Ser un «clase media» hoy en la Argentina: definen cuánto hay que ganar y alertan por freno en movilidad ascendente
La nueva pirámide socioeconómica muestra datos reveladores. En primer lugar, ocho de cada diez argentinos se consideran parte del segmento. Sin embargo, muchos tienen ingresos por debajo del mínimo y otros se resisten a formar parte de la elite de millonarios. ¿Cuánto se debe ganar?
Una gran cantidad de argentinos levantaría enseguida la mano si se les preguntara en una reunión quiénes forman parte de la llamada «clase media».
Es que, según dejan en claro las investigaciones -como la realizada por la Consultora W y Trial Panel- un impactante 80% de las personas se ven a sí mismas como pertenecientes a ese sector de la sociedad.
Sin embargo, los analistas observan que puede haber una gran distancia entre la auto-percepción y la realidad.
Es así que hay personas de bajos ingresos que no se reconocen a sí mismas como miembros de la clase baja. Y, de la misma forma, hay una minoría rica que rechaza formar parte de una «élite» de millonarios.
Es por eso que los expertos distinguen entre lo que significa «ser de clase media» -desde el punto de vista de los ingresos- y componer un grupo que comparte valores que, históricamente, estuvieron emparentados con un sector de la sociedad que ha moldeado culturalmente al país.
El proceso que caracterizó a la última década, la de la administración kirchnerista, fue un acelerado ingreso a la «clase media real» de muchas personas que antes tenían problemas económicos pero pertenecían a la «clase media simbólica».
Al punto que hoy, según Guillermo Oliveto, director de Consultora W, un 47% de la población se ubica en este estrato de la sociedad, algo que constituyó un fuerte logro tras una brusca caída.
«La recesión del 99 al 2001 y la posterior explosión del 2002 llevaron a la Argentina al inédito nivel del 55% de las personas bajo la línea de la pobreza y al desempleo», señala el experto.
Por este motivo, si bien destaca la velocidad a la cual se produjo la consolidación de la clase media en los últimos años, también aclara que esa movilidad ascendente «se dio más como un proceso de recuperación que de nuevos ingresantes».
Y es allí donde aparecen luces amarillas que indican que ese 47% ya no ofrece tantos motivos para festejar: los últimos indicios recogidos por los investigadores dan cuenta de una desaceleración en el crecimiento de la clase media, con serias perspectivas de estancamiento.
Para un país como la Argentina, eso significa que hay todavía un 27% de la sociedad que se considera culturalmente de este segmento, pero cuyos ingresos no le permiten serlo realmente.
Y, en paralelo, un 20% cuenta con pocas posibilidades de abandonar el estrato conformado por la clase baja.
Algunos politólogos ya están tratando de vincular esta situación con la falta de apoyo al proyecto político kirchnerista, que está quedando evidenciado en la campaña electoral para las legislativas de octubre.
La clase media, en números
Una definición tan categórica por parte de los sectores medios exige saber con exactitud cuáles son los parámetros económicos para medir si, efectivamente, se es parte de este abarcativo segmento.
De acuerdo con la pirámide social argentina elaborada en conjunto por Consultora W y Trial Panel, la composición del país es la siguiente:
Del gráfico aportado por Oliveto, se desprende que la clase media está integrada por, aproximadamente, un 40% menos de personas que dicen ser de este segmento.
Por otro lado, un 30% de los argentinos componen la llamada «clase media típica» (C3), aquella que percibe un ingreso familiar mensual que va desde los $6.700 a los $12.000.
Tomando este último número como piso ($12.000) y hasta los $33.000 se extiende la «clase media alta» (C2), a la cual pertenece un 17% de los argentinos.
Otro de los datos que se desprende del estudio es que, a pesar de ser la clase media el segmento que genera mayor identificación, la cantidad de personas que lo integran es exactamente la misma que la que compone la clase baja (46%).
Signos de estancamiento
Es indudable que, en los últimos diez años, los sectores medios protagonizaron un crecimiento sustancial, además de una consolidación, tras la salida de la crisis de 2001.
Y no es para menos. El escenario en ese momento muy poco alentador. Así lo describe Oliveto: «La recesión de 1999 al 2001 y la posterior explosión del 2002 llevaron a la Argentina al inédito nivel del 55% de la población bajo la línea de la pobreza y al 25% de desempleo».
Tras la «década ganada», los números pueden conducir a un error: si bien fue notable el avance de la clase media, si se compara su situación actual con la de aquel contexto, el analista destaca que se podría hablar más de una «rehabilitación» que de un ingreso masivo de argentinos a los sectores que ocupan el centro de la pirámide.
En este punto, el experto destaca que «con la recuperación de la economía y del empleo, se retomó la movilidad ascendente, aunque más como un proceso de recuperación que de nuevos ingresantes».
Por otra parte, con el avance del «modelo» K, el fortalecimiento de la clase media empieza a mostrar sus límites. Aun guiándose por los pronósticos oficialistas en relación con la economía, la movilidad social ascendente parece haber encontrado un techo.
Así lo considera Oliveto quien, consultado por este medio, puntualiza que «este alentador proceso hoy ha perdido fuerza».
Y agrega, además, que «es de esperar que si la economía crece a valores más moderados en los próximos años (3 o 4% promedio anual), la pirámide social futura se asemeje bastante a la actual».
Siguiendo el razonamiento del analista, si se tiene en cuenta que la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, estimó que el repunte de la economía argentina este año será de entre el 4% y el 4,5%, el escenario no es muy optimista.
De esta manera, «se consolidaría una organización estructuralmente fragmentada y nos alejaría de ese ideal de una gran sociedad de clase media y con características de fuerte homogeneidad y cohesión, pasando a ser una nación que contiene a ‘varios países’ dentro, y muy distintos entre sí», indica el titular de W consultora.
¿Y la redistribución de la riqueza?
Una de las banderas que abrazó el kirchnerismo desde sus inicios fue la de la «redistribución de la riqueza».
Y, si bien durante la década que el partido lleva en el Gobierno hubo una mejora en este sentido, los analistas destacan -que en lo que hace a la paridad económica- los salarios actuales muestran una similitud con el escenario de hace 20 años atrás.
En este sentido, Oliveto hace referencia al coeficiente de Gini, un indicador internacional que mide la equidad en la distribución de los ingresos, siendo 0 el que representa la mayor equidad y 1 el de menor equidad.
Es por esto que el especialista resume: «A pesar de haber mejorado entre 2003 y 2011, este número es hoy prácticamente el mismo que en 1993 (0,43 puntos)».
Curiosamente, en una sociedad que empieza a mostrar síntomas de una desigualdad que se acentúa, la percepción que los argentinos tienen del escenario es otra.
En palabras de Oliveto, «pese a la fragmentación social que se consolida, nos seguimos viendo a nosotros mismos como un país de clase media».
Ser o no ser
Al analizar la percepción que los argentinos tienen sobre su situación económica, salta a la vista que casi una de cada dos personas se considera parte de la «clase media típica» cuando, en realidad, el número compuesto por quienes integran este segmento es de apenas una persona cada tres.
Y este fenómeno se repite a la inversa: sólo un 3% se considera de clase alta cuando, en verdad, el segmento ABC1 está compuesto por más del doble (un 7%).
¿Por qué tanto desde abajo de la pirámide como desde el segmento «top» se identifican más con los sectores medios?
La explicación que da Oliveto de esta tendencia es clara. En muchos casos, dice, «por ingresos corresponde asignarles el título de ‘clase baja superior’, pero una buena parte de ellos proviene de familias que históricamente fueron de este estrato, tienen una educación más que razonable y, fundamentalmente, poseen memoria de clase media».
En el extremo opuesto, aquellos que se consideran «más abajo» del lugar que en realidad ocupan en la pirámide también tienen sus motivos para hacerlo.
«Muchos ciudadanos que los demás tildarían de ‘ricos’ se ven a sí mismos como de ‘clase media alta’ ya sea por pudor, por no ser del todo conscientes de la distancia que los separa del resto o porque provienen de familias que alguna vez fueron clase media», destaca el consultor.
El caso argentino
Si bien es frecuente pensar que la identificación con el genérico «clase media» es un fenómeno que se replica en el resto del mundo, quienes analizan el tema destacan que Argentina es uno de los países de la región en que esta tendencia es más fuerte.
Es que, señala Oliveto, «nos diferenciamos fuertemente de sociedades que históricamente han sido fragmentadas, como la brasileña, la peruana o la chilena y que recién en la última década han comenzado a consolidar un sector medio».
De hecho, el predominio de este estrato en la percepción de los argentinos es algo que distingue al país del resto de la región.
Así lo resume el experto: «En la Argentina actual, la clase media sostiene su vigencia como un elemento identificatorio central».
Fuente: www.iprofesional.com