Manifiesto de Röpke: el lavado de dinero como práctica impositiva
En todo el mundo legisladores y tributaristas, socialistas, liberales o conservadores, todos sin excepción, vienen dando forma desde hace años a un monstruo fiscal que devora la renta de la gente honesta y laboriosa, siguiendo fielmente los consejos de la teoría de la “hacienda múltiple”.
La “hacienda múltiple” es una teoría fiscal que desarrolla la estrategia de multiplicar impuestos nacionales, provinciales y municipales, afectando cualquier manifestación de riqueza individual para gravarla; pero cuidando que, en cada impuesto particular, la sustracción de recursos privados no supere un límite tolerable.
Sin embargo, la acumulación de casi un centenar de impuestos directos e indirectos termina arrebatando más de las ¾ partes del valor económico creado por el trabajo personal.
Ahora, con la calificación de “lavado de dinero” han encontrado forma de justificarse, excitando la envidia social, para quedarse con gran parte de la renta y el patrimonio de las personas físicas.
Frente a este feroz ataque fiscal, muchas han sido las voces que habían advertido este peligro moderno, pero parecieran estar “clamando en el desierto”.
Una de ellas se destaca por sobre las demás, debido al valor científico, cultural y moral de su autor. Nos referimos al prof. Wilhelm Röpke (1899-1966), autor del milagro alemán de postguerra, que en sólo siete años permitió transformar a Alemania, de un gigantesco montón de escombros con 10 millones de mutilados de guerra, en una potencia que hoy ocupa el primer lugar como exportador mundial de productos de alta tecnología.
“Para los políticos demagógicos, es fácil despertar el resentimiento popular contra quienes tienen algún dinero ahorrado y, más aún, si tienen la osadía de mandarlo al extranjero a fin de impedir que el gobierno se lo apropie con impuestos o inflación interna.
También es muy fácil extender ese resentimiento contra los países y bancos que reciben dichos ahorros y que no sólo le conceden asilo, sino que además brindan la seguridad jurídica de protegerlos con reserva y discreción.
Es preciso sacudir la dogmática creencia de que la fuga de capitales es siempre algo delictuoso y por eso es vital, para que los derechos humanos no sean mera propaganda política, que las personas y sus capitales tengan la oportunidad de moverse internacionalmente y, cuando sea absolutamente necesario, puedan escapar por puertas traseras a las arbitrariedades de los gobiernos que buscan estatizarlo todo.
Esta es sin duda la clave de porqué, aun bajo condiciones adversas y desalentadoras, todavía en ciertos países queden restos de libertad y subsistan individuos que no se someten al poder político dominante” (1)
(1) Wilhelm Röpke, The bank in our time, Banking Review, Ginebra, 1966
ANTONIO I. MARGARITI