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domingo 3 de noviembre de 2013

Tres problemas con el cepo cambiario

Tres problemas con el cepo cambiario

El problema del Kirchnerismo no es sólo su rechazo al problema, sino que han dilapidado la credibilidad necesaria para que las medidas que debería tomar sean creíbles

La acelerara pérdida de reservas por parte del BCRA ha puesto en el centro del escenario el problema del cepo cambiario. Si bien queda poco para que termine el 2013, en lo que va del año el BCRA ya perdió más reservas que el 2011 y el 2012 juntos. Incluso se estima que terminará el año perdiendo alrededor de 12.000 millones. Estos números pueden ser peores si además se tiene en cuenta préstamos que recibe el BCRA que hacen “ver” que las reservas propias son más de la reales. Ni hablar del patrimonio en el balance si se toman las letras intransferibles del Tesoro a valor de mercado en lugar de valor libro. ¿Cuál es el punto de tener un cepo cambiario si el BCRA es incapaz de controlar sus propias reservas?

El problema del cepo es que no soluciona el problema de fondo. El dólar oficial se encuentra artificialmente barato, lo que hace que su oferta (por exportaciones, etc.) sea menor y que su demanda (para importaciones, atesoramiento, etc.) sea mayor. El desequilibrio es la pérdida de reservas resultante. Parte importante de este problema es la precaria situación energética a la que se ha llegado luego de 10 años de Kirchnerismo. Ante este panorama, la pregunta de si se puede salir del cepo y cómo hacerlo se ha escuchado con mayor frecuencia en los últimos días. Una política para salir del cepo tiene que hacer frente a por lo menos tres problemas.

En primer lugar el desvío del tipo de cambio oficial respecto al tipo de cambio real. En la medida que el tipo de cambio oficial mantenga un precio de dólar barato, la oferta no podrá satisfacer a la demanda en el mercado de cambios. Esto no es otra cosa que la interacción entre demanda y oferta. La Argentina está en un típico problema de atraso cambiario. La política cambiaria K ha sido similar a la tablita de Martinez de Hoz; ajustar el tipo de cambio por debajo de la inflación. Si uno estima el tipo de cambio del 2007 (cuando se interviene el Indec) en adelante por la inflación verdadera de Argentina menos la americana, a fin del 2012 el tipo de cambio debería estar alrededor de los 12 pesos. Es decir, el mercado blue se encuentra más cerca de un tipo de cambio de equilibrio que el tipo de cambio del BCRA. Esto no quiere decir que la solución sea una devaluación. De poco sirven la devaluaciones que buscan evitar cambios de fondo en la economía del país. Las economías son más competitivas frente al mundo cuando el sector productivo es competitivo, no cuando el BCRA devalúa artificialmente el tipo de cambio. En lo que va del 2013, el BCRA devalúo el peso alrededor de un 25% (en términos anuales), tasa similar a la inflación anual. Este es un ritmo de devaluación muy importante, por más que el gobierno niegue sus propias políticas.

En segundo lugar, es indispensable dar fin a la inflación, ya entre las mayores a nivel mundial. La diferencia entre una inflación del 2% y una del 25% no es meramente de valores. Con una inflación del 25% el peso puede ser medio de pago, pero deja de ser una eficiente unidad de cuenta y definitivamente deja de ser un medio para atesorar valor. Esto quiere decir que mientras el peso puede ser un medio de pago no es dinero propiamente dicho. Si el atesoramiento de valor (ahorrar) no es posible, entonces la demanda de tenencia de pesos colapsa. Esto quiere decir que todo peso que no se necesita para transacciones (compras de cada mes como ir al supermercado, pagar impuestos, etc.) se utiliza para comprar bienes, pero no se ahorra. El aumento en consumo no se debe a las bondades del modelo Kirchnerista, se debe a la destrucción del peso como reserva de valor. Se pierde menos riqueza comprando un televisor plasma o cambiando el auto que ahorrando en pesos. El desafío del BCRA no es sólo bajar la inflación, es volver a generar la confianza en la gente que el peso ha vuelto a ser dinero, lo que incluye ser un medio viable y confiable para atesorar valor. En  el centro de estos problemas se encuentra el déficit fiscal, el cual el BCRA financia al mismo tiempo que se deslinda del problema inflacionario.

En tercer lugar, hay un serio problema de confianza. El dinero fiat como el peso (dinero no convertible) obtiene su valor de la confianza que el mercado tenga en el BCRA. Cuando el BCRA no es confiable, entonces comienza a haber una preocupación por las reservas, dado que sin cepo cambiario el mercado puedo rápidamente cambiar el peso por otra moneda más dura. Pero si el BCRA fuese confiable nadie estaría preocupado por el nivel de reservas. ¿Cuáles son, acaso, las reservas de la Reserva Federal de Estados Unidos? No va a ser fácil eliminar la preocupación por las reservas en un país con un historial único de inflación y un presidente del BCRA que niega que la inflación sea su responsabilidad. ¿Cómo creer la palabra a un gobierno que insiste con publicar las cifras del Indec (sólo por dar el ejemplo más claro)? El gobierno Argentino es considerado, doméstica e internacionalmente, un mentoriso crónico. ¿Cómo creerle a un mentiroso crónico? El kirchnerismo es un movimiento sin credibilidad. ¿Le creería a usted a Cristina Kirchner si, al retornar de su retiro médico, le dice por cadena nacional que le promete proteger el valor del peso secundada por funcionarios como Boudu, Moreno, Kicillof, Pimpi Colombi, Marcó del Pont, Abal Medina, etc.? El problema del Kirchnerismo no es sólo su rechazo al problema, sino que han dilapidado la credibilidad necesaria para que las medidas que debería tomar sean creíbles.

El kirchnerismo ha hecho a la sombra de los otros poderes del estado un gran daño social y económico. Pero el mayor golpe que han dado al país es el daño institucional. Al votar la estatización de las AFJP y la expropiación de YPF, Lla oposición es tan responsable del deterioro institucional del país como el Kirchnerismo. El problema de una parte importante de la oposición es que ha dañado también su propia credibilidad. La confianza, el respeto a la clase política, las instituciones formales e informales, se construyen con mucho esfuerzo y tiempo. Es muy fácil, sin embargo, echar por tierra tanto trabajo. Está confundida la oposición si cree que los problemas del Kirchnerismo se solucionan mejorando la gestión pero sin un serio cambio de actitud hacia el problema institucional y revisión de las políticas de fondo.

Nicolás Cachanosky / Assistant Professor / Metropolitan State University of Denver