El fracaso del blanqueo
Una vez más vuelve a quedar en evidencia la importancia de tener calidad institucional. Sin ella los capitales no vienen, por más zanahorias que les pongan para atraerlos
A pesar de las condiciones tan favorables ofrecidas para el último blanqueo, tanto el CEDIN como el BAADE resultaron ser un fracaso. Muy lejos de las expectativas que tenía el gobierno, los dólares ingresados estuvieron a años luz de las estimaciones inicialmente pronosticadas por el gobierno.
En rigor era el previsible el fracaso que acaba de reconocer el director de la AFIP. Es que no solo se trata de ofrecer no pagar multas y otras ventajas. El problema está en las condiciones en que se lanzó. Eso que Kicillof llamó horrible seguridad jurídica. El gobierno ha podido comprobar, a través de este fracaso, que la calidad institucional es fundamental a la hora de atraer capitales. Que no busquen otra explicación, el problema está fundamentalmente en ese punto.
La primera pregunta que deberían haberse formulado quienes diseñaron este blanqueo era: ¿por qué alguien fugó sus capitales de Argentina y no los tiene declarados? Más allá de los casos particulares de corrupción o actividades ilícitas, hay todo un segmento que, en primer lugar, no está dispuesto a pagar la enorme carga tributaria que se paga en Argentina.
Hasta el mismo gobierno sabe que la presión tributaria es asfixiante porque no se permiten los ajustes por inflación. Hoy las empresas pagan impuesto a las ganancias sobre utilidades que no existen porque no se permite el ajuste por inflación. Es decir, el fisco aplica el impuesto a las ganancias sobre el stock de capital de las empresas.
Tal es el grado de presión tributaria que hasta la gente que trabaja en relación de dependencia se queja del impuesto a las ganancias que tiene que afrontar. De manera que una de las causas del fracaso del blanqueo, a pesar del nulo costo de ingresar al mismo, estuvo en el futuro costo impositivo a soportar por quienes optaran por blanquear. En la medida que la presión impositiva no disminuya sensiblemente, es poco probable que alguien esté dispuesto a blanquear con el sistema tributario vigente.
La segunda causa del fracaso tiene que ver, a mi juicio, con el cepo cambiario, que si bien la presidente insiste en negar su existencia, la realidad es que la gente no puede comprar moneda extranjera como refugio de valor ante una inflación que el gobierno también insiste en negar.
¿Por qué alguien que tiene dólares en el exterior los va a traer a Argentina para luego no poder llevarlos nuevamente al exterior sí así lo desea? ¿Por qué confiarle los dólares del blanqueo a la misma institución que impone todo tipo de trabas para comprar divisas? Nadie en su sano juicio se mete en la cárcel, cierra la puerta con la llave y luego la arroja bien lejos para no poder salir. El solo hecho de no poder girar utilidades y dividendos es suficiente evidencia como para espantar a cualquiera que piense en traer sus ahorros desde el exterior.
La tercera causa tiene que ver con las arbitrarias medidas que toma el gobierno. El secretario Moreno se caracteriza por manejar la economía con amenazas, presiones y todo tipo de arbitrariedades. ¿Quién iba a comprar CEDIN en el mercado secundario para invertir en cualquier rubro pagando con CEDIN si aquí no hay reglas de juego, previsibles y estables? Solo hay medidas que no son otra cosa que parches que viene a tratar de “arregla” el lío que hicieron el día anterior, lo cual impide realizar el cálculo económico de una inversión. Es más, la ausencia de una moneda en el estricto sentido de la palabra hace imposible evaluar un proyecto de inversión.
Mal que le pese al gobierno, las regulaciones impuestas al mercado de cambios en particular y a la economía en general, la elevada carga tributaria imperante y la falta calidad institucional tuvieron un peso mayor a los beneficios ofrecidos por el blanqueo. En otras palabras, la falta de confianza en el gobierno pesó más que la zanahoria de no aplicar multas ni ningún tipo de recargo al que blanquera, llevando el blanqueo al fracaso.
Una vez más vuelve a quedar en evidencia la importancia de tener calidad institucional. Sin ella los capitales no vienen, por más zanahorias que les pongan para atraerlos.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/