¿La Argentina que viene?: así se controlan precios en Venezuela en súper, comercios y venta autos
«Vivimos como hace más de diez años Chávez prometió que no íbamos a vivir». La frase, pertenece a un empresario venezolano de San Cristóbal, muy cerca de la frontera con Colombia, entrevistado por iProfesional.
«Vivimos como hace más de diez años Chávez prometió que no íbamos a vivir». La frase, pertenece a un empresario venezolano de San Cristóbal, muy cerca de la frontera con Colombia, entrevistado por iProfesional.
Con esas palabras ilustra la situación de quienes, con el paso del tiempo, se sienten víctimas de la llamada «Revolución Bolivariana» de 1999, impulsada por el fallecido Hugo Chávez.
Con el correr de los minutos, el empresario en cuestión, dueño de un hotel y de un comercio familiar, irá dejando al descubierto las razones que justifican tal afirmación.
Y, en medio de la charla, también se hará un espacio para lanzar una impresión con tono de vaticinio: «En la Argentina, si no comienzan a ponerse endiscusión la forma en la que muchos funcionarios plantean la realidad, sucederá lo mismo, por más que le digan otra cosa al pueblo».
Basta indagar la actualidad del país caribeño para comprobar que buena parte de las medidas que está tomando el kirchnerismo son, precisamente, un fiel reflejo de las que puso en práctica la llamada «Revolución Bolivariana».
En varios casos, con un nivel de similaridad que asombra.
Un primer ejemplo en esa dirección puede ubicarse en las restriccionesvigentes para la compra de moneda extranjera.
Al igual que en la Argentina, los venezolanos deben solicitar al Gobierno un aval que les permita acceder a los dólares a cotización oficial o, caso contrario, tienen que recurrir al mercado paralelo.
Como sucede aquí, las autorizaciones oficiales en Venezuela son para compras mínimas y es común que la mayoría de los pedidos elevados al gobierno local resulten rechazados.
La diferencia entre una y otra cotización es abismal: mientras que el dólar aprecio oficial se ofrece a poco más de 6 bolívares, en el circuito informalcuesta más de 28 bolívares. Es decir, cuatro veces y medio más.
Pero donde más se pueden ubicar puntos en común es en el control de preciosque realizan ambos países para domar una inflación que, paradójicamente, registra los dos índices más altos de toda la región.
Es en ese aspecto que tanto Venezuela como Argentina llevan a caboiniciativas muy similares, si bien la nación ahora gobernada por Nicolás Maduro lleva «la delantera» en lo que hace a implementación de un sinfín de regulaciones.
Esa diferencia, en cuanto a tiempos de puesta en marcha, es lo que permite «espiar» el paquete de medidas que podrían implementarse en el plano local de la mano del kirchnerismo.
La última muestra en este sentido se encuentra en el plan «Mirar para Cuidar»que Cristina concretó en los últimos días de mayo y para el que pidió laparticipación de la militancia y de jóvenes de La Cámpora.
«Mirar para Cuidar», representa ni más ni menos que una copia casi exacta de la función que en Venezuela lleva adelante desde hace años el Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios (Indepabis).
Y también coincide con el trabajo que hoy realizan la Superintendencia Nacional de Costos y Precios (Sundecop), Almacenes y Depósitos Agrícolas (Sada) y laGuardia Nacional Bolivariana.
«Básicamente, estos organismos lo que hacen es dictar las reglas de lo que se puede o no comercializar en Venezuela. Y obligan a mantener estables los precios, más allá de que los costos de los comerciantes se incrementen», señaló a iProfesional el empresario consultado.
«Lo que esto fue haciendo -añadió- es generar un desabastecimiento crecientede muchos productos. Y no resolvió en nada el tema de la inflación, que este año llegará al 32 por ciento».
Entramado de controles
Detallar el funcionamiento de Indepabis permite ensayar un anticipo del camino que podría ir recorriendo el plan «Mirar para Cuidar» en la Argentina.
El organismo en cuestión, compuesto por civiles, tiene a su cargo la tarea decontrolar cada precio que los comerciantes exponen al público. La actividad de Indepabis comienza en la misma página web del organismo.
En un apartado, y según lo establecido por el chavismo, los dueños de restaurantes, hoteles, bares, y otro tipo de emprendimientos (a excepción de los supermercados, que están sujetos a otros controles) están obligados acompletar una serie de formularios en los que aparecen detallados las respectivas «cartas» de cada comercio (así se denomina a la lista de precios).
¿Qué objetivo persigue? Decirles a los particulares los valores que deberán abonar en cada uno de estos negocios, al tiempo que le da al Gobierno elementos de control.
«Cada uno debe completar los datos de su empresa, la estructura de costos y precios. Cada vez que quiera realizar alguna modificación, el comerciantedebe explicar el porqué de ese cambio. Caso contrario, Indepabis puede multar y hasta clausurar el comercio por un año», explicó a iProfesional el encargado de un local de gastronomía de San Cristóbal.
La fuente consultada añadió que «la inflación, por ejemplo, no es argumento suficiente para justificar la suba de algún valor. Y esto empujó a que muchos hayan tenido que cerrar sus negocios».
Los datos deben ser cargados en un apartado de la página institucional de Indepabis identificado como SUR (Sistema Único de Registro). A continuación, un detalle del requerimiento:
¿Qué sucede si un comercio no comunica al organismo una modificación de precio? «En caso de encontrar un cambio entre los datos volcados a la web del organismo y lo que figura en la carta del lugar, se precede a elevar unadenuncia ante Indepabis para que éste concrete una inspección», expuso la fuente consultada.
Y añadió: «En la práctica puede intervenir Indepabis o la Guardia Nacional. Muchas veces lo hacen sin denuncia previa. Para evitar la clausura, no faltan los comerciantes que pagan coimas».
El accionar de Indepabis se intensificó en las últimas semanas a raíz deldesabastecimiento de productos básicos. El chavismo se limita a culpar directamente a los privados de especular y de acaparar mercadería.
Supermercados bolivarianos
En simultáneo a los movimientos de Indepabis, otro ente oficial que controla lo que sucede con los precios en Venezuela es la mencionada Superintendencia Nacional de Costos y Precios (Sundecop).
En este último caso, su función se ajusta principalmente a monitorear a los supermercados y almacenes (ver imagen).
Sundecop también concentra su función en una página web en la que los comerciantes están obligados a trazar una verdadera «radiografía» de sus respectivas empresas.
Esto queda registrado en una plataforma denominada Sistema Automatizado de Administración de Precios (Sisap), que, luego de determinar los costos, se ocupa de fijar los precios máximos.
En la web de Sisap los empresarios tienen que aportar detalles, por ejemplo, del tipo de inmueble que operan, los insumos que utilizan, su estructura degastos, la mano de obra que emplean con su respectiva carga horaria, los valores de importación y lo que abonan a distribuidores y mayoristas, entre otros tópicos.
Toda esa información luego pasa por el filtro de Sundecop, que será la encargada de extender o no la habilitación para que cada supermercado o almacén pueda abrir sus puertas.
Obtenido el aval, el comercio deberá someterse a un esquema de precios que surge de una fórmula que combina desde información de los productores de alimentos hasta la de los importadores, pasando por los datos publicados por los supermercadistas en Sisap.
Esto deviene en un apartado que explicita cuáles son los valores que deben encontrar los venezolanos en cada punto comercial.
La mercadería en cuestión se encuentra detallada en la web de Sundecop, en el apartado «Precios Máximos de Venta al Público», que presenta esta fisonomía:
Entre los productos incluidos en esa suerte de canasta básica bolivariana se encuentran jugos de frutas, compotas, agua mineral, jabón, champú y crema enjuague, pasta dental, desodorantes en barra, suavizantes para lavar la ropa, pañales, papel higiénico, máquinas de afeitar y una gran variedad de artículos.
Precisamente el grueso de estos productos -sujetos a los controles de precios- son los que hoy día no se encuentran en las góndolas de los establecimientos de las principales ciudades de Venezuela.
De autos a carnes, parte de la «revolución»
Desde hace escasas semanas, Sundecop también se ocupa de regular el mercado de compraventa de automóviles.
Así, los vehículos no siempre pueden venderse a precio libre de mercado, sino que su cotización surge también de un cálculo diagramado por el ente oficial.
En lo que hace a, por ejemplo, carnes, el chavismo tiene implementada una cadena de locales que ofrece cortes a precios especiales.
Pero, al igual que con muchos insumos básicos, la mayoría de estos puntos de venta carecen de toda la mercadería barata. Forman parte de la postal bolivariana las largas colas que se hacen desde la madrugada para ver si se puede acceder al menos a algún producto.
«El kilo de carne del Gobierno cuesta unos 28 bolívares (23 pesos argentinos), pero su stock dura muy pocas horas. Entonces a uno no le queda otra que ir a las carnicerías comunes donde el mismo kilo de carne cuesta 85 bolívares (71 pesos argentinos)», detalló Julio L., un empresario de Caracas.
Revolución…de faltantes
A la par de las complicaciones para hacerse de productos regulados, los venezolanos enfrentan desde principios de 2013 un fuerte escenario de desabastecimiento.
Harinas, azúcar, lácteos, determinadas carnes, vino, e incluso productos de aseo personal -como pastas dentales y papel higiénico- escasean en las góndolas, pese a la marcada vigilancia que mantiene el chavismo sobre los comercios.
Marcos S., ingeniero que vive en Caracas, señaló: «No se encuentran artículos a base de harina, ni aceite ni productos de limpieza. En Venezuela ya casi no se produce nada, y lo poco que se elabora se ´filtra´ hacia Colombia, porque da mayor rentabilidad venderlo en ese país».
Su visión es que «ya quedó demostrado, pese a la insistencia oficial, que el control de precios no ha servido para nada en nuestro país».
Señaló que «la gente debe hacer largas colas por un kilo de azúcar, porque no puede comprar más que eso por orden del Gobierno».
La paradoja de nadar en petróleo e importar naftas
Otro testimonio lo aporta Luis M., también de Caracas. De 54 años, este especialista en desarrollo informático con pasado reciente en la petrolera estatal PDVSA afirmó que «en una década la estructura económica de Venezuela retrocedió 25 años».
«Antes el país cubría al menos su consumo interno. Ahora nada, todo debe comprarse afuera. Pero se adquiere recurriendo a Cuba como intermediario, por lo cual el Estado paga mucho más que si comprara de forma directa», sostuvo a iProfesional.
«Cuba le vende a Venezuela casi todo lo que este país consume y, poracuerdos firmados por Chávez, el control de terminales aéreas y puertos está en poder de los cubanos. Todo eso ha generado una burocracia que atenta contra la población en general», añadió.
Para este técnico, un síntoma del retraso que sufre Venezuela puede ubicarse en la situación en la que se encuentra la actividad de extracción de hidrocarburos.
«La producción de petróleo viene en baja desde hace años. De hecho, Venezuela no produce sus gasolinas, sino que exporta el crudo y luego deberecomprar el producto terminado, es decir, las naftas», dijo.
«En PDVSA -agregó- hasta hace una década todo funcionaba automatizado. El país había hecho un gran esfuerzo por construir una petrolera de punta. Con el chavismo eso se derrumbó e incluso hay procesos que otra vez se hacen de manera manual. Cuesta creer que pase esto en el país del petróleo, pero es así».
Su conclusión final no es muy alentadora: «Para salir del atraso en el que nos hemos metido se necesitarán, cuanto menos, dos décadas de cambios y un fuerte trabajo por delante».
Fuente independent.typepad.com