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lunes 20 de enero de 2014

Una presidente que da órdenes en la oscuridad

Una presidente que da órdenes en la oscuridad

Toda acción humana recibe la influencia de un “agente causal” que es el individuo al perseguir un objetivo específico de su preferencia. De ese modo están actuando hoy los ciudadanos de nuestro país para tratar de salvarse de una marejada que amenaza sepultarlos.

Por tal motivo, los burócratas que rodean a Cristina Fernández -y se hunden día a día en medio de las más severas contradicciones-, no lograrán cumplir sus órdenes para que el mercado y el público en general se comporten de la manera que convenga a sus intereses.

Dogmática y neófita “ad nauseam” en ciertas cuestiones que exceden holgadamente el marco de su habitual voluntarismo, nuestra Presidente sigue enviando desde su “mini exilio” de Olivos órdenes imposibles de cumplir pretendiendo “someter” las consecuencias negativas de algunos hechos que están perjudicando su imagen y la de su gobierno.

Y, de paso, nos llevan a todos al infierno.

Se ha dado cuenta tarde (o le han dicho), que sin la “caja” –otrora henchida de billetes-, no se pueden atender las distintas ventanillas de “peticionantes” por lo que trata de confiarse en las “mágicas” planillas de Excel que le lleva el “académico” Kiciloff (el nuevo “niño de sus ojos” como suelen decir los españoles), mientras no puede consolar su corazón soberbio y atribulado.

Era la más linda, la más inteligente y la más exitosa. Así apareció ante sus fanáticos seguidores que la aplaudían como tal y hoy se parece más a la fea madrastra de la Cenicienta que no pudo lograr que ésta no se casara con el Príncipe Encantado.

Sus órdenes son como proyectiles sin blanco y sin cálculo de emisión racional. Y tiene muy pocos más en su faltriquera. El mundo estático que imagina, no existe y la falta de equilibrio de una gestión muy “casera” le terminará devorando sus afiebrados deseos de detener con las manos un camión inflacionario que se le viene encima a 200 o más kilómetros por hora (entre otras desgracias).

Ortega y Gasset sostenía que existen “fronteras naturales” que se constituyen en realidades inexpugnables para quienes creen, ingenua y tontamente, que pueden torcer la realidad. Son las mismas que se están alzando como murallas inexpugnables ante el kirchnerismo.

“La vida creadora es vida enérgica, pero ésta es solo posible en una de estas situaciones: o siendo uno el que manda o hallándose alojado en un mundo donde manda alguien a quien reconocemos pleno derecho y autoridad para tal función”, decía Ortega.

Lo que ocurre entre nosotros es que ninguno de los dos supuestos del filósofo madrileño tienen lugar hoy día: no mandamos quienes deberíamos decidir de qué modo hacerlo respecto de cuestiones que afectan nuestras “preferencias” y tampoco manda alguien a quien le reconozcamos “pleno derecho y autoridad” ética y moral.

Cristina no es –ni ha sido nunca-, el paradigma del carácter decidido de quienes demuestran SABER QUE SABEN. Por lo tanto, sus órdenes se asemejan a los amagues de un boxeador que “hace sombra” en el gimnasio antes de enfrentar a sus rivales, para recibir un rato después una golpiza sobre el cuadrilátero durante el combate “verdadero”.

Lo más grave es que no parece entender que la vida, en su eterno deambular, es siempre diferente de lo que fue, por lo que hay que evitar cometer los mismos errores de otros tiempos.

Para decirlo en pocas palabras y parafraseando un refrán popular: “de ilusión también se vive…y se muere”.

carlosberro24@gmail.com