– La Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina (FOETRA)-logró 20% de aumento, los del subterráneo otro tanto… Hay tanto lío por estos días que todos nos preguntamos: ¿quién va a poner orden?
– ¡Vaya uno a saber!
– ¿Qué es lo que está pasando?
– Todos los sindicatos están reclamando aumentos de salarios. Lo que ocurre es que a la situación a la que se llegó con las telefónicas y los subterráneos no llega casi nadie. La verdad es que esa es la quinta etapa de un conflicto, cuando se produce lo que se llama “huelga salvaje”, en donde hay ocupación de los establecimientos, se indisponen los equipos, se bloquean parte de los edificios, se toma el control físico de parte de los lugares. Eso es ilícito e ilegal desde todos los ángulos por donde se lo mire.
– Llama la atención que surjan estas protestas repentinamente. Sobre todo cuando hay una tasa de desempleo tan alta. Normalmente, en un país con una desocupación muy alta, no hay presiones por aumentos salariales ¿Por qué de pronto surge toda esta situación?
– Hay dos datos que son objetivos. El primero es que el Gobierno venía supliendo la función gremial de reclamar aumentos de salarios con los aumentos por decretos. Y esto lo hizo hasta principios de este año. Lo viene haciendo desde 2002, se hizo todo el año pasado y siguió hasta comienzos de 2004. Esa proactividad que venía desarrollando el Gobierno no solamente reemplazaba la función gremial sino que, además, facilitaba la tarea de conseguir aumentos porque eran aumentos generales, obligatorios y, a pesar de que solamente se pagan en la actividad en blanco -es decir, que el otro 60% de la economía a estas cosas no les presta atención-, era una fórmula bastante cómoda para sustituir al gremio en la tarea, empresa por empresa, actividad por actividad, de conseguir aumentos. Entonces, el primer fenómeno que se da es que el Gobierno dejó de dar aumentos por decreto y aunque amenazaba con que a fin de año iba a haber algo, en definitiva, se fue retirando. Incluso en el coloquio de IDEA, cuando al ministro Lavagna se le preguntó si el Gobierno iba a volver a intervenir en el tema salarial, él contestó diciendo: “miren, esperamos que todos ustedes solos den los aumentos y si no los dan, entonces no quedará otra que lo demos nosotros”. Y lo mismo repitió en otro foro el ministro Tomada. Todos estuvieron dando un mismo mensaje: esperan que los salarios se vayan moviendo por empresa y por actividad por decisiones propias e internas y que el Gobierno no tenga que volver a intervenir. Entonces, ese es un dato: dejó de actuar el Estado.
– ¿Y el segundo dato del que hablaba?
– Y el segundo fenómeno fue el crecimiento. A pesar de tener un índice de desempleo muy alto, tenemos un crecimiento económico significativo. En las empresas en donde el nivel de actividad se ha regularizado, ha crecido la facturación y la rentabilidad, las posibilidades de dar aumentos también aumentaron. Entonces empezó a aparecer la presión sindical, no por actividad, sino por empresa.
– Pero acá hay que entender un punto que es fundamental. No hay dudas de que se ha destrozado el salario real a principios de 2002 con la devaluación. Si fuera tan fácil recomponer un salario por decreto o presionando a las empresas, ¿por qué en vez de un 10 o un 20% no se asigna un 100 o un 300%? La realidad es que la recomposición de los salarios es un proceso mucho más largo y complejo.
– Por supuesto que sí.
– Tiene que ver, primero, con inversiones para bajar la tasa de desocupación, luego, con un aumento de la productividad y recién ahí se llega al aumento salarial. No hay otra forma en el mundo. Con todas estas presiones, el resultado va a ser que el mercado negro va a tener un auge adicional.
– El mercado negro ya tiene un auge adicional por estos factores que estamos mencionando y por la diferencia que hay entre pagar en blanco y en negro. La diferencia es abismal. Yo siempre suelo hacer el mismo comentario, para que se comprenda la situación: por cada 100 pesos que paga un empresario en negro, al empresario le cuesta 100 y el trabajador recibe 100; por cada 100 pesos que paga un empresario en blanco, al empresario le cuesta 200 y el trabajador recibe 80. Entonces esa diferencia es fenomenal, a pesar de que el costo laboral argentino es bajo. En realidad lo que se está tratando de hacer es una compensación, pero en comparación con la inflación de los últimos 3 años. Nadie está pensando en recomponer los salarios como en la época de la convertibilidad en una relación con divisas. Pero, sí, en luchar para colocar al salario en una posición digna con respecto a la inflación del último trienio. Ahora bien, esa lucha tiene 50% de inflación, como parámetro, y luego esas cosas raras que han salido publicadas desde el Estado: el índice de indigencia -que es alrededor de los 300 pesos-, que sinceramente, no lo entiendo porque no sé quién puede sobrevivir con un poco más de 300 pesos, y el índice de pobreza -que está en los 750 pesos-. Pero lo que nadie dice que es que la canasta familiar eterna que ha tenido el INDEC cuesta hoy 1.600 pesos. El promedio salarial en la Argentina está entre los 800 y, con estos últimos ajustes, 1000 pesos.
– Es decir que el promedio salarial está alrededor de los 300 dólares.
– Exactamente. Es decir, de un 25% a un 40% por debajo de la canasta familiar. Entonces, ¿qué está pasando? Los sindicatos están queriendo producir efectos de actividad. Es decir, no importa si a la empresa le va bien o no, si sus costos son mejores o peores, si se ha recuperado o no. Lo que importa es que toda la actividad aumente los salarios.
– Quieren los arreglos por sector y no por empresas…
– Claro. Por ejemplo, el lunes se firmó el acuerdo metalúrgico, en donde, además del aumento de salario que representó más del 30% con respecto al año pasado, ahora se dieron sumas fijas no remunerativas de 100, 120 y 150 pesos de acuerdo a la categoría de los trabajadores. ¿Qué quiere la Unión Obrera Metalúrgica? Aumento para todo el mundo, no importa cómo le vaya a cada uno.
– Es que ya saben que el sector metalúrgico aumentó su actividad en los últimos tiempos.
– Tal cual.
– Hay una inconsistencia muy seria en todo esto. Porque la idea inicial fue destrozar el salario en dólares y hacer que fuera tan bajo en dólares que no le permitiera a la gente comprar productos importados. Así, salieron con los tapones de punta a imponer el modelo de sustitución de importaciones. Ahora bien, si se empieza a subir el salario nuevamente y el tipo de cambio se mantiene estable, vuelve a subir el salario en dólares.
– Es así.
– Entonces, o se pierde esa ventaja o se devalúa de nuevo. ¿Y todo esto por qué? Porque no se está yendo por el camino correcto que es el de crear condiciones institucionales para generar puestos de trabajo…
– A esa explicación económica que usted ha dado y que, personalmente, comparto porque de hecho ya está arrojando este tipo de contradicciones que usted indica, yo le agregaría algo. Porque, por un lado, con la amenaza china, la amenaza de Brasil y las barreras que se han eliminado y, por el otro, con el aumento tremendo de los costos internos, la balanza para el productor local no es positiva. Y eso que todavía no se retocaron las tarifas, que también va a ser algo que incida notablemente y que producirá un impacto muy importante en los costos empresarios. De pronto, nos vamos a enfrentar con un año 2005 con una enorme cantidad de dificultades porque la competitividad va a estar afectada desde distintos ángulos. Con un agregado: es muy malo lo que está ocurriendo con el ejemplo de las telefónicas y los subterráneos porque allí se avasallan derechos fundamentales de la Constitución sin que nadie intervenga. No puede ser que no aparezca algún juez que diga “acá hay un delito de usurpación”, o que aparezca otro y diga “acá se viola el derecho de propiedad”. Porque tengamos algo claro, el derecho a huelga, dentro de otros derechos de la Constitución que tienen que estar asegurados, es un derecho menor. Es más, es un derecho de última necesidad, extremo. En el final de una negociación, si no hay acuerdo, recién ahí aparece ese derecho de paralizar la tarea. El derecho a la propiedad, el derecho a la vida, a la integridad física, a ejercer toda industria lícita, son todos derechos que están por encima de aquél. Y, sin embargo, se ha metido todo en un bollo porque los fiscales han dicho que no hay delito porque es un conflicto laboral.
– Pero como conflicto laboral se desarrolla en forma asimétrica…
– Es así. Se ejerce una gran presión hacia la empresa para que ceda aumentos a los salarios. Y esa es la negociación. Eso está mal. A mí desde la universidad me enseñaron y me repitieron que hay una regla de oro en un conflicto, y es que para poder negociar las partes deben cesar las agresiones. Acá se arregla todo en medio de una gran mezcla de agresiones. Por lo tanto, lamentablemente, el 2005 nos depara un año con pronóstico reservado en materia de conflictos laborales. © www.economiaparatodos.com.ar |