Considerando el comportamiento de buena parte de la dirigencia política, realmente resulta sumamente complicado tomar decisiones de todo tipo en la Argentina. De todas maneras, como cada uno de nosotros tiene que seguir viviendo, le sugiero al lector que ante cada medida que toma el gobierno, piense que en el futuro van a hacer exactamente lo contrario, de manera que sus decisiones, para tener alguna probabilidad de éxito, tienen que estar basadas en el siguiente principio: actuar a la inversa de lo que dicen y hacen los políticos.
Veamos algunos ejemplos. Primer caso, durante varios años en la década el ’90, el Congreso sancionó leyes de presupuesto con déficit fiscal, autorizando al Poder Ejecutivo a endeudarse para cubrir la diferencia. El Congreso, por medio de una ley, autorizaba el endeudamiento público. Ahora bien, buena parte de los miembros de ese Congreso se pararon y aplaudieron a rabiar al transitorio presidente Adolfo Rodríguez Saá cuando anunció el default. Es decir, los mismos que aprobaron el endeudamiento, luego festejaron que no se pagara la deuda que ellos habían aprobado.
Segundo caso. A fines de agosto de 2001, el Congreso aprobó la Ley de Intangibilidad de los Depósitos Bancarios, por la cual los diputados y senadores dijeron que no se podía cambiar la moneda de origen en que se había realizado el depósito, ni extender los plazos de vencimiento o canjearlo por bonos públicos. Menos de seis meses más tarde, el mismo Congreso le otorgó poderes extraordinarios a Duhalde para que devaluara, pesificara los depósitos y los canjeara por bonos.
Tercer caso. El actual miembro de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Juan Carlos Maqueda, era legislador cuando se sancionó la Ley de Intangibilidad de los Depósitos. Hoy, desde la Corte, declara que es constitucional violar la ley que él mismo aprobó siendo legislador.
Cuarto caso. Un año atrás la Corte falló a favor de la provincia de San Luis para que el Banco Nación le devolviera dólares. Ahora, la Corte Suprema de Justicia dice que no devolver los dólares está bien.
Quinto caso. Cuando anunció la devaluación, Duhalde dijo que el que había depositados dólares iba a recibir dólares. Después dijo que le habían pasado mal las planillas del Banco Central y por eso dijo que los depósitos en dólares se iban a respetar. Luego, sacó a relucir la teoría del poder de compra, según la cual, el ex presidente habría querido decir que en realidad lo que iba a estar asegurado era el poder de compra pero… en pesos.
Sexto caso. Recuerdo que cuando Menem compró el Tango 01, la prensa en general y un amplio arco de la dirigencia política no paró de criticar esa decisión. La propuesta generalizada consistía en que el día que se fuera Menem se vendería el Tango 01 porque era una inmoralidad. ¿Qué pasó cuando se fue Menem? Todos se subieron al Tango 01, incluidos los periodistas que ven con simpatía al gobierno y suelen embarcarse en el avión cuando el presidente hace alguna gira. Claro que ahora que casi se cae por un problema en la turbina, más de uno va a pensarlo dos veces antes de subirse. Pero mientras nada pasó todos lo disfrutaron, borrando con el codo las virulentas críticas al dispendioso menemismo que había comprado el avión.
Sèptimo caso. En la década del 90 se miraba con desconfianza a la Corte Suprema porque se decía que estaba compuesta por una mayoría automática que aprobaba todo lo que le convenía al menemismo. ¡Había que terminar con esa inmoralidad de una vez por todas! La Corte fue cambiada y, luego del fallo de la pesificación, algunos se preguntan si no estaremos frente a otra Corte que “acompaña” al gobierno de Kirchner. Digamos que la sospecha ahora no es que sea una mayoría automática, pero sí semiautomática.
Pero lo más cómico es que el mismo Duhalde, que tanto criticaba la mayoría automática, acaba de declarar que es necesario que tanto el Poder Legislativo como el Poder Judicial acompañen la política del gobierno porque sino es imposible gobernar. Es decir, para Duhalde, tanto el Congreso como la Corte tienen que ser una especie de mesa de entradas donde sus miembros le ponen un sello escalera a las decisiones del Ejecutivo, firman y le dan curso sin oposición. ¡No vaya a ser cosa que los argentinos nos tomemos en serio eso de la división de poderes! Acá el que manda es el jefe de turno y todos tienen que alinearse sin chistar.
En síntesis: Cuando los políticos le hablen de democracia, piense que en realidad le están diciendo que ellos quieren una dictadura disfrazada de democracia republicana. Cuando le hablen de derechos de propiedad, piense que en cualquier momento, bajo el argumento de estado de emergencia y ahora avalados por la Corte, le van a meter la mano en el bolsillo. Y, cuando le hablen de transparencia en los actos de gobierno, piense que van a usar sus impuestos para comprar la voluntad de los medios de comunicación. Los mismos que criticaban la falta de transparencia del menemismo.
En síntesis: cuando le digan algo, piense en la inversa y no le va a errar por mucho. © www.economiaparatodos.com.ar |