El dilema del kirchnerismo: ¿Muerte prematura o vida eterna?
A pesar de que ninguna moralidad puede inspirarse en ellos ni permite tomarlos como modelo, los ignorantes kirchneristas siguen insistiendo en imponernos su credo repleto de venganzas, vanidades y caprichos personales
Hacía mucho tiempo que no sufríamos la opresión espiritual de un gobierno tan opuesto a “lo ejemplar”, que impidiese tomar a alguno sus integrantes como modelo de virtud.
Las huestes de Cristina han acentuado la urgencia de su andar demostrando la vulnerabilidad de sus tentaciones totalitarias. No han comprendido que en el mundo de la política cada cual muere “en sus propias circunstancias” y están presintiendo que para ellos, esa muerte no será producto de nada bueno PORQUE APOSTARON A UNA VIDA ETERNA.
En los debates que se celebran hoy día en el Congreso al respecto de leyes incomprensibles que se alejan del sentido común, solo buscan sacar ventajas que les permitan durar, reforzarse y permanecer “mientras sea posible”.
Sin embargo, entre ellos comienza a prevalecer el miedo a ser víctimas de la muerte prematura a la que llevan siempre los abusos y comportamientos malignos. Y donde prevalece el miedo es muy difícil que prospere la claridad de ideas, ni algún tipo de compasión por los demás.
Dice el filósofo Lucrecio al respecto de hechos semejantes que “se trata de la avaricia y la ciega ambición de hombres que se obligan a transgredir los límites de la ley y que, a veces, como cómplices e instrumentos de sus crímenes, se afanan noche y día con extraordinario esfuerzo para elevarse a los supremos poderes. Mientras ello ocurre, las llagas de esta vida los alimentan del miedo a la muerte cercana”.
Deberían tener presente que el principio de algunos males del hombre como la bajeza y la cobardía, no generan de por sí la muerte, sino algo mucho peor: el temor a ella. Porque la certidumbre de su inminencia corrompe el espíritu y solo permite pensar en la supervivencia a cualquier costo.
Se está librando las batallas de un movimiento político que comienza a confesar con voz preocupada que una de sus banderas “soberanas” (¿) como Aerolíneas Argentinas, es una empresa inviable “por la irracionalidad de los gremios” (Recalde dixit), -aunque Cristina hace bromas de mal gusto al respecto imaginando la caída inesperada de algún avión-, mientras denuncian a concesionarios de automóviles que no realizan ventas de los mismos por estarlos “escondiendo” por pura especulación (¿) e insisten en seguir con su “redistribución productiva”, para lo cual pretenden meterse en la intimidad de las empresas privadas, a fin de comprobar si sus dueños mantienen una aceptable “higiene” en sus proyectos personales para generar utilidades y tienen o no derecho a disponer de ellas como les plazca.
Podría decirse que el kirchnerismo está haciendo lo indebido e inoportuno “no a causa del miedo al sufrimiento, sino por miedo a quedarse con las manos vacías” (Agnes Heller). Para ello cuenta con los invalorables “servicios” de una Presidente locuaz e inesperadamente ridícula.
En las condiciones actuales existen muy pocas posibilidades que consigan develar el enigma entre las opciones disponibles para acceder a una “vida eterna”, que ya no parece existir para ellos. En este escenario, la lucha entre Fábrega y Kicillof para imponer tasas de interés altas o aumento de la paridad cambiaria alternativamente, no resolverá nada en el plano económico, como así tampoco la “alquimia” intentada con los “swaps” en yuanes tramitados con China, porque HA DESAPARECIDO LA CONFIANZA DE LA GENTE EN EL GOBIERNO.
Mientras tanto, y como corresponde a verdaderos “automaníacos”, los alocados “K” van tratando de desechar las restricciones que les impone la realidad, para entregarse desesperadamente al “sálvese quien pueda”, aún a sabiendas que, en última instancia, está probado que tampoco así podrán salvarse y ni siquiera es seguro que puedan retrasar por mucho tiempo la propia perdición.
Lo único que aparece claro en medio del caótico panorama actual, es que la herencia cultural que dejarán detrás de sí nos obligará a un esfuerzo casi ciclópeo, para volver a esparcir los valores morales que contribuyen siempre a la salud democrática de una nación y que el kirchnerismo pulverizó en estos diez años inéditos de descontrol, ineficiencia, autoritarismo y corrupción desvergonzada.