Holdouts: delirios argumentales del gobierno
No hay destrozo que el kirchnerismo no haya hecho en estos 11 años y continuará haciendo destrozos en la medida en que le convenga políticamente
Desde hace aproximadamente un mes venimos hablando de los holdouts, de Griesa, del stay, de la cláusula RUFO y, por supuesto, del default, que por cierto, en nuestra frondosa imaginación, los argentinos le agregamos adjetivos muy extraños al default. Así, uno puede leer default técnico, “algo nuevo” como lo denominó Aldo Ferrer, el ex ministro de economía del gobierno militar de la Revolución Argentina, también hablan de default controlado, acotado y el último adjetivo que leí hasta el momento de escribir estas líneas es default brumoso. Vaya uno a saber si estamos hablando de la deuda o del clima.
Lo cierto es que el tema de los holdouts viene tapando temas muy relevantes y tan o más graves que un eventual default. Así salieron de la tapa de los diarios el tema Boudou, Lazaro Baez, la caída en el nivel de actividad, el aumento de la desocupación, la inflación, la inseguridad, etc. Todos concentrados hablando de un tema jurídico, financiero y económico sin tener la más mínima idea sobre cuáles pueden ser los efectos para la persona común si Argentina cae en default.
El gobierno advirtió este tema, aprovechó el falso nacionalismo que nos suele invadir y salió con los tapones de punta contra Griesa que es un extorsionador de Argentina, contra los holdouts, que para el gobierno son buitres porque quieren cobrar e historias por el estilo. Es decir, de casualidad o haciendo camino al andar, se toparon con que el falso nacionalismo argentino apoya este discurso épico, patotero y agresivo contra los holdouts y Griesa.
Que politizaron el tema de la deuda es clarísimo, lo que me hace pensar que vamos de cabeza al default porque es un buen negocio político, dentro de la declinación que viene teniendo el kirchnerismo. Es algo así como la malvinización de la deuda externa. Tratar de conseguir el apoyo de la población contra el enemigo externo, en este caso el imperio americano con su justicia que extorsiona y los holdouts que no tienen piedad con tal de cobrar.
Veamos, Kicillof dijo que Griesa quiere extorsionar a la Argentina. En rigor Griesa emitió su fallo, que luego fue convalidado por la Cámara y finalmente la Corte Suprema de Justicia no trató el tema y se lo devolvió a Griesa diciéndole que actúe. Es decir, en todo caso no sería Griesa el extorsionador, como dice Kicillof, sino todo el sistema judicial norteamericano. La pregunta es: ¿por qué todo el sistema judicial norteamericano va a querer extorsionar a Argentina? ¿Tan poderosos somos como para que quieran destruirnos?
Segundo punto, Kicillof afirmó que los holdouts quieren «tirar abajo el proceso de reestructuración» de deuda encarado por el país en 2005 y 2010, con objeto de «volver a la dinámica del sobreendeudamiento» propia del «neoliberalismo». Evidentemente Kicillof parece tener algún tipo de tara con el liberalismo, porque si hay algo que, entre muchas otras cosas, propugna el liberalismo, es la disciplina fiscal. Si hay disciplina fiscal no hay déficit. Si no hay déficit no hay necesidad de endeudamiento. Es más, el liberalismo propugna un bajo gasto público, con un Estado subordinado a defender el derecho a la vida, la propiedad y la libertad de las personas. Por lo tanto, un bajo nivel de gasto público puede tener fácilmente como contrapartida el equilibrio fiscal y la ausencia de endeudamiento.
Por el contrario, es el populismo autoritario que defiende Kicillof el que lleva al desborde del gasto público, al déficit fiscal y a la necesidad de endeudarse. Sin duda Kicillof hace un discurso de barricada que parece mostrar que sus tan promocionados laureles académicos no son tales, porque nadie seriamente puede decir que el liberalismo impulsa el aumento del gasto público para tener déficit fiscal y, de esa manera, caer en el endeudamiento. Es como decir que el marxismo impulsa las privatizaciones.
Además, en este momento no hay nadie que tenga interés en prestarnos un dólar. Un país con cepo cambiario, fuerte desequilibrio fiscal y un BCRA con patrimonio neto negativo, no es un país que genere, justamente, gran atractivo para los inversores. Nos prestan los dólares y luego no se los dejan retirar. De locos lo que afirma Kicillof.
El riesgo de estar jugando al falso nacionalismo e ir de cabeza a un default, consiste en que los bonos de Argentina caigan en forma notable. Si esos bonos caen y parte de ellos están en el activo de los bancos, el sistema financiero va a tener una fenomenal pérdida patrimonial. Eso puede llevarlo a cortar créditos, por ejemplo los giros en descubierto como ocurrió en otras oportunidades, con lo cual se corta la cadena de pagos y se profundiza el proceso recesivo. Y no descarto una corrida financiera y cambiaria dependiendo del pánico que genere el default.
Al caer el nivel de actividad la recaudación se resiente más, el déficit crece y la emisión del BCRA para financiar al tesoro aumenta generando una aceleración de la inflación y caída del tipo de cambio real. Si la caída de tipo de cambio real se acentúa, el impacto sobre las exportaciones es inevitable. Como los insumos que hay que importar se pagan con los dólares que ingresan por las exportaciones, al ingresar menos dólares de exportaciones se pueden importar menos insumos, por lo tanto la recesión se acentúa junto con la desocupación.
Claro que podría darse el caso que el gobierno vaya a default definitivo y utilice los dólares esos para importar insumos, dejarle unos pocos dólares al próximo gobierno como reservas en el BCRA y un serio problema con la deuda.
Mientras tanto continuará el ajuste por el lado del sector privado mientras sigue la fiesta en el sector público, como puede verse con el gasto que sigue creciendo a tasas anuales del 45%.
La explotación del sector privado por parte de sector público se da hasta el punto de una fuerte discriminación entre los empleados del sector público y los del sector privado. En efecto, los empleados del sector público no pueden ser despedidos salvo que se les inicie un sumario. En cambio, en el sector privado, una empresa, pagando la indemnización correspondiente, puede reducir su planta de personal. Los empleados púbicos pasan a ser algo así como empleados de primera categoría y los del sector privado de segunda categoría.
Agreguemos que todos sabemos que las empresas están reduciendo sus plantas de personal, las horas extras, los turnos, etc. mientras que el sector público no despide a nadie. Por el contrario, aumenta la cantidad de planta permanente como acabamos de enterarnos con el personal del Senado.
Resumiendo, no hay destrozo que el kirchnerismo no haya hecho en estos 11 años y continuará haciendo destrozos en la medida en que le convenga políticamente. Y si ir al default lo beneficia políticamente, lo hará por más que la gente tenga que sufrir una crisis económica como pocas veces hemos visto.