El Plebeyismo
La Real Academia dice que el “plebeyo” es la persona que no es noble ni hidalga, es decir pertenece a la plebe, la clase más baja pero no en cuanto su capacidad económica, sino su idoneidad cultural.
No solo la Argentina, aunque acá se nota más, sino el mundo luce como “plebeyo” y ya lo anunciaba Ortega al hablar del “Plebeyismo”.
Decía Ortega “La democracia, como democracia, es decir estricta, parece una cosa óptima. Pero la democracia exasperada y fuera de sí, la democracia en religión o en arte, la democracia en el pensamiento y en el gesto, la democracia en el corazón y en la costumbre, es el más peligroso morbo que puede padecer una sociedad”
Una de las “virtudes” del Plebeyismo es la soberbia como “altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros”, le sigue el insulto y la descalificación del otro como método de discusión o diálogo y el resentimiento como emoción o afecto negativo que lleva a la perturbación mental, a la irrealidad y a la paranoia.
Agregaba Ortega acerca del “Plebeyismo”, como una forma del resentimiento que “Cuando un hombre se siente así mismo inferior por carecer de ciertas calidades-inteligencia o valor o elegancia-(como podría ser el caso de Kristina, cuya habilidad sofistica denuncia su incultura) procura indirectamente afirmarse ante su propia vista negando la excelencia de esas cualidades” y agregaba “El Resentido va mas allá: odia la madurez y prefiere lo agraz”.
Nosotros los argentinos lucimos y nos comportamos como “plebeyos”, siempre hablamos desde la “superioridad” por ello nos cuesta dialogar, debatir, discutir, somos agonales en nuestros comportamientos.
Diría que algo típico de nosotros es nuestro “complejo de superioridad”.
El “complejo” en la persona tiene que ver con lo reprimido y con la perturbación de nuestras conductas por eso más de una vez pretendemos
sustituir el razonamiento o lo que queremos decir con el énfasis o el enojo como muestra de carácter.
Ello explica nuestro afán reformista y fundacional, todo comienza con cada uno de nosotros y todo lo nuestro es superior, la historia se escribe “…a partir de…” como si los tiempos históricos dependieran de uno.
Al hecho más trivial lo enunciamos como “histórico” y con ello queremos decir que es lo mejor o que es sinónimo de la perfección.
La vez pasada la llegada de un tren a un pueblo de la Provincia de Buenos Aires que lograba circular a no más de 30 Km por hora, fue calificado de “hecho histórico” lo que debería ser un hecho vergonzoso que paradojalmente también puede ser histórico por su bochornoso significado.
El “plebeyista” generaliza a partir de su experiencia, por ello es autorreferencial, lo suyo siempre es lo mejor o lo peor, siempre dicho desde su “complejo de superioridad”. Kristina es un cabal ejemplo.
Plebeyismo es la bravuconada como contenido de una expresión o actitud como la que expuso ALCONA MON en LA NACION del 19 de febrero pasado respecto al titular de la INSPECCIÓN GENERAL DE JUSTICIA Rodolfo Tailhade que mencionaba en su “facebook” diversas empresas que “Te están robando el sueldo”.
Pero realmente se trata de una bravuconeada de muy poca monta dado que como dice Alconada Mon “Las diatribas públicas de Tailhade, sin embargo, no muestran un correlato judicial. Aunque acusó a esas mismas cadenas de supermercados, electrodomésticos y combustibles de «afanar» y cometer «abusos», no radicó denuncia penal alguna. LA NACION procuró preguntarle si ordenó inspecciones u otro tipo de controles a esas empresas, pero no obtuvo respuesta alguna del funcionario”.
Como ocurre el “bravucón” es cobarde como lo es el plebeyo.
Nos falta “criterio” que es esa dificultad en la compleja administración de las ideas con relación a los hechos que afecta a nuestras dirigencias en general por ello y esto se nota particularmente en los funcionarios “K” la
mayoría son agresivos y desaprensivos porque la realidad los supera o no la entienden o no la quieren entender.
Una muestra de manual es el problema de la inflación que se pretende resolver con bravuconadas como es esta historia de los “precios cuidados” que es la antesala para convertir el rencor o resentimiento en violencia con estrépito o eso que es Luis Delia que pidió el fusilamiento de Leopoldo López, el dirigente encarcelado por sus ideas por el gobierno venezolano, ejemplo andante del grotesco político que ya está superando el límite de la tragedia.
Otra muestra de plebeyismo en estado puro.
El plebeyo se conforma con lo peor porqué lo considera mejor que nada y el gobierno “K”, como el gobierno del paradójicamente llamado “MADURO”, se han especializado en hacer culto de lo peor porque en definitiva el plebeyismo de Ortega es nuestro populismo latinoamericano.
Recordaba una lectura del padre Leonardo Castellani en la que decía que en Argentina los nombres van a contramano de su significado, pues nada mas a contramano que el nombre del presidente venezolano.
Prefiero hablar de nosotros porque sería hipócrita hablar en tercera persona.
Algo hemos hecho no mal, muy mal en estos últimos 50 o 60 o 70 años para generar tremendo “plebeyismo”.