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jueves 20 de marzo de 2014

Argentina y los magros resultados del Índice de Libertad Económica

Argentina y los magros resultados del Índice de Libertad Económica

En los últimos días, The Heritage Fundation difundió la 20ª edición del Índice de Libertad Económica, año 2014. Este índice, que proporciona una herramienta objetiva de análisis para las 186 economías evaluadas, muestra que la libertad económica está una vez más en auge, alcanzado su máximo puntaje en los 20 años de existencia (el puntaje promedio del índice arrojó un incremento cercano al 5%, pasó de 57,6 puntos, en el año de origen, hasta la cifra máxima de 60,3, para el período corriente).

 

Detrás de este récord hay historias de progreso humano y logros de países. Literalmente, miles de millones de personas en todo el mundo cuyas vidas mejoraron de manera efectiva. El sistema de libre mercado impulsó un crecimiento económico sin precedentes en todo el mundo. Durante las últimas dos décadas, en las que la economía global avanzó hacia una mayor libertad económica, la economía mundial logró una verdadera expansión de su PIB de alrededor del 70%.

La libertad económica es el derecho fundamental de todo ser humano de controlar su propio trabajo y propiedad. En una sociedad económicamente libre, los individuos son libres de trabajar, producir, consumir e invertir en todo lo que quieran. Para que esto suceda, los gobiernos permiten que la mano de obra, el capital y los bienes puedan moverse libremente, y se abstienen de la coerción o restricción de la libertad más allá de la medida necesaria para proteger y mantener la libertad misma.

El Índice evidencia que la variable más importante para el incremento sostenido de la riqueza, así como el medio más efectivo para eliminar la pobreza, es la libertad económica.

La variable estadística consta de diez componentes, a saber: derechos de propiedad, libertad frente a la corrupción, libertad fiscal, gasto público, libertad empresarial, libertad monetaria, libertad comercial, libertad laboral, libertad de inversión y libertad financiera. Cada libertad es ponderada por igual en la determinación de las puntuaciones de los países. Los países que consideren las reformas económicas pueden encontrar oportunidades significativas para mejorar el rendimiento económico de estos factores en los que puntúan. Estos factores pueden indicar restricciones limitantes significativas sobre el crecimiento económico y la prosperidad.

Solo seis de las economías clasificadas en el Índice 2014 obtuvieron la designación de “libres”, con puntajes superiores a 80 puntos. Los 28 países siguientes, con puntajes entre 70 y 80, están considerados como “mayormente libres”. Estas 34 economías mantienen y proporcionan un entorno institucional en el que personas y empresas privadas disfrutan de un grado sustancial de

libertad económica en su búsqueda de más oportunidades y mayor prosperidad.

El caso de los países que obtienen puntajes que reflejan incluso niveles moderados de libertad económica (60 o más puntos), la relación entre libertad económica y PIB per cápita es extremadamente significativa. La mayor parte de los países evaluados (117 economías) tienen puntajes de libertad económica que van de 50 a 70. De éstas, 56 economías están consideradas como “moderadamente libres” (puntajes entre 60 y 70) y 61 como “mayormente controladas” (puntajes entre 50 y 60).

Finalmente, veintisiete países tienen economías “reprimidas”, con puntajes inferiores a 50, y ocho, sin clasificación.

El país más libre del mundo es Hong Kong, con 90.1 puntos, y lo ha sido a lo largo de los últimos 20 años de manera consecutiva. Su puntaje general es levemente mejor que el año pasado debido a las mejoras en el tamaño del gobierno y la eficacia de la reglamentación que compensaron una disminución de la libertad frente a la corrupción.

El puntaje de libertad económica de Singapur es 89,4, lo que ubica a este país en el segundo lugar del índice 2014. Su puntuación es 1,4 puntos mejor que el año precedente, debido a las mejoras en la libertad de inversión y libertad laboral que superan a las pequeñas disminuciones de libertad monetaria y libertad de empresa.

En tercer lugar se encuentra Australia con 82 puntos. Su puntaje general es 0,6 puntos menos que el año anterior, con un aumento en la libertad de inversión compensado por la disminución de la libertad monetaria y libertad laboral. Suiza es el cuarto, y primero de Europa, con 81,6 puntos. El quinto puesto muestra a Nueva Zelanda con 80,6 puntos. Y, en el sexto lugar, se ubica Canadá con 80,2 puntos, lo que destaca a este país como la economía más libre de América.

Argentina, por su parte, con un puntaje de 44.6 es, con la sola excepción de Venezuela, la economía menos libre de Sudamérica. Ocupa el puesto 166 en el índice 2014. Su puntaje general se redujo en 2,1 puntos, respecto del año anterior, lo que refleja una disminución sustancial en la libertad de inversión, libertad comercial, libertad de trabajo y la gestión del gasto público. Argentina ocupa el lugar 30 de 32 países del continente, y su puntaje general está muy por debajo de los promedios regionales y mundiales.

La libertad económica de Argentina, durante los 20 años de historia del índice, sumió hasta el estado «reprimido». Con una caída general de puntuación de 23.4 puntos, registró la segunda caída más grave desde que se comenzó a medir la puntuación del Índice de Libertad Económica. Ocho de las 10 libertades económicas se deterioraron debido a las políticas que incluyen severos controles de capital, la fijación de precios, las restricciones a las importaciones, y una serie de nacionalizaciones.

La injerencia del Estado en la economía argentina creció substancialmente desde 2003, lo que aceleró la erosión de la libertad económica. Deficiencias institucionales siguen socavando las bases de un desarrollo económico duradero. El sistema judicial se volvió más vulnerable a la interferencia política y la corrupción se volvió frecuente. La presión regulatoria en el sector privado siguió aumentando, con medidas de gasto populistas y el control de precios que distorsionan aún más los mercados.

Por las razones expuestas, en tanto no se advierta la importancia del sólido vínculo entre libertad y desarrollo: no se realizarán cambios estructurales que soslayen estrictas medidas de corto plazo. El futuro de los argentinos seguirá comprometido a prácticas mezquinas que posterguen los intereses de generaciones futuras.

 

Carlos Alberto Salguero

Doctor en Economía, Profesor Titular UCALP