Hace décadas que los argentinos huyen de la moneda nacional. La razón es obvia: cualquiera sea su denominación (peso, austral, peso ley, peso moneda nacional, peso argentino), la moneda patria no es garantía como depósito de valor. Todos intentan mantener el valor de sus ahorros comprando divisas supuestamente más confiables.
En el año 2002 sufrimos la última estampida devaluacionista del peso con dos consecuencias muy conocidas: la depreciación frente al dólar y la inflación. Ambas atentan hacen décadas contra el poder de compra de nuestros bolsillos. El entonces presidente Eduardo Duhalde les recomendó a los argentinos no apostar al dólar. Seguramente hizo ello para frenar la corrida bancaria, la devaluación, la inflación y sólo Dios sabe qué otras cosas. Sin duda, los que pudieron apostar al dólar se encuentran hoy en una situación mejor que los demás.
Muchos creen que el dólar es realmente una moneda confiable. Que es el mejor instrumento para utilizar a la hora de ahorrar. Aunque les caiga como un baldazo de agua fría, todos los que piensan y obran en consecuencia se equivocan garrafalmente. Hay que desconfiar tanto del dólar gringo como del peso sudaca.
Durante siglos el oro fue uno de los principales instrumentos de ahorro en todo el mundo. Con el tiempo, otros instrumentos como los billetes reemplazaron la tenencia física del metal para que uno no tuviera que andar de un lado para el otro con los lingotes. Un día se le ocurrió a alguien tener más billetes de lo que le correspondía a sus reservas en oro. Ese día nació nuestra querida inflación.
Desde el año 1900 hasta 1933, el dólar mantuvo un tipo de cambio fijo con el oro. Durante 33 años el precio de una onza de oro fue de 20,67 dólares. Desde 1934 hasta 1967 la convertibilidad se mantuvo fija con un nuevo precio de 35 dólares por onza. Por distintas razones, el presidente Richard M. Nixon decidió en 1971 poner fin a la convertibilidad del dólar con el oro. De allí en más el valor del dólar se desplomó. A fines de los años setenta y principios de los ochenta, la onza de oro llegó a valer más de 800 dólares. Hoy día el precio ronda aproximadamente los 400 dólares. Fuente: World Gold Council (Clickear en la imagen para agrandar el gráfico) Si un ahorrista sagaz hubiese cambiado todos sus dólares a oro en 1970, hoy sería mucho más rico. Un ejemplo: si en 1970 alguien hubiera cambiado 10 mil dólares a oro, hoy tendría más de 100 mil. Si hubiese cambiado 1 millón, tendría ahora la modesta fortuna de 10 millones.
Al dilema dólar-oro que sufre el ahorrista hay que sumarle el problema de la inflación. Esta última ha destruido con el tiempo el poder de compra del dólar. Lo que en 1970 costaba 1 dólar, hoy cuesta 4,8 dólares. Lo que hoy sale 1 dólar, se podía comprar en 1970 por sólo 0,2 dólares. Si en 1990 usted hubiese depositado en un banco 10 mil dólares, hoy el valor real de sus ahorros sería de solamente de 7 mil. Si usted no recibió más de 3 mil dólares en intereses en trece años (1990-2003), fue estafado. Fuente: U.S. Bureau of Labor Statistics, U.S. Bureau of Economic Analysis (Clickear en la imagen para agrandar el gráfico) Claramente el dólar no es hoy, ni nunca lo fue, garantía alguna a la hora de preservar el valor de nuestros ahorros. Los gringos han inundado el mundo de “verdes” sin respaldo. El precio del oro se ha disparado y la inflación se encarga de lo demás. Si ahorrar en pesos es un suicidio, ahorrar en dólares es jugar a la ruleta rusa. La única garantía existente es la de “In God we trust”. Sólo la fe hace que el dólar no caiga en desgracia.
Cada año que pasa hay más dólares circulando en el mundo sin respaldo alguno. Hoy hay casi 700 mil millones de dólares rondando por ahí. En los últimos 30 años se han impreso casi 400 mil millones y las reservas del Banco Central gringo (mejor conocido como Reserva Federal) se han congelado en 8 mil toneladas de oro. Vale mencionar que en 1950 el Fort Knox tenía más de 20 mil toneladas de oro. En el ínterin, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dolarizado al mundo y, para peor, ha dolarizado las reservas de casi todos los bancos centrales del mundo. Fuente: World Gold Council, Board of Governors of the Federal Reserve System (Clickear en la imagen para agrandar el gráfico) ¿Qué deben hacer entonces las personas con sus ahorros? Compren propiedades, oro, joyas, etcétera. Cualquier cosa tangible que mantenga su valor con el tiempo. No inviertan en papeles que piden a cambio fe y no son garantía de nada. Ya sean dólares, libras esterlinas, euros o pesos, el engaño es el mismo.
Quien emite por sobre sus reservas está cometiendo un delito moral. Quien reemplaza lingotes por billetes en un banco central también está cometiendo un delito moral. La flotación libre trajo la emisión sin respaldo. La emisión sin respaldo trajo la inflación, y la inflación se llevó el valor real de sus ahorros. Por más disparatado que le parezca, le pido que no siga apostando al dólar. Si lo hace, indudablemente va a perder. © www.economiaparatodos.com.ar
Francisco do Pico es licenciado en Ciencia Política. |