¿Oposición u oposición-K?
¿Qué le espera la país si ante la situación actual la dirigencia política no puede enamorar al ciudadano con un país distinto?
Ahora que las listas de candidatos para las elecciones PASO están definidas, y los dramas de «quien acuerda con quien» han quedado en el pasado, quedará a la vista la falta de ideas de proyecto de país en la mayoría de la oposición. ¿Qué le espera la país si ante la situación actual la dirigencia política no puede enamorar al ciudadano con un país distinto? Lavarle la cara al «modelo» es algo muy distinto a cambiar de «modelo.» La diferencia entre un genuino dirigente político y un oportunista político, es que le primero está convencido de un proyecto por el bien de su país y no viola los derechos de la minoría en su camino, mientras que el segundo se deja llevar por la opinión pública y va pidiendo permiso al momento de violar la propiedad de terceros, como si las disculpas hiciesen desaparecer los problemas ocasionados.
Los casos de corrupción que azotan al Kirchnerismo ciertamente han devaluado la posición de superioridad moral con el que este movimiento tanto gusta de presentarse. Ciertamente la magnitud de las sospechas de corrupción, abuso de poder, autoritarismo inocultable y una extensa variedad de vicios institucionales son un factor muy importante y de gran relevancia.
Pero el mismo peso de estos problemas puede jugar en contra al distraer la atención sobre la inconsistencia del modelo K. Sin disminuir la importancia ni los efectos de los actos de corrupción, la delicada situación económica del país se debe a inconsistencias del modelo puro y no a su forma de gestión. El modelo no deja de ser inconsistente si lo único que se cambia son figuras como Kirchner, Kunkel, Moreno, Kicillof y tantos otros por profesionales educados que no sientan la necesidad de faltar el respeto a terceros y violentar las instituciones a cada oportunidad que se les presenta. ¿Qué fue el acto por el día de la bandera sino otra cosa que una falta de respeto a los símbolos patrios? ¿Qué interés por el país y sus habitantes puede tener un gobierno que ni siquiera se comporta como tal en el día de la bandera?
El respeto a las instituciones, transparencia y comportarse como funcionarios públicos no deberían ser objetos de discusión. Confundida está la oposición si identifican los problemas actuales del país con el estilo K, y no con el modelo K. El opositor que cree que con un mero cambio de estilo va a poder sortear la hipoteca que la década K esta dejando se engaña a sí mismo. Si el problema fuese una cuestión de morales, bastaría con reemplazar al equipo económico sin atacar los problemas de fondo como el déficit fiscal, las asfixiantes regulaciones al mercado y la pesada carga tributaria.
Que tiene la oposición que decir, por ejemplo, a los siguientes interrogantes y problemas:
- ¿Cómo reducir en el corto/mediano plazo el déficit fiscal (de manera creíble) sin aumentar la ya pesada carga tributaria?
- ¿Que piensan del default de la deuda soberana y que piensan hacer al respecto? ¿Se sienten orgullosos de representar a país que no honra sus deudas hace ya diez años y, encima, «falsifica» las mediciones de inflación con el fin de pagar menos deuda? ¿No es eso acaso un default en los hechos?
- ¿Qué piensa la oposición de las expropiaciones que se han hecho en contra de la voluntad del pueblo, como las de las AFJP? ¿Acaso los votantes no optaron por quedarse en el sistema de AFJP cuando tenían la opción? ¿Qué autoridad moral tiene el político de turno para elegir de qué y de qué no es libre el votante Argentino? ¿Están dispuestos a devolver esta libertad a los ciudadanos, o la oposición se compone de gente que habla pero no hace?
- ¿Y las expropiaciones inconstitucionales, serán debidamente compensadas y se verá que los responsables respondan ante el Poder Judicial, o importa más lo que dicte el corazón y no la razón ni los principios?
- ¿Qué piensa hacer la oposición con empresas y emprendimientos públicos que son una aspiradora de recursos como Aerolíneas Argentinas y Fútbol Para Todos? ¿Realmente creen que la administración pública tiene mejores resultados que la competencia entre privados que deben cuidar a sus clientes y recursos en lugar de recibir fondos obtenidos compulsivamente a través de impuestos?
- ¿Qué opina la oposición de la pesificación forzada? ¿Están dispuestos a obligar a que el Banco Central se gane la confianza del argentino compitiendo con otras monedas, o harán de los ciudadanos rehenes del una moneda administrada por autoridades que dicen no creer en la relación entre oferta de dinero e inflación?
- ¿Está dispuesta la oposición a llevar al país a un nivel de competitividad internacional abriendo sus fronteras al comercio, o prefiere sentarse en el voto fácil del discurso de «sustitución de importaciones» que tan mal le ha hecho la país?
- ¿Qué piensan hacer con el sistema de coparticipación que tantos problemas trae a la estabilidad fiscal?
- ¿Están dispuestos a reformar el sistema político para evitar los abusos a los que el presidencialismo ha sometido al país una y otra vez? ¿Hay interés en que la Argentina sea un país republicano y federal en los hechos, y no sólo en los papeles, o en el fondo prefieren mantener el actual sistema que parece un reinado de tiempo limitado, haciendo de la presidencia un botín de guerra cuyas batallas se ven en las calles cada vez que se aproximan los períodos de elecciones?
- ¿Qué piensa hacer la oposición con los responsables políticos del actual destrozo institucional, económico y social? ¿O acaso en Argentina uno puede asumir la presidencia, destruir las instituciones, llevar la corrupción a niveles alarmantes, generar niveles de tensión social pocas veces vistos, y luego retirarse en el exterior como si nada hubiese pasado?
Seguramente el lector podrá extender largamente esta serie de preguntas. El punto a ilustrar es que no es momento de evitar debates profundos perdiéndose en el maquillaje del modelo. La situación crítica a la que el Kirchnerismo ha empujado, y sigue empujando, al país no tiene la ventaja de crisis anteriores. En esta ocasión el Kirchnerismo se ha consumido el capital existente que había al inicio de su gobierno (no por nada chocan los trenes y los barcos de la Armada se hunden solos). Y como si eso no fuese poco, el mercado de crédito internacional está cerrado al país. ¿Con qué recursos se piensa administrar el contexto que va a dejar el Kirchnerimos? La única manera de obtener recursos es a través de un fuerte de shock que genere confianza en el país, tanto en el exterior como en los propios Argentinos. ¿Cuántos Argentinos y extranjeros le creen a la oposición?
Uno de los errores de los 90 fue llevar adelante reformas por necesidad, no por convicción. La política económica de los 90 fue inconsistente por los mismos motivos que lo fue la de los 80 y la actual; un descontrolado déficit fiscal. Si la oposición no discute seriamente reformas consistentes de largo plazo se corre el alto riesgo de nuevamente caer en reformas por necesidad sin una brújula que guíe los mismos. Reformas por necesidad pueden llevar a creer que lo que el modelo K necesita es una mano de chapa y pintura. El problema no es el chofer, es el auto.
Es la reacción ante cuestiones como las enumeradas anteriormente las que separan a la Oposición-K de la Oposición. Las semanas venideras van a mostrar cuántos y quienes son opositores-K y cuántos realmente están pensando en un país diferente, un país que sea orgullo internacional, y no una curiosidad asociada a los peores regímenes que aún subsisten en el siglo XXI.