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miércoles 25 de febrero de 2015

Breve repaso de la crisis argentina

Breve repaso de la crisis argentina

Argentina da inicio en el año 2003 al que sería el peor gobierno de su historia desde los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón hasta el día de la fecha

En rigor, hay que hablar de tres gobiernos sucesivos, si tenemos en cuenta la formalidad constitucional, apropiados los tres por el denominado Frente para la Victoria (‘FpV’). Hagamos un breve repaso de los hechos.

El ‘FpV’ es el fruto de un disputa interna en el partido peronista entre Eduardo Duhalde y Carlos Menem, en la que el primero trataba de evitar que el segundo accediera a un tercer periodo presidencial. Duhalde detentaba entonces la presidencia de la nación ungido por el congreso como tal, tras la ‘caída’ del brevísimo gobierno de Fernando de la Rúa). Se establece pues un ‘acuerdo’ entre Duhalde y Néstor Kirchner (hasta dicho momento un ignoto gobernador de una provincia argentina -Santa Cruz- en el extremo sur del país) a fin de que este último se presentara como candidato del flamante ‘FpV’. Pero también se establecen alianzas con otros partidos políticos ‘no-peronistas’ para que confluyeran a conformar dicho ‘frente’, aun cuando –indudablemente- el ala dominante de este ‘FpV’ era el sector mayoritario del partido peronista (formalmente designado como ‘partido justicialista’). El objetivo final -como dijimos- era, en última instancia, restar poder y apoyo popular al candidato Menem, pero -por sobre todas las cosas- hacerse del gobierno a cualquier costo.

En lo que sigue, preferiremos referirnos al ‘FpV’ y no a ‘los Kirchner’ porque podría entenderse que lo sucedido a lo largo de los tres desgraciados gobiernos del ‘FpV’, implicaría eximir de responsabilidad a las otras segmentaciones políticas partidarias que apoyaron el proceso dictatorial que se iniciaba con estos hechos. Y muy lejos está de nuestro ánimo deslindar de responsabilidad alguna a los grupos políticos que contribuyeron -ya sea por acción o por omisión- a la instauración y afianzamiento de la peor tragedia política que ha vivido la Argentina desde los últimos cuatro decenios a esta parte.

En ese año señalado al comienzo, el ‘FpV’ accede al gobierno con un 22 % de los votos, y en medio de un mecanismo electoral bastante polémico y de dudosa constitucionalidad, convocado por Duhalde, (la Constitución de la Nación Argentina exigía entre un 40 % y un 45 % mínimo de los votos para ello).

Sin carisma personal en su candidato, sin liderazgo propio, sin respaldo popular, con un cuestionable resultado electoral y con un apoyo político pobrismo (por no decir nulo) el ‘FpV’, llega al gobierno y comienza (tenuemente al principio y con mayor firmeza en los años subsiguientes) a instalar un proyecto autoritario de poder basado fundamentalmente en el modelo Castro-comunista que Hugo Chávez, hacia la misma época, estaba consolidando en Venezuela.

Circunstancias ajenas y externas al país, le dieron a este cierta ‘estabilidad’ económica en aquel momento que se fue desdibujando a partir de medidas económicas internas que oscilaban entre la torpeza, la improvisación y el afán de lucro desmedido que -más temprano que tarde- afectan en rigor a todo gobierno, sea del color y de la bandera de que se trate.

Simultáneamente el ‘FpV’ comenzó a ‘instalar temas’ en su agenda política que no estaban ni entre los intereses, ni entre los reclamos del conjunto de la ciudadanía. Por ejemplo, uno de esos temas fue el uso y abuso que hizo el ‘FpV’ en torno a la cuestión de los ‘derechos humanos’, que terminó convirtiéndose en una ‘caza de brujas’ contra militares que habían combatido al terrorismo marxista desatado en la década del 70. No estaba esta cuestión -como decimos- ni entre las prioridades, ni siquiera entre las preocupaciones del conjunto de la ciudadanía, que ya vivía aprendiendo a cerrar las heridas producidas por aquel aciago periodo de la historia. A través de un prédica constante, el ‘FpV’ se esforzó por abrir esas heridas y volver a un pasado que estaba comenzando a dejarse atrás para el común de los argentinos, empezando a provocar una división entre la ciudadanía.

Principió a notarse desde ese mismo momento la infiltración entre las filas del ‘FpV’ de elementos que habían integrado las bandas de terroristas y guerrilleros que desataron la violencia de los años 70. Personajes reciclados (otrora peligrosos y de armas tomar) que ocuparon puestos claves no sólo dentro del poder ejecutivo sino también en los otros dos poderes (legislativo y judicial).

Dada la idiosincrasia del argentino promedio, muchas veces propenso a creerse lo que se le repite con suficiente insistencia, no pocos ‘compraron’ el ‘relato’ del ‘FpV’, pero -con todo- hay que reconocer que fueron solamente una minoría ruidosa.

El famoso relato del ‘FpV’ tuvo otras aristas, de las que sobresalen aquellas que, a través de los métodos patrocinados por el marxista Antonio Gramsci, intentaron por todos los medios captar la mente y la voluntad de las personas en su favor. Se produjo en tal sentido todo un proceso (en el sentido más militar de la palabra) por lavar los cerebros de niños, adolescentes, jóvenes y adultos a través de la captación y cooptación de los medios masivos de difusión. Los últimos dos gobiernos del ‘FpV’ fueron particularmente insistentes en estos aspectos, pretendiendo emular nuevamente lo que su admirado comandante Hugo Chávez y su mentor -el comandante Fidel Castro- estaban haciendo, tanto en Venezuela como en Cuba. El canal estatal se transformó en un idóneo instrumento de propaganda para tales efectos. Y los tradicionales centros culturales argentinos fueron copados, poco a poco, por elementos afines al gobierno, en tanto que este hacía prédica de su vocación populista. La propaganda política reemplazó rápidamente la difusión de los actos de gobierno, aunque se pretendió disfrazarlo bajo la máscara de una falsa «transparencia» que -en rigor- ocultaba los que fueron los hechos de corrupción más monstruosos que pueda recordar la historia argentina.

Lo que al principio pareció «torpeza» económica fue quedando al descubierto como lo que realmente era: una fase de estatización gradual pero sostenida de todos los sectores de la economía, a la par que uno a uno iban saliendo a la luz los casos más escandalosos de enriquecimiento ilícito, tanto de quienes detentaron la titularidad del poder ejecutivo durante los tres gobiernos del «FpV» como la de quienes fueron los más estrechos y mas mediatos colaboradores de este régimen de opresión.

Se armaron verdaderos grupos de choque, conformados por «piqueteros», cuya misión fundamental consistió en intimidar a la población pacífica, contando con la colaboración de otros grupos afines, como el que se autodenominó «La Cámpora» en directa alusión a otro ex-presidente argentino del mismo partido peronista con dicho apellido.

 

Fuente: www.accionhumana.com