es que hay que terminar con esta historia de que porque alguien tiene más votos está habilitado a hacer lo que se le canta, porque si así fuera, entonces estaríamos votando para elegir a nuestros propios dictadores.

Seguramente el gobierno no se va a quedar tranquilo con el fallo adverso de la Corte Suprema de Justicia e intentará, como ya es su costumbre, redoblar la apuesta y buscar por otros caminos sus intenciones dictatoriales.

Parece mentira que en vez de estar viviendo en paz y buscando nuestra prosperidad, tengamos que estar pendientes todo el tiempo de frenar los intentos del gobierno por destruir nuestra libertad. Porque eso es lo que nos plantea el kirchnerismo, su continua amenaza a nuestra libertad como forma de vida.