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jueves 5 de febrero de 2015

Camino al intervencionismo

Camino al intervencionismo

A menudo solemos recibir burlas e ironías de diferente calibre por parte de los anticapitalistas a raíz de nuestra defensa del capitalismo como el mejor sistema económico conocido hasta la fecha

Una de esas ironías frecuentes que nos dirigen, es la de patrocinar al capitalismo como ‘panacea’. La acusación es falsa, por cuanto no proponemos ‘panaceas’. Recomendomos realidades. En nuestra opinión, quienes formulan panaceas que no se ajustan al mundo real son aquellos que sugieren «sistemas mixtos» o «intermedios». Esto es lo verdaderamente utópico. El capitalismo es realista. No tiene nada de utópico. Porque los modelos «mixtos» o intervencionistas son los que se vienen aplicando desde principios de la tercera década del siglo XX, y esta fue la causa en que desembocaran en el fascismo y el nazismo. Precisamente los gobiernos y sus intelectuales, en sus esfuerzos por no caer bajo las garras del comunismo (que en aquel entonces amenazaba con expandirse), comenzaron a efectuar concesiones al socialismo, pensando que de dicha manera «evitarían» hundirse dentro de la órbita comunista soviética. Los políticos europeos especularon que agregando «un poco» de socialismo al capitalismo se «sortearía» el comunismo. Sucedió así que, sobre todo en Europa, se iniciaron los procesos intervencionistas o de «economía mixta» que intentaron «combinar» socialismo y capitalismo. Fueron estas torpes tentativas las que convergieron en los fenómenos del fascismo y el nazismo, de los cuales costó una trágica guerra mundial salir. Lo que demuestra el fracaso de la «panacea» socialdemócrata y su mecanismo «intermedio», «híbrido», «intervencionista» o «mixto».

Finalizada la segunda guerra, los países europeos comenzaron la tarea de reconstrucción, adoptando muy tibia y parcialmente algunos principios básicos de la economía capitalista: liberación de precios y salarios, reducción de impuestos y gasto público, fortalecimiento de la propiedad privada y otras pocas mas. Estas escasas medidas capitalistas, que se tomaron en forma meramente incipiente y por corto tiempo, produjeron un resultado espectacular, lo que se dio en llamar «el milagro alemán» consistente en el asombroso y meteórico restablecimiento de esa nación vencida y devastada por la guerra, pero que -como una onda expansiva- también favoreció a los demás países que habían estado involucrados en la contienda bélica. No cuesta mucho imaginar que si el capitalismo hubiera sido mayor en esa época, y practicado con mucha más intensidad, Europa sería hoy una potencia mundial a la par de los EEUU, o quizás por encima de estos.

Lamentablemente, el proceso no se sostuvo en el tiempo, no porque «fracasara» económicamente, sino por cuestiones políticas, en virtud de la llamada «guerra fría» entre el bloque soviético y las demás potencias occidentales, con lo que nuevamente se fueron abandonando otra vez -y una a una- las pautas económicas pro-capitalistas que llevaron a la maravillosa recuperación europea, y se volvió al intervencionismo socialdemócrata. No obstante, el crecimiento económico de la posguerra bajo el paraguas de un capitalismo incipiente y escaso, mantiene hoy a Europa -en términos generales- con un aceptable nivel de vida en relación a Sudamérica, África y Asia, (con las posibles excepciones de Japón y Hong Kong).

Dado que la mayoría de las economías mundiales contemporáneas son del tipo «mixto» o «híbrido», si a algo corresponde atribuir el estancamiento y las crisis económicas actuales es -sin lugar a dudas- a que hay más países en donde la parte socialista de sus economías es mayor que la parte capitalista de las mismas. Es decir, que el tan elogiado sistema «mixto», «intermedio» o «híbrido» no lo es en absoluto en fracciones iguales, sino en proporciones diferentes, en el que la parte mayor se la llevan los patrones económicos socialistas por encima de los capitalistas. Son pues -en el balance final- mas socialistas que capitalistas, y esta es la razón de sus crisis, pobreza, desempleo, etc. aunque curiosamente -fruto de la ignorancia económica general- tanto los políticos como sus «intelectuales» (que les hacen de «soporte logístico») culpan a voz en cuello al capitalismo de todos los males del universo. Y esto resulta asimismo observable -aunque en una medida menor- en los EE.UU.

El anticapitalista nos dice que «hay que darle de comer al pobre». Pero pasa por alto que si le damos de comer al pobre un lunes, nos pedirá un nuevo plato el martes….dos el miércoles…tres el jueves, cuatro el viernes…etc. y además más variados. Si el primer plato que le ofrecimos fue de arroz, a los pocos días, semanas o meses nos pedirá caviar con champagne. No nos pedirá que le «capacitemos» como dicen los estatistas. Nos pedirá que lo continuemos alimentando. Quien haya conocido la pobreza bien lo sabe. Pero lo más patético de esto, es que no he sabido de un solo caso de siquiera un anticapitalista que le diera de comer a un pobre o le proporcionara albergue en su casa o su abrigo en invierno. El estatista, cuando exclama «indignado» que «hay que alimentar al pobre», jamás se está refiriendo a algo que haya de hacer él (ni por sí mismo ni por otros), ni de su bolsillo, sino que alude a algo que -da por sentado- el gobierno «debe obligar» a hacer a todos, menos, por supuesto, al estatista que hace tal exhortación. Apunta siempre a los bolsillos ajenos, jamás a los suyos.

El estatista contesta que «hay que darle de comer al pobre, pero exigirle resultados». Aunque suene a chiste un anticapitalista me lo dijo seriamente. Parece mentira que -además de todo lo anterior- «no se den cuenta» que si simplemente «damos de comer» sin nada a cambio, no podremos «exigirle resultados» a nadie. Por el contrario, seremos exigidos por el «gratuitamente» alimentado, a fin de que le sigamos alimentando. Pero nada de esto sería objetable si alguno de ellos quisiera voluntariamente darle de comer al hambriento. Lo que sucede es que lo anterior no es lo que los anticapitalistas proponen. Ellos ambicionan que el gobierno les quite por la fuerza y la violencia a unos (no a ellos mismos) para darles parte (o todo) del botín a otros (entre los que a veces los mismos anticapitalistas se incluyen).

Fuente: www.accionhumana.com