– Usted acaba de terminar una encuesta sobre la imagen del presidente. ¿Qué resultados obtuvo?
– Una baja en la imagen del presidente. Comparada con la de diciembre de 2003, hay 18 puntos menos de imagen positiva. Antes estaba en 64 y ahora pasó a 46. Y en lo que se refiere a la gestión, hay una merma de 21 puntos. Estaba en 61 y ahora está en 40.
– ¿46 puntos de imagen positiva no es mucho para alguien que a lo largo de un año no ha hecho demasiado? Y esto no es un juicio de valor, porque cuando uno tilda políticas llevadas a cabo, lo cierto es que no hubo nada. Quiero decir, no hubo reformas estructurales, no hubo avances importantes ni en la política económica, ni en la política general. Solamente hechos aislados, como lo de la ESMA o el descabezamiento político de las Fuerzas Armadas. O sea, hechos políticos que no cambiaron la vida de la gente. Entonces, ¿aun el 46 por ciento no es muy elevado para alguien que pareciera ser que no está actuando como estadista?
– Digamos que está claro quién es quién para alguien que hace ciertos análisis macro. Cuando uno analiza ciertos factores y tiene niveles de información más allá de la simple sensación térmica de la gente en la calle, uno puede advertir ciertos problemas que indefectiblemente se le van a venir al gobierno y que, efectivamente, van a terminar teniendo efectos en la sociedad. Y son problemas que se podían percibir, por ahí no con tanta claridad, seis meses atrás. Hoy ya están acá y se empiezan a notar. De hecho, cuando en la encuesta que realicé se le pregunta a la gente por políticas concretas, por ejemplo, la política económica tiene sólo un 24 por ciento de imagen positiva. La inflación aparece como una preocupación importante y el tema de la crisis energética tiene casi tan mala imagen como el tema de la inseguridad. Entonces, está claro que entre la imagen del presidente, como persona, su gestión y la imagen de sus políticas, hay una diferencia importante. Si yo me tuviese que centrar exclusivamente en lo que me dan las políticas concretas, tendría que decir que la imagen del presidente estaría en un 25 o un 27 por ciento. Y eso ya sería algo bastante lejano a una imagen global favorable.
– ¿Por qué entonces su imagen es tan positiva?
– Cabe marcar dos cuestiones que permiten comprender un poco por qué y cómo se conforma este panorama. La primera es que Kirchner viene después de Duhalde y De la Rúa. Y eso lo favorece. La gente en la comparación, lo hace ganar y no se quiere desanimar tan rápidamente sobre los problemas que se pueden estar generando.
– ¿Lo que usted está queriendo decir es que la imagen positiva del presidente es más una ilusión que algo de lo cual la gente se puede aferrar realmente?
– Exacto. Entre el 22 por ciento del voto que él obtiene y el 77 por ciento que tiene la imagen del presidente, al mes de asumir, obviamente, hay 55 puntos de esperanza. En ese mes no se generaron medidas que pudieran revertir así la opinión de la población. Es en esta nueva medición que nosotros encontramos, por primera vez desde que Kirchner asumió, más pesimismo. Y ese pesimismo le gana al optimismo que venía tapando todo. La curva se cruzó. Entonces, más allá de la fotografía de hoy, usted me preguntaba si no es un poco alto el porcentaje todavía. Yo le podría decir: quizás sí, quizás no, pero eso no es lo esencial. El gobierno debería preocuparse por la tendencia. Porque, definitivamente, hay un cambio de clima.
– Ahora, pasemos del otro lado, al de la gente, porque me quedé pensando. Si yo me estoy aferrando únicamente de la ilusión, y estoy basando mis opiniones en eso, quiere decir que no estoy apelando a la razón. Y cuando sucede eso, ya lo deberíamos saber si aprobamos alguna materia de historia alguna vez, cualquier populista me puede vender espejitos de colores y corro peligro de comprarlos todos. Entonces, tenemos material bastante pobre en el país. Esto de que Argentina está culturalmente muy bien formada, yo no sé si es tan así, a la luz de los hechos. ¿Usted qué opina?
– No sé si está culturalmente muy bien formada. Yo creo que es más formada que el resto de América Latina. Pero también hay que dejar bien en claro que sí hay algunas cuestiones que están empezando a hacer ruido, pese a las ganas y a las ilusiones. Por ejemplo, nosotros preguntamos si pensaban que el presidente entra en demasiadas peleas, en demasiados conflictos. El 42 por ciento opinó que sí y otro 42 por ciento dijo que no. En otra pregunta, el 60 por ciento de la gente aseguró que los conflictos de Kirchner con el justicialismo le van a traer problemas de gobernabilidad. Esto significa que, más allá de los gestos y los discursos, los argentinos empiezan a sentir ruidos en la gestión, ruidos que son fruto del propio estilo del presidente de hacer las cosas. Me parece que esto devela que se está dando una tendencia que puede llegar a ser complicada para el gobierno, que decididamente va en aumento en los últimos dos, tres meses, y que yo atribuyo al alejamiento del parámetro sobre el cual se venía comparando al presidente anteriormente. Por otro lado, yo diría que si estas proyecciones de las que se está hablando sobre la menor actividad económica en la segunda parte del año se dan, esto, definitivamente, va a hacer mella en la imagen que la gente tiene del gobierno. Porque la necesidad social y económica sigue siendo mucha y con la ilusión no alcanza. En la medida en que no se termine de reflejar en la calle una mejora en la economía, todo es mero dato macroeconómico para la gente. © www.economiaparatodos.com.ar
Carlos Fara es Director Ejecutivo de Carlos Fara & Asociados. |