Daniel Scioli, un hombre de mucha fe y poco contenido
Al actual Gobernador de la Provincia de Buenos Aires habría que hacerle alguna vez una “autopsia de la inmortalidad”, como diría Savater, porque aunque no demuestra capacidad alguna para resolver los cuellos de botella de su gestión, siempre “cae parado”.
Históricamente siempre ha costado mucho esfuerzo desembarazarse de la relación ambigua que se vive con quienes podríamos denominar “muertos en vida”, esos que uno quizá conservaría en salmuera o vinagre, aunque sin saber bien para qué.
Scioli viene a resultar algo así como un “animal simbólico” porque representa una “rareza” dentro de su condición. Ha crecido alimentado por una opinión pública que no tiene juicio definitivo formado sobre él pero teme perderlo, porque se asemeja a alguien con quien uno cruzaría un puente sobre el río sin temor.
Naturalmente, nadie sabría bien qué hacer con él al llegar al otro lado.
Como símbolo de la insustancialidad, se mueve libre de prejuicios sin pronunciarse sobre nada que no sean sus manifiestos propósitos de mostrarse como un hombre de fe. ¿En sí mismo? No lo sabemos a ciencia cierta, porque ha logrado inventarse una vida para “llegar a ser alguien alguna vez, donde pudiese caber”.
Provoca un cierto estremecimiento pensar que mucha gente lo vea como una solución efectiva para los problemas que deberemos afrontar muy pronto; pero descartarlo porque sí es también difícil, porque con su mirada vacía y sin rencor usa un vocabulario monocorde que desconcierta.
Desde el punto de vista genético parece integrar el mundo de los “ni”. Aquellos que proclaman devociones de pura conveniencia personal cada vez que deben enfrentar un problema, y solo exhiben “una tendencia general a concebir a todos según su propia imagen, atribuyendo a los objetos aquellas cualidades que le son más familiares y de las que tienen la más íntima conciencia” como diría David Hume.
¿Quién puede estar en desacuerdo con eso?
Lo malo es que ha demostrado que asume los acontecimientos cuando éstos ya han sido forjados por la realidad, justificándose por la adversidad inesperada a la que dice someterlo una vida que eligió SIN QUE NADIE LO EMPUJARA.
Todavía se recuerdan sus imágenes de motonauta campeón, promovido por su mentor político, Carlos Saúl Menem, cuyo gobierno contribuyó a crear una categoría de competencia inexistente en el deporte hasta entonces, para poder “pasearlo” como la imagen de YPF por el mundo.
No tenemos ninguna pretensión de deconstruir su imagen. Solo hacemos esfuerzos para tratar de ubicarlo en “algún lugar” y nos cuesta mucho. Porque es un hombre que realiza su tarea “con fe, con optimismo, con esperanza” (sic) Y SIN INTERROGARSE MUCHO, como se advierte al oírlo hablar.
Como efecto proveniente de una actuación política insustancial, del “horno” de su creación solo sale un hollín insoportable que tiñe todo de gris, como diría Milton Friedman.
De algún modo hay que trazar en política una línea divisoria entre los individuos responsables y LOS DEMÁS. En vista de la ambigüedad de su proyecto de futuro, hemos decidido que Scioli tendría que estar entre estos últimos.
¡Menudo problema tendríamos si la desorientación y el desorden que dejará el gobierno kirchnerista obligase a considerarlo, por descarte, como futuro candidato a Presidente!
Quizá los docentes de su provincia puedan agregar mucho más al respecto.
carlosberro24@gmail.com