Rotundo fracaso del cepo y el control de cambios
El actual “cepo cambiario” y los controles sólo han logrado que los exportadores demoren todo lo posible el ingreso de los fondos que reciben en pago de sus ventas en el exterior
Panorama argentino
El BCRA devaluó el peso en diciembre un 6,2% y en las dos primeras jornadas de enero lo hizo por sólo un 0,5%, sumando nuestra moneda una pérdida de valor durante 2013 del 32,6%, sin haber llegado aún al tipo de cambio de equilibrio necesario para que pueda funcionar normalmente un sistema de flotación administrada como el que rige en los países del mundo civilizado. El actual “cepo cambiario” y los controles sólo han logrado que los exportadores, lógicamente, demoren todo lo posible el ingreso de los fondos que reciben en pago de sus ventas en el exterior y los importadores anticipen o apuren sus pagos al exterior para no encarecerlos. Y de esa manera es imposible que funcione un mercado amplio y profundo que nos sirva a todos. Pero para que ello pueda ocurrir el Gobierno debe primero reconocer, después de diez años, el rotundo fracaso de sus políticas de comercio exterior y cambiaria, como lo demuestra claramente la grave situación que padecen hoy tanto las empresas exportadoras como importadoras y el insólito aislamiento del mundo que sufre nuestro país. Ya es evidente que la fuerte devaluación de nuestro peso, realizada a partir de la asunción del nuevo equipo económico presidido por el ministro Axel Kicillof y Juan Carlos Fábrega como presidente del BCRA resulta una medida apropiada pero que en la práctica no es eficaz para lograr los resultados esperados con la rapidez necesaria. Y al respecto, ya no caben dudas de que el paso a dar no debe ser otro que el de decidir un cambio total de las políticas aplicadas hasta ahora y sumarnos así a los principales países de Latinoamérica, que ya hace tiempo se han incorporado al mundo globalizado. Este es el único camino posible: hay que abolir todas las normas vigentes, escritas y no, relacionadas con el control de cambios y dejar sin efecto los aranceles y retenciones que afectan al comercio exterior. Por supuesto, el BCRA deberá ocuparse de la política monetaria y dejar que el mercado de cambios, totalmente libre, se ocupe de fijar el tipo de cambio, según lo decida la actividad que desplieguen los oferentes y la demandantes, que para ello deberán asumir los riesgos correspondientes sin ninguna intromisión oficial. Mientras, el MULC argentino sigue encerrado en el “corralito” en el que lo tiene preso el BCRA, debiendo esperar los bancos sus diarias autorizaciones para poder cursar las operaciones de sus clientes y sobrevivir tras sus permanentes intervenciones en el mercado, para un lado y para el otro. El Banco Nación fijó el viernes su cierre vendedor de transferencia en $ 6,5550, devaluando el peso un 1% en la cortísima semana pasada. El volumen que operaron las entidades entre sí fue de USD 684 millones, con un promedio diario de USD 228 millones, un 12% menos que en la anterior semana. Y las reservas del BCRA, según cifra oficial aún no ajustada, sumaron al fin del último día hábil USD 30.525 millones, mostrando una caída de USD 303 millones. En todo diciembre la pérdida fue de USD 200 millones y en 2013 USD 12.691 millones. En el mercado de futuros del Rofex el peso/dólar quedó operado con tasas implícitas entre 55,3% y 45,3% y en el mercado OCT el BCRA participó vendiendo a todos los plazos con tipos de cambio que mostraron tasas de alrededor del 40%.
Panorama internacional
El dólar subió a máximos de dos semanas entre el jueves y el viernes pasados, debido a que en los Estados Unidos se conocieron unos datos económicos en general positivos, que reforzaron las expectativas de que la Reserva Federal continuará disminuyendo sus compras de bonos. Así, la creciente confianza llevó el rendimiento del bono del Tesoro por encima de 3% por primera vez en más de dos años y muchos analistas vieron esa marca como una prueba de fe de los inversionistas en el poder de permanencia de la recuperación económica en la primera potencia del mundo. Y este sentimiento se fundamentó en que la actividad fabril en los Estados Unidos se mantuvo cerca de un máximo de dos años y medio en diciembre y que el número de personas que solicitó nuevos pedidos de subsidio por desempleo cayó la semana pasada por segunda vez consecutiva. Además, el gasto en construcción alcanzó su mayor nivel en casi cinco años en noviembre. El dólar tocó un máximo de 105,43 yenes, su techo frente a la moneda japonesa desde octubre del 2008 y el euro, la moneda de mejor desempeño en el 2013 al registrar una ganancia anual del 4.5%, cayó la semana pasada un 1,7%, a 1,3580 dólares. Con respecto a la eurozona, a comienzos de 2013 todavía persistían las dudas sobre si había hecho lo suficiente para evitar otra recaída, pero ahora hay motivos para creer que la calma podría prolongarse. Desde el punto de vista económico 2014 debería ser un año mejor. La eurozona podría crecer un 1%, según Deutsche Bank, tras una contracción del 0,4% en 2013. Además, el recorte de tasas de interés que realizó el BCE en noviembre podría servir de gran ayuda. Se han hecho progresos a la hora de fortalecer la Unión Europea y la labor del BCE ha resultado decisiva y, además, los políticos europeos han diseñado las bases de una unión bancaria. Por todo ello podría decirse que, al final, en la eurozona hay motivos para celebrar. No obstante, uno de los acontecimientos más importantes del año pasado ha sido la recuperación económica de Japón, impulsada por los estímulos del banco central y por el gasto público. Eso ha generado asombrosos resultados en el mercado de renta variable: el Nikkei se ha comportado mejor que cualquier otra bolsa del mundo industrializado y ha sido uno de los mercados que más ha ganado en 2013. Pero 2014 determinará si el primer ministro, Shinzo Abe, podrá revitalizar a Japón y garantizar que la fortaleza del mercado no se esfume rápidamente. Sin dudas, no será fácil. El yen, probablemente, siga descendiendo frente al dólar y el Banco de Japón podría expandir su relajación monetaria a medida que la Reserva Federal retire sus estímulos. Mientras, otro hecho destacable fue el máximo histórico de 6,0990 por dólar que logró el jueves pasado el yuan chino, que así obtuvo una ganancia de cerca de un 3% en 2013. La próxima semana estará marcada en Europa por la primera reunión del año del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE). También se conocerán las decisiones de política monetaria del Banco de Inglaterra (BoE) y los inversores deberán permanecer atentos a la publicación de la tercera estimación del PIB del tercer trimestre y de las cifras de inflación de diciembre de la eurozona.