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jueves 22 de abril de 2004

Luis Secco: “Acá se miran sólo los números de las actividades que crecen”

Los indicadores económicos del primer trimestre de 2004 arrojaron resultados que permiten que algunos sectores hablen de un gran crecimiento de la industria argentina. Sin embargo, un análisis más profundo de la situación macroeconómica demuestra que esto no es del todo cierto. Más allá de la coyuntura actual, esta entrevista permite vislumbrar qué posibilidades tiene el país de una reactivación que pueda sostenerse en el tiempo.

– El martes anunciaron el Índice de Evolución de la Industria, el EMI (Estimador Mensual Industrial), que mostraba una situación macroeconómica fantástica. ¿Estamos tan bárbaro?

– La verdad, que impresiona. Yo creo que, en realidad, si uno limita la situación macroeconómica a la evolución de los indicadores de actividad, estamos regio. Así, el primer trimestre fue bastante bueno. De todas formas, hay alguna señal disonante en los indicadores más amplios. Por ejemplo, se dio a conocer, el indicador general de actividad, en el que si uno lo mira en términos estacionales, es decir, si se toma el último dato respecto al anterior, no dio tan bien. Lo mismo muestra el índice que hace Orlando Ferreres. Ese índice, igualmente, está dando alguna señal de que no todo está bárbaro.
Digamos que siempre en las puntas los últimos datos tienen una volatilidad en la que es mejor no reparar, pero es importante saber que hay ciertos signos de que la recuperación no es tan fuerte como antes. Y esto, inevitablemente, deja cierto sabor agridulce. Porque hace mucho tiempo que estamos hablando de las oportunidades perdidas por Argentina.

– La década perdida del ’80…

– Sí, y la verdad es que yo ya estoy cansado de escuchar estos términos. Sin embargo, es así. Hoy estamos en una situación internacional que amenaza con revertirse, tanto por consecuencia de un cambio en las tasas de interés internacionales, como, por ejemplo y sin ir más lejos, por lo que está pasando en Brasil. Lo que sucede allí le agrega incertidumbre al nivel regional. Es decir, no sólo hay inseguridad a nivel internacional sobre el fututo de las tasas, sino también en lo que respecta al nivel regional. Todo esto en un extremo.
Por otro lado, se tiene una serie de datos en la economía doméstica que nos están diciendo –y deberíamos escuchar- “¿por qué no aprovechamos este excepcional momento de actividad para hacer las cosas dolorosas?”. Hoy es el momento de tomar esas medidas que implican, en su mayoría, resolver los problemas que han sido ignorados hasta acá. Lo que pasa es que, en algunos casos, esas decisiones generan costos que los políticos no están dispuestos a pagar, pero que tarde o temprano van a tener que asumir porque si no los solucionan, les van a explotar en las manos. Un ejemplo claro de esto es la crisis energética. Entonces, en estos momentos, tenemos un nivel de actividad excepcional, muy concentrado, por supuesto, porque una cosa es la industria, otra cosa es lo que tiene que ver con los productores de bienes primarios y otra muy distinta es el sector de servicios que, prácticamente, no crece.

– Y ese sector representa las dos terceras partes de la economía, ¿no es así?

– Sí, exacto. Hay dos terceras partes de la economía que están planchadas. Entonces, lo que se hace acá es mirar sólo los números de las actividades que crecen y nos ponemos contentos. Aun así, el gobierno ha sido muy efectivo a la hora de vender la bonanza de la situación económica, pero lo ha hecho para nada. Sin aprovechar esa efectividad. En los hechos no se concretó ninguna de las medidas dolorosas y, por lo tanto, ahora las va a tener que tomar, finalmente, en otro contexto internacional y cuando la realidad empieza ya a poner límites a la gestión del presidente.

– Con respecto al tema cambiario, si uno mira la suba del tipo de cambio nominal desde la devaluación hasta ahora y lo compara contra el Índice de Precios al Consumidor, da un aumento del tipo de cambio real alto. Pero, en términos de comercio internacional, descontarle a la variación del dólar, la variación de los precios en base al Índice de Precios al Consumidor, no parece ser el mejor indicador…

– No, no lo es. Porque, por ejemplo, incluye el corte de pelo, el boleto del colectivo, etc. Ahí hay una distorsión grande.

– Entonces, si en lugar del Índice de Precios al Consumidor se toma el Índice de Precios Mayoristas Nivel General, se ve que ahí hay nada más que una diferencia en el aumento del 27%. Es decir, entre la baja del tipo de cambio nominal y la suba de los precios mayoristas, la ganancia del tipo de cambio real es de sólo el 27%. Entonces, ¿qué va a pasar con el tipo de cambio real cuando tengan que ajustar las tarifas?

– Ésa es una muy buena pregunta. Las presiones que tiene el país, que incluso de alguna manera se pueden llegar a “comer” esa diferencia, son muy grandes. Además, la comparación que usted hace también es válida para ver las presiones que se tiene, en algunos segmentos, a nivel de los márgenes del comercio minorista, que han chupado parte de este incremento de su costo por los Índices Mayoristas respecto a los Índices de Precios al Consumidor Final.
Lo cierto es que, hoy por hoy, se tiene una economía en la cual no está todo tan bien. Tenemos, y eso sí es verdad, un superávit primario de crecimiento excepcional. Sin embargo, cuando uno busca dónde está ese primario, cuando uno se pregunta si sobran recursos, la respuesta es: no. No sobran recursos porque con ese primario se pagan los intereses y, como Argentina no tiene capacidad de acceder a ningún tipo de financiamiento, tiene que pagar las amortizaciones, cosa que se está haciendo y está la deuda flotante que tenía nuestro país, la deuda que no estaba documentada, y que se está pagando, más allá de otros gastos que están debajo de la línea y que también se están pagando. Entonces, cuando se hace la cuenta, rápidamente, puede observarse que no sobran 3300 millones. Si uno se fija qué se hizo con ese dinero, al cierre del primer trimestre, sobran como mucho 300 millones.

– Es cierto que en la Argentina hay superávit primario, gracias al precio de la soja, de las commodities, de las tasas del 1%, del crecimiento de la economía americana, del crecimiento de Japón… Un conjunto de factores que ayudaron mucho a que el país ahora pueda tener este nivel de actividad que no podría tener de otra forma. Pero, ¿no le da la sensación de que todo esto es un esquema de reactivación insostenible a largo plazo, en la medida en que no se tengan inversiones? ¿Qué va a pasar una vez que se termine de usar la capacidad instalada?

– Yo creo que ése es un punto. Hay muchos analistas del mercado argentino que están preocupados, precisamente, por ese largo plazo que usted indica, por cómo sigue esta historia más allá del 2004.
Hoy, acá y afuera, hay un divorcio con respecto a esta bonanza en el corto plazo, sobre lo que ha pasado y sobre lo que esperamos para más adelante. De hecho, se escucha todos los días decir que una cosa es el 2004, el 2005, pero que en el 2006 no se sabe cómo vamos a estar. Entonces, la pregunta relevante es: ¿qué tan rápido ese futuro, sobre el cual hay cierto consenso de que el gobierno no sabe ni tiene muy claro qué hacer, se pueda correr hacia el presente?

– Pero, entonces, si este esquema del gobierno no es sostenible, yo diría que estamos en problemas.

– Me parece que en toda esta negociación con los organismos internacionales y con los acreedores privados -que muchos de ellos son argentinos- tenemos por delante una situación muy compleja. Hasta ahora este crecimiento que estamos evaluando permitió que nos olvidáramos de ciertas cuestiones político-internacionales clave. Es decir, durante 11 meses no se ha hablado de “gobernabilidad”.
Éste no es un tema más. Se trata de un factor crucial, porque ellos están negociando con un gobierno y les interesa saber qué tanto se puede comprometer hacia el futuro ese gobierno. Y, para serle sincero, yo tengo aún cierto temor de que vuelva a surgir en Argentina la discusión sobre la gobernabilidad. Creo yo que éste es el gran signo interrogante hacia delante: hasta dónde esta economía, que sigue tirando para arriba, permite olvidarnos de una cuestión crucial como fue, y sigue siendo, la gobernabilidad.

– De hecho, el martes se publicaron resultados de encuestas sobre la imagen del presidente que mostraban que habían bajado de 80 a 63 puntos, es decir unos 17 puntos. Y lo peor es que la imagen de Kirchner no bajó porque se haya enfrentado con algunos sectores de la sociedad para llevar a cabo reformas estructurales, sino justamente por lo contrario, porque la gente dijo: “¿qué pasa que no está haciendo nada?”.

– Exactamente. A esto es a lo que yo me refiero. No se han tomado las medidas que debieron haberse tomado.© www.economiaparatodos.com.ar




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